A LOS TURIFERARIOS SANTISTAS
Para colmo, los turiferarios santistas aplauden como focas amaestradas que JM Santos, en clara traición a los 9 millones de personas que votamos contra el socialismo, salga a declarar –después de haber conseguido la victoria-, que él no marchará al ritmo de Uribe sino que caminará por la Tercera Vía
A LOS TURIFERARIOS SANTISTAS
Para colmo, los turiferarios santistas aplauden como focas amaestradas que JM Santos, en clara traición a los 9 millones de personas que votamos contra el socialismo, salga a declarar –después de haber conseguido la victoria-, que él no marchará al ritmo de Uribe sino que caminará por la Tercera Vía
Por Ricardo Puentes Melo
Julio 23 de 2010.
Algunos de mis compañeros uribistas de lucha han salido a pregonar en las plazas de mercado, cual dignas verduleras de la internet, que yo soy poco menos que un traidor a la patria por estar en desacuerdo con algunas de las acciones y extraños movimientos de Juan Manuel Santos que nos anuncian días aciagos para el país.
Antes de ser uribista, debo aclararlo con total contundencia, soy un patriota cabal. Amo a mi país y jamás se me ha ocurrido que las lealtades personales deban superar la que le debo a Colombia. Ser patriota no es lo mismo que ser comerciante ni tener vocación clientelista, y mucho menos es andar con las rodilleras puestas y la vaselina en el bolsillo para, a la orden del jefe de turno, uno bajarse los calzones, untársela y decirle: “Sírvase patrón.”
Siendo uribista, nunca estuve de acuerdo con el manejo que le dio a la salud, ni con nombramientos como los de Valencia Cossio, Iguarán y algunos otros en la cúpula militar y de policía que le han hecho un daño profundo al país.
Los acólitos turiferarios santistas (y algunos uribistas), no han podido entender la diferencia entre ser patriota y ser lamesiesos de los líderes. Y son cosas absolutamente diferentes, mis fanáticos amigos.
Ser patriota, lo repito, es una vocación del alma que está por encima del caudillismo; es buscar el bien de los colombianos, no el enriquecimiento de los ministros y congresistas, cuyo máximo mérito es haber tenido el dinero para comprar 30 ó 40mil votos que les permitieron sentarse en su curul a robar el patrimonio público o hacer acuerdos con quien sea con tal de lograr pactos secretos de “aquí todos robamos y nadie denuncia a nadie..”; ser patriota es estar consciente de que Colombia es nuestro único hogar y que no podemos permitir que una cuadrilla de pícaros se lo estén robando bajo nuestras propias narices.
Por eso, ser patriota no necesariamente significa ser santista. Me sorprende ver que los turiferarios santistas aplaudieron a rabiar la foto de JM Santos con Petro –el gran sicario de Colombia. Les pareció una jugada audaz y de avanzada que el presidente electo llame a formar parte del gobierno a este grandísimo hampón cuyo máximo logro fue haber planeado desde la cárcel el asesinato de los magistrados y la quema de expedientes en el Palacio de Justicia, amén de orquestar desde la oscuridad la persecución jurídica contra nuestro ejército. Dios nos libre de que Juan Manuel Santos, obligado por su estrecha amistad de largos años con Fidel Castro, en cuya isla la familia propietaria de El Tiempo pasaba sus vacaciones, nos lleve al socialismo del siglo XXI de la mano del ahijado venezolano del cubano. A Petro, a Chávez y a Santos los une su amistad con Fidel Castro.
Otra maniobra que les pareció digna de un estadista, fue cuando Santos le pide al juez Baltasar Garzón que venga a Colombia para contratarlo como asesor en temas de justicia y Derechos Humanos. Baltasar Garzón, que es famoso por perseguir a militares de alto rango acusándolos falsamente de crímenes de lesa humanidad. Ignoran estos turiferarios santistas que el favorcito se lo pidió a Santos el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero que quiere evitarle la cárcel a Baltasar Garzón por prevaricato, un crimen al que son aficionados nuestros jueces y fiscales. Baltasar Garzón dejó
libre en España a María Remedios García, colaboradora de las FARC; Baltasar Garzón odia a nuestros militares y a Álvaro Uribe; Baltasar Garzón, en una visita a Colombia, se le vio y escuchó echar discursos en contra de Uribe y a favor de las FARC ante un auditorio de indígenas, también auxiliadores de la guerrilla. Si Santos trae a Baltasar, con fuero diplomático, lo salva de la cárcel y lo blinda contra el pedido de extradición que haría la justicia española; además, se echaría al bolsillo a las ONG de Derechos Humanos que verían como un gesto de buena voluntad el nombramiento del juez como inquisidor de nuestras Fuerzas armadas.
