BOLIVIA: EL DISCURSO SOCIAL DEL PAPA
La posición del Papa es muy grave porque posibilita el afianzamiento de ese totalitarismo inhumano en América Latina, y porque debilita la autoridad del Papa el entrar en discusiones terrenales que no son prioritarias en el objetivo de llevar el mensaje de salvación de Jesús
El discurso social del Papa en Bolivia
La posición del Papa es muy grave porque posibilita el afianzamiento de ese totalitarismo inhumano en América Latina, y porque debilita la autoridad del Papa el entrar en discusiones terrenales que no son prioritarias en el objetivo de llevar el mensaje de salvación de Jesús
Alberto López Núñez
Julio 15 de 2015
Como católico practicante sigo atentamente los mensajes que desde Roma se emiten, pues obviamente son el faro doctrinal de la iglesia. En cuanto a lo social hay una Doctrina Social de la iglesia, elaborada a partir de León XIII en su encíclica Rerum Novarum y definida por Pio XI en Quadragesimo Anno. A partir de Juan XXIII cada Papa ha dictado por lo menos una encíclica al respecto, conservándose los principios doctrinales de la misma. Francisco aún no ha publicado alguna sobre ese tema, pero seguro que muy pronto lo hará. Dado la importancia mediática que el actual Papa ha concitado, toda declaración por más anecdótica que sea, es cubierta universalmente por los medios. Por lo tanto, un discurso dedicado al tema social, el cual es una bandera de Francisco, obviamente tiene una significación primordial.
He observado una variación sustancial del Cardenal Bergoglio al Papa Francisco, de Cardenal dio declaraciones muy fuertes contra el Socialismo del Siglo XXI y fue un opositor tenaz del Kircnerismo. De Papa parece haber adoptado la política de apaciguamiento con estos gobiernos, quizás en una muestra de realpolitk para tratar de conservar las prebendas que los programas sociales tiene en estos países, política que considero equivocada, como lo ha demostrado la Historia, el apaciguamiento de los dictadores solamente lleva a su fortalecimiento y radical destrucción de sus oponentes, todo lo contrario de lo que ella busca.
Preocupado por esa aparente intención de apaciguamiento con los regímenes totalitarios de izquierda en Latinoamérica, me propuse analizar con detenimiento el discurso del Papa ante la cumbre de movimientos sociales en Bolivia ( evento típico del Foro de Sao Paulo, por el cual no entiendo que hace un Papa clausurándolo). He aquí lo que encontré.
“¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?” Obvio que sí, nadie discute eso.
“Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.” Sí, ¿Pero cuál?
“Estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?” O sea, la culpa es del capitalismo.
“La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del diablo”. Como esa ambición es imposible objetivamente de medir, el culpable es pues el dinero “ tout court”, o sea la libre empresa.
“Pero no es tan fácil definir el contenido del cambio”. Aquí empieza el gran problema. El Papa propone solamente generalidades, cuáles?
- a) “Poner la economía al servicio de los Pueblos”. Bien, pero cómo se come eso?.
- b) “Una economía verdaderamente comunitaria”, Ojo, aquí hay un verdadero peligro, propone el Papa eliminar la propiedad privada por la comunitaria, las tales comunas de Chávez y Maduro, o la de Piotr Kropotkin, creador del concepto anarcocomunismo, o definitivamente en el comunismo marxista-leninista? No lo propone por supuesto, pero al mencionarla sin definirla, nos deja en la incertidumbre.
- c) “La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía”. Totalmente de acuerdo, pero quién fija esa distribución, no es precisamente un mecanismo ciego, dejado al libre intercambio entre los actores el mejor? Acá de nuevo nos deja en la incertidumbre de una preferencia por una asignación totalitaria de los bienes, por parte del Estado.
- d) “El nuevo colonialismo adopta diversa fachadas”, eso me huele a las Venas Abiertas de Galeano o a la teoría de la dependencia de Cardoso, ambos habiendo renegado de esas tesis económicas. Luego lo identifica con “tratados denominados «de libres comercio» y la imposición de medidas de «austeridad», de nuevo un discurso que va a contrario de la racionalidad económica. Más tarde claramente se anota en esa versión periclitada de neomarxismo: “El colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas y todos los males que vienen de la mano… precisamente porque al poner la periferia en función del centro les niega el derecho a un desarrollo integral”.
- e) “La concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico”, de nuevo un discurso similar al castrochavista, que propende a la concentración de los medios por la dictadura.
Todas esas afirmaciones llevan a la conclusión de que el Papa denuncia el capitalismo, deja abierta la cuestión de cómo sustituirlo, aunque insinúa menciones a tesis neomarxistas en desuso; sabiendo que marxismo y catolicismo son antagónicos, intuimos que ese discurso es solo uno de realpolitik para congraciarse con los regímenes totalitarios del Socialismo del Siglo XXI.
Esta posición es muy grave, en primer lugar porque posibilita el afianzamiento de ese totalitarismo inhumano en América Latina, en segundo lugar, porque conceptualmente es erróneo, el único régimen que ha dado progreso y bienestar es el liberalismo democrático (no confundir con mercantilismo y neoliberalismo) y finalmente porque debilita la autoridad del Papa al entrar en discusiones terrenales que no son prioritarias en el objetivo de llevar el mensaje de salvación de Jesús.
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