ÁLVARO URIBE, ¿EL NARCOTRAFICANTE No. 82?
Así que ese es el famoso “reporte de inteligencia” con el cual han lacerado una y otra vez a Uribe. No es más que el producto infame de una conspiración de hampones marxistas, sinvergüenzas y guarichas

Álvaro Uribe Vélez
Álvaro Uribe, ¿el narcotraficante # 82?
Así que ese es el famoso “reporte de inteligencia” con el cual han lacerado una y otra vez a Uribe. No es más que el producto infame de una reunión de hampones marxistas, sinvergüenzas y guarichas

Por Ricardo Puentes Melo
Abril 01 de 2016
En algunos escenarios he contado que, aunque siendo yo discípulo de varios profesores elenos y farianos que dictaban (no sé si aún) clases en Antropología y, además, formando parte del mundo disoluto y amamertado de la televisión colombiana, infestado de “maestros” cubanos que no son otra cosa que adoctrinadores del G2, nunca fui infectado por el odio irracional hacia Álvaro Uribe Vélez. Hablar de Uribe era sinónimo de asesino, paramilitar, ladrón de tierras y, por supuesto, narcotraficante, pero jamás lo odié. Sólo escuchaba.
El tema de Álvaro Uribe y la política no me trasnochaba en esos años. A pesar de que provengo de una familia, la materna, cuyas raíces se adentran en la fundación del Partido Conservador, y cuyas ramas también tocan el Partido Liberal, con presidentes, ministros y hasta cura guerrillero, Camilo Torres, particularmente la política me atraía pero me desagradaba la manera en que nuestra clase dirigente la ejercía. Por eso me dedicaba a la escritura de guiones, arqueología, artículos sobre historia, antropología y arte. Cualquier cosa menos adentrarme por esos recovecos.
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El asunto cambió cuando Luis Eduardo Garzón fue elegido alcalde, campaña en la que yo colaboré aportando un par de proyectos (mea culpa) sin ser miembro de ese partido. No entendía exactamente los nexos entre los terroristas marxistas y sus cuadros políticos. Por ello, cuando me enteré de que guerrilleros activos de las FARC, muy conocidos en la Universidad Nacional, serían contratistas del gobierno de Lucho Garzón, comencé a escribir resueltamente contra tal aberración. Ahí empezaron los ataques en mi contra; mails, llamadas, seguimientos y otras cosas cuyo origen yo no podía identificar ya que también escribía contra otros sectores de la política y la narco-religión.
En esos días una persona me contactó a través de internet y me propuso escribir un libro contra Álvaro Uribe Vélez, quien ya empezaba su presidencia. La propuesta me animó muchísimo y, mientras esa persona trataba de calmar mi indignación hacia las FARC con los argumentos de que eran buenos muchachos, me centré en el tema Uribe Vélez.

Para empezar, llegó a mis manos ese pequeño reporte que han usado Gonzalo Guillén, Gerardo Reyes, Anncol, la Corporación Arco Iris (dirigida por el antiguo terrorista del ELN, León Valencia), y últimamente Yohir Akerman, que mostraba un supuesto informe elaborado por una agencia de inteligencia de Estados Unidos donde, en el puesto #82, figuraba Álvaro Uribe Vélez. Con base en ese informe, Joseph Cárdenas, periodista de Newsweek, escribió en tan solo 12 días, con la asesoría de Fernando Garavito, un libro llamado “El Señor de las Sombras, Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez), publicado por la Editorial Oveja Negra, donde lanzan este “reporte” de la inteligencia americana. El mismo informe inspiró a un tal Sergio Camargo a escribir “El narcotraficante No 82. Álvaro Uribe Vélez, Presidente de Colombia”, un delirante alegato cargado más de odio que de información verificable. Y de ahí en adelante sobran periodistas que, con mala intención o ignorancia, al menos, se han colgado de este papelito para barrer y volver añicos la honra de Uribe Vélez y su familia.
Lo primero que hice para iniciar a escribir el libro contra Uribe, fue, obviamente, buscar este informe. Pero fue imposible hallarlo completo. El link que remitía al documento estaba roto y ninguno de los periodistas que odiaban a Álvaro Uribe publicaba nada más que este pequeño párrafo donde se lo mencionaba a él.

