EL 6 DE DICIEMBRE, RESPUESTA A LOS MASACRADORES
La violencia de las Farc es la peor de todas las formas de violencia, pues es la única que aspira a destruir las bases mismas de la sociedad y los valores sobre los cuales ésta reposa. La obsesión de ellos es empujar el país hacia la nada, hacia la miseria y la opresión de una minoría ilegítima y terrorista
El 6 de diciembre: la respuesta a los masacradores
Por Eduardo Mackenzie
4 de diciembre de 2011
Los colombianos saldrán a las calles el 6 de diciembre de 2011 para demostrar su repudio masivo, una vez más, a las Farc. Ese día, no habrá acción más noble que la de salir a las plazas y avenidas de Colombia a decir, a exteriorizar, a gritar nuestro desprecio inmenso y definitivo contra esa organización criminal que acaba de asesinar a cuatro policías y militares, rehenes indefensos y debilitados que estaban en su poder, tras más de doce años de cautividad inhumana en la selva.
El objetivo de las manifestaciones del 6 de diciembre no puede ser más claro: decir que las Farc no deben seguir existiendo en Colombia. La manifestación no será contra la violencia en general, sino contra la peor violencia que sufren los colombianos desde hace más de 50 años: la violencia de las Farc. Pero no será sólo para luchar contra la violencia de las Farc. Será para luchar contra todo lo que representan las Farc: sus ideas, sus métodos, sus mentiras, su cinismo, su cobardía. Esa criminalidad específica, que logra dotarse de voceros “legales” y que se pretende “política”, debe ser extirpada de nuestra tierra, pues ellos son la negación de todo lo que los colombianos hemos construido: la libertad, la fraternidad, la prosperidad, la elevación moral, espiritual e intelectual.
La violencia de las Farc es la peor de todas las formas de violencia, pues es la única que aspira a destruir las bases mismas de la sociedad y los valores sobre los cuales ésta reposa. La obsesión de ellos es empujar el país hacia la nada, hacia la miseria y la opresión de una minoría ilegítima y terrorista. La violencia de las Farc por eso no es sólo perversa sino anti histórica. Con sus matanzas, con sus secuestros, con su narco-tráfico y con sus atrocidades en serie, las Farc esperan recuperar el terreno que perdieron en los ocho años del heroico gobierno del presidente Álvaro Uribe. Contra ese hipotético regreso, el pueblo se levanta y la manifestación del 6 de diciembre es para decir eso: No más Farc.
Cuando marchemos pensaremos en los otros 14 rehenes “políticos” y en las decenas de otros secuestrados “comunes” que aún están en las garras de esa banda. Pero también pensaremos en los militares que están en la cárcel por defender nuestras vidas y nuestras instituciones, como el general Arias Cabrales, el general Uscátegui, el coronel Plazas Vega, el mayor Ordóñez. Ellos no han cometido un sólo delito y están, sin embargo, en prisión y han sido condenados a penas injustas al final de procesos aberrantes y escandalosos. En juicios estrafalarios donde no fueron escuchados pues lo que primaba era la orden de condenarlos para aterrorizar a la ciudadanía y a cada miembro de la Fuerza Pública. Todos ellos, como los rehenes secuestrados, deben ser puestos en libertad.
Las Farc secuestraron a los rehenes “políticos” para obligar al Estado y al Gobierno a ceder y desmilitarizar sectores claves del territorio colombiano, en favor del narco-terrorismo. Los militares fueron echados a la cárcel para obtener lo mismo: para que los oficiales y las tropas tuvieran miedo de combatir y vencer a los depredadores históricos del pueblo colombiano pues la amenaza era caer luego en las redes intrincadas de jueces diabólicos y corruptos. Con tales métodos las Farc quieren dejar sin defensa todo el territorio nacional.
Las manifestaciones del 4 de febrero de 2008 unieron, por primera vez, a los colombianos, del país y del exterior, contra tal perspectiva, en un acto de repudio unánime. Esas manifestaciones nunca dividieron al país, como pretenden los agitadores de las Farc.
Las marchas del 6 de diciembre de 2011 tendrán el mismo carácter: no levantan consignas ambiguas y tendenciosas, como la de que debemos luchar contra “los violentos de este país”, como pretenden los enemigos de la marcha. Ni contra “cualquier forma de violencia”, como quieren los que tratan de confundir a todo el mundo y hacer de las Farc no un agresor sino un agredido. La marcha sí es de la “ciudadanía toda” y de “Patria unida”, pero dentro esa “unidad” no estarán jamás las Farc, las cuales se auto-excluyeron de la comunidad nacional al tratar de sojuzgar por la violencia más despiadada a esa misma comunidad nacional.
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