A los turiferarios santistas también les pareció una jugada de ajedrecista el nombramiento de Juan Camilo Restrepo en la cartera de Agricultura; Restrepo, para quien no lo recuerda, fue candidato presidencial avalado por las FARC, estuvo en el Caguán haciéndoles favores a los guerrilleros y fungiendo como traductor entre ellos y las comisiones internacionales que venían a ponerse al servicio del poderoso imperio financiero de las NarcoFarc.
Y ni qué decir de la canciller Holguín, de Mesa –secretario privado de Samper-, Carrillo –ministro de Justicia de Gaviria, alcahueta de Pablo Escobar-, Santamaría, que detesta los parafiscales –que son lo que sostiene al SENA y al ICBF-.
Para colmo, los turiferarios santistas aplauden como focas amaestradas que JM Santos, en clara traición a los 9 millones de personas que votamos contra el socialismo, salga a declarar –después de haber conseguido la victoria-, que él no marchará al ritmo de Uribe sino que caminará por la Tercera Vía, un sistema de gobierno absolutamente socialista que, aunque se le perfume con colonia “Blair”, no se le quita el almizcle a FARC.
Ser patriota tampoco es aplaudirles a los mandatarios, vicepresidentes y congresistas que sean periqueros, aunque la coca sea “made in Colombia”, y que al mismo tiempo prediquen combatir el narcotráfico.
Tampoco ser patriota significa llegar al senado por un movimiento uribista, ocultando ser un homosexual, empedernido proabortista y drogadicto, y conseguir los votos para ser elegido presidente del Congreso. Si los gays quieren llegar al congreso de manera legítima, ¿por qué no declaran abiertamente su condición y buscan democráticamente los votos que respalden sus sueños de convertir a Colombia en el destino mundial turístico sexual de los maricas..? Si los adictos quieren llegar al congreso para, desde allí, legalizar la droga, ¿por qué no confiesan lo que buscan… por qué nos engañan a quienes estamos en contra de eso..?
¿Ser patriota es votar por el partido de las FARC para que ocupen los órganos de dirección del Congreso, a cambio de silencio en la repartición de contratos…?
¿Ser patriota es entregar a nuestros soldados en las garras de la justicia politizada, corrupta y narcomamerta para que los crucifiquen mientras fiscales, jueces, magistrados y congresistas echan suertes sobre sus prendas…?
El espectáculo que presenciamos el pasado 20 de julio en el Congreso, parecía más un aquelarre de drogadictos, bandidos, compadres homosexuales y proguerrilleros que estrenaban sus mejores galas para celebrar el nuevo cuatrienio de robos e injusticias, que lo que debería haber sido: el establecimiento de un honorable Parlamento que esté empeñado en el afianzamiento de nuestra nación como un país próspero, equitativo y con la dignidad que solamente surge de tener valores y principios firmemente establecidos.
Hay que decir que también hay extrañísimos casos de decencia en este Congreso. Pero sus voces no serán escuchadas porque los corruptos son mayoría. Por los lados de los ministerios tenemos algunos aciertos –claro que sí- como el Dr. Rodado; y esperamos ver en el gobierno a Rodrigo Rivera, Emel Rojas…
¿Qué los turiferarios santistas me seguirán calificando de traidor…? ¡Qué importa….!
A quienes me llaman traidor, les contesto que jamás traicioné a nadie ni a nada. Si hubiera votado por Santos, lo habría hecho con la convicción profunda de que él seguiría el camino de Uribe de cero tolerancia con el narcoterrorismo. Pero, hasta ahora, lo que hemos visto ha sido la traición de Santos que pisotea nuestra dignidad como nación uniendo lazos con Petro e invitando a Chávez a su posesión, a sabiendas de que éste tirano es quien financia a las FARC y los esconde en su territorio. Es como si yo invitara a un violador a la piñata del un niño violado.
Mi patriotismo excede los tamales y la lechona burocrática. Es mejor estar orgulloso de la independencia de criterio, que ser partícipe del botín de los bandidos; aunque esta posición no produzca puesticos, condecoraciones ni palmaditas en la espalda.
Santistas, ábranle paso a su jefe con inciensos y tapetes, y preparen la nariguera y los grilletes, que esto durará cuatro años. Entretanto yo, a menos que Santos rectifique su camino por la Tercera vía, me colocaré discretamente en esta orilla de la derecha, esperando que Uribe regrese a la presidencia.
Es que mi patriotismo, estimados turiferarios santistas, no me deja tiempo para hacer ni ser otra cosa.
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