Por ello, me di a la tarea de seguir a diario las intervenciones y las noticias sobre el ya presidente de Colombia. Al cabo de casi año y medio le dije lo siguiente a mi interlocutor: “No he encontrado más que argumentos en favor de Uribe. He indagado por todo, incluso acusaciones en su contra que hablan de que es dueño de millones de hectáreas de tierras en los Llanos. No hay ninguna prueba en su contra. Nada.” Esa persona se molestó mucho e insistió en que Uribe era un delincuente de la peor calaña. Le contesté: “Personalmente, como te lo dije antes, el hombre no me caía mal antes de iniciar la investigación. Me parecía intransigente, autoritario. Otra ficha de los dueños del país. Pero eso que mencionas de él no tiene ningún sustento.” Nuestra amistad epistolar por email se fue asfixiando hasta que un día no supe más de él. Luego me enteraría que su visceral odio contra Uribe que contrastaba con su admiración por Chávez, Piedad Córdoba, Alfredo Molano, Enrique Santos, Hezbollá y Jorge Enrique Botero, se debía a que era miembro de la cúpula ideológica de las FARC.

Así, pues, aunque las acusaciones contra Uribe eran demostradamente falsas, el documento en cuestión, ese del Defense Intelligence Agency (DIA) donde se enlistaba a Uribe como narco, seguía rondando mi cabeza. Indagué de nuevo hace unos días y lo encontré. Efectivamente ese documento existe y la Agencia también. Todo esto coincidió con la mención del mismo por parte de Martín Santos, hijo de Juan Manuel Santos, y con la aparición de un artículo en El Espectador titulado: “El asociado No. 82” firmado por Yohir Akerman, un jovenzuelo admirador del terrorismo marxista, de “las novelas” de Hector Abad, del periodismo de Daniel Coronell, Salomon Kalmanovitz, María Jimena Duzán y Daniel Samper Ospina.
Lo que es el informe. Empecemos con la misma entradilla del artículo de Akerman: “El expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez lleva en la mira de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos desde mediados de los ochentas”. Esa es una aseveración tan falsa como canalla. No es cierto que Uribe haya estado jamás en la mira de agencia de inteligencia alguna.
El reporte no es producto de un trabajo de investigación de la DIA, sino un simple informe que llegó a manos de la agencia y que ésta archivó por considerar que no había mérito para creer en el contenido del mismo. Ver reporte acá: informe inteligencia uribe narco 82
Para dilucidar lo que es realmente este documento, consultamos a un especialista, Gregory Fowler, quien fue Agente Especial del FBI al mando de la Fuerza Especial Antiterrorismo de Nueva York, Agente Especial encargado de la División del FBI en Portland, y Director de la Fuerza Especial del Crimen Organizado y Tráfico de Drogas (OCEDTF) en Washington D.C.
Según Fowler, este reporte es apenas un documento informativo. “En el campo de la Inteligencia, las informaciones no son creíbles a menos que provengan de una fuente conocida, confiable, o que pueda ser verificada. En este documento en particular no podemos saber si el informante es confiable o no”. Esto, porque la identidad del informante sigue siendo reservada.
De hecho, ésta es una información muy importante que nos revela el experto: “Lo que es clasificado es la identidad de la fuente. El resto no fue clasificado. Este es un tipo de documentos que se ve frecuentemente, es un documento normal y poco fiable.”, asegura Gregory Fowler.
Ante la pregunta sobre el origen y la identidad del informante, otra fuente nos asegura que, al parecer, pudo tratarse de un capturado o un requerido por la justicia norteamericana que, esperando rebaja de penas, puso en la lista a todo aquel que le pasó por su mente.
Otro dato importante en el que coinciden los expertos consultados, es que este reporte es del tipo de “cables” antiguos que se enviaban desde las embajadas a Departamento de Estado a las Agencias de Inteligencia. Este es un dato de suma importancia, ya verán por qué.

“La forma en que se escribió este informe hace difícil determinar qué información es proporcionada por el informante y cuál por el redactor del reporte -afirma Fowler-. Sin embargo, se hace evidente que muchas partes están redactadas de manera subjetiva, con adjetivos sin fundamento alguno.”
“La información del reporte se puede encontrar en periódicos, no hay nada nuevo ni se menciona prueba alguna. Quien escribe el informe debió haber explicado la metodología como se consiguió esta información, y jamás lo hizo. Por ejemplo ‘le mostramos fotografias’, ‘le presentamos un recorte de prensa al informante’, pero no hay nada de esto. Este reporte muestra una entrevista hecha a alguien que ha aceptado colaborar con el gobierno por un beneficio, tal vez alguien al que hayan arrestado, no sabría exactamente eso. Pero es evidente que este reporte es diferente al tipo de información que se hubiera reportado si viniera de un informe oficial. El informe no es formal, no proviene de alguna agencia o agente de inteligencia, no es el resultado de ninguna investigación. Solo es información provista por alguien que persigue algún tipo de beneficio.”
¿Es fiable la información de este reporte? La respuesta es no. Según Fowler, aunque éste es un documento genuino, es imposible detectar si la redacción final estuvo a cargo de un agente de inteligencia. Todo indica que no.
“La información nunca fue evaluada -dice Fowler- ni se le prestó atención porque salta a la vista que está basada en rumores y artículos de prensa, no hay nada novedoso. Por eso ni se considera algún valor para la misma”.
Tan poco fiable es esta información, que en el número 89 vemos que se encuentra reseñado Carlos Vives como “envuelto en tráfico de narcóticos”. Y más adelante se coloca el nombre de Alberto Hubiz Hazbún, conocido en ese año, 1991, como el autor del asesinato de Luis Carlos Galán. Hubiz Hazbún pasaría muchos en la cárcel y luego se demostraría que no era un asesino sino un humilde taxista a quien acusaron falsamente de ese crinen.
Gregory Fowler nos explica el caso específico de Uribe: “En la página 10 (# 82) Álvaro Uribe Vélez es descrito como: ‘dedicado a colaborar con el cartel de Medellín en los altos niveles del gobierno.’ No se describe ni se aporta prueba alguna para identificar la naturaleza de los supuestos vínculos con la mafia, ni pruebas de que Uribe esté dedicado al negocio del narcotráfico. No se menciona la forma como el informante se enteró de esos vínculos o negocios. No hay nada más que rumores en este caso y muchos más reseñados en el reporte”.
“En conclusión, la información contenida en el informe debe ser vista con recelo. La fuente de la información es desconocida. Gran parte de la información está disponible al público (informes de detención, extradición, etc.) y gran parte de la información es subjetiva y sin fundamento. La información no es creíble y por lo tanto no se puede actuar en consecuencia. Esta información no tiene ningún valor práctico”, concluye el señor Fowler.

El origen del “reporte de inteligencia”. Como lo mencionamos antes, este documento sin valor fue sacado de nuevo del cubilete por Martín Santos, el hijo del presidente Juan Manuel Santos, y reencauchado para provocación en un artículo de Yohir Akerman.
Yohir es hijo de Moritz Akerman, del Partido Comunista y de los círculos íntimos de las FARC, íntimo amigo de ‘Alfonso Cano’, mediador de un proceso de paz entre FARC y el gobierno de César Gaviria; y de Amalia Lucía ‘Lú’ Posso Figueroa, una chocoana poetisa y furibunda comunista, activista de la tenebrosa JUCO, donde el PC adoctrina y recluta los dirigentes para las FARC. Amalia también fue candidata al Senado por el Polo Democrático, en el 2006.
Quien primero le dio la oportunidad para trabajar en los medios fue, según lo cuenta el mismo Yohir, “Rafael Pardo, cuando era director de CM&”. Luego pasó a El Colombiano llevado de la mano de Ana Mercedes Gómez, quien era ya la pareja sentimental de Moritz, el padre de Yohir. Como se ve, tiene las mejores credenciales para la infamia contra Uribe Vélez.
Yohir también es dueño, junto a otra persona, y director de una empresa de inteligencia corporativa, “Custom Information Services». En Ecuador se le acusa de ser una especie de agente de Chevron para intimidar y/o sobornar jueces y funcionarios judiciales. Allá se asegura que Akerman también compró muchos periodistas para que escribieran o hablaran a favor de Chevron y en contra de un fallo judicial relacionado con esa petrolera.(1).
Con esto claro, recordemos que el dichoso “reporte de inteligencia”, que no es más que una información sin valor, una combinación de chismes y recortes de prensa -según afirmaron los expertos consultados-, aparece a finales de 1991 y tuvo su origen en la Embajada de Estados Unidos en Bogotá.

Según Wikileaks, durante comienzos de ese año de 1991, cuatro siniestros personajes acudieron a la embajada americana en Bogotá para suministrar esta serie de informaciones. Fueron ellos: “En primer lugar, el empresario colombiano Moritz Akerman, ex activista del Partido Comunista, cercano a Cano y a Márquez. Carlos Eduardo Jaramillo, un negociador de paz del gobierno colombiano, amigo de Cano y Márquez, amigo de Marulanda a quienes conoció en el santuario de las FARC, Casa Verde. Roberto Sáenz, hermano de Cano y él mismo un activista del Partido Comunista hasta 1991. Eduardo Pizarro Leongómez, el experto académico en materia de guerrilla, Eduardo Pizarro, ex activista del Partido Comunista y hermano del asesinado jefe del M-19 Carlos Pizarro, entre otros.”
Así, pues, ya podemos adivinar la paternidad de este “reporte de inteligencia” que no es sino un rosario de rumores que no fueron merecedores siquiera de una mínima investigación por las agencias de Inteligencia de Estados Unidos.
Para lo que sí sirvió este “reporte de inteligencia”, fue para ser fuente de un par de libros contra Uribe y como caballito de batalla de difamadores prostituidos, alentados por el odio visceral contra el expresidente y hoy congresista..
Hoy le sirve a Martín Santos para hacer lo propio, y a Yohir Akerman para usar las páginas de El Espectador para acribillar mediática y psicológicamente a la familia Uribe Vélez-Moreno. Podemos inferir que el mismo Moritz Akerman o algunos de los otros informantes de la Embajada americana, o todos juntos, incluyeron a Álvaro Uribe Vélez con la maquiavélica pretensión de autofiltrar el documento haciéndolo pasar como “ultrasecreto informe de inteligencia” cuando no es más que un burdo intento de vincular a Álvaro Uribe (#82) en el mismo grupo de Pablo Escobar (#79), Guido Parra Montoya (#84) y varios más.
Eso sucede en un país en donde la mafia es la que gobierna, la que coloca congresistas, gobernadores, alcaldes, jueces, fiscales, dueños de medios de comunicación y hasta columnistas
Así que ese es el famoso “reporte de inteligencia” con el cual han lacerado una y otra vez a Uribe. No es más que el producto infame de una reunión de hampones marxistas, sinvergüenzas y guarichas.
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
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(1) http://escuelabolivarianapoderpopular.blogspot.com.co/2013/02/ecuador-agentes-secretos-de-chevron.html?m=1
http://www.elespectador.com/opinion/el-asociado-no-82
http://www.jetset.com.co/edicion-impresa/temas-revista-jetset/articulo/quien-es-yohir-akerman/124413
wikileaks
http://www.adital.com.br/site/noticia_imp.asp?lang=ES&img=N&cod=76207
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