¿DEBEN LOS CRISTIANOS LIMITARSE A COMPARTIR EL EVANGELIO Y ALEJARSE DE LOS ASUNTOS POLÍTICOS?
2 años hace Ricardo Puentes MeloNegar los binarios morales comunes del pasado, como el matrimonio heterosexual normativo y las distinciones hombre-mujer. En lugar de que la moral bíblica influya en las políticas de la nación, es la moral antibíblica la que se impone a todos
Por Ricardo Puentes Melo
Junio 27 de 2022
@ricardopuentesm
Ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
Hace unos días encontré una definición muy buena para la palabra “estúpido”, que hace juego con el concepto de “disonancia cognitiva”. Ambas cosas son un problema, no del intelecto sino uno de deficiencia moral. Lo creo firmemente.
Un estúpido lo es cuando causa daño a otra persona, y no solo no obtiene ningún tipo de beneficio, sino que se provoca daño a sí mismo. Y así creo que son los líderes cristianos.
Y los hay de dos clases: Los que piensan que se debe participar en política, y los que afirman que los cristianos no debemos “contaminarnos” con las cosas del mundo, y que el reino de Dios no tiene nada que ver con nosotros, que debemos dar al César lo que es del César, y que eso significa obedecer ciegamente a los gobernantes de turno. Ambas clases de líderes cristianos obligan a creer a sus seguidores su propio punto de vista, ignorando lo que dicen las Escrituras.
Quienes creen que los cristianos no deberíamos participar en política nos acusan de buscar una legislación donde se imponga la pena de muerte para actos considerados como pecado en las Escrituras. Nos acusan prematuramente de que instauraremos un Tribunal del Santo Oficio moderno para degollar o incinerar a quien vaya en contra de lo que ellos llaman “dogmas de fe”. Una especie de fascismo cristiano.
Cari Marshall, miembro de la Junta de “Texas Democracy Foundation”, aseguró hace poco que: ‘Si el nacionalismo cristiano no es esencialmente terrorismo interno, entonces no sé lo que es.” Él estaba atacando, como muchos otros sectores anticristianos de Estados Unidos, a quienes hacían política esgrimiendo como banderas los valores morales cristianos.
Ese ataque se ha extendido en Norteamérica con ayuda de los grandes medios de comunicación que quieren dejar muy claro que la defensa de los valores cristianos son una “amenaza real para la seguridad nacional de Estados Unidos, y la cohesión social.”[i]
Peter Jones cita a Adrienne Quinn Martin, presidenta del Partido Demócrata del condado de Hood, Texas, y dice que fue una de las muchas personas que usaron el término “nacionalismo cristiano blanco”. Según Martin, “No puedes comprometerte con personas que ven la oposición como algo malo y creen que tienen una misión de Dios. El nacionalismo cristiano blanco tiene que ser derrotado, no hay término medio”.
Esta agenda está muy avanzada en Estados Unidos, país fundado políticamente sobre los valores morales absolutos contenidos en las Escrituras -y por eso, odiado por las demás naciones”.
En nuestros países latinoamericanos, hijos de la Revolución Francesa y del paganismo romano, no han sido tan incisivas porque, precisamente, están bajo un régimen cultural diseñado por el Humanismo (paganismo) y, por tanto, no existe un nexo histórico cultural con la obediencia y conocimiento de las Escrituras, sino que, hay que decirlo, el conocimiento de las Escrituras y sus verdades se circunscriben a lo que los líderes religiosos y políticos les imponen como si fuera orden de Dios, pero que no lo son, sino doctrinas de hombre para atracar crédulos. Humanismo… Paganismo.
La agenda del marxismo cultural (Humanismo, paganismo) se puede resumir en convertir en ley la moral anti cristiana, dice Jones. “Negar los binarios morales comunes del pasado, como el matrimonio heterosexual normativo y las distinciones hombre-mujer. En lugar de que la moral bíblica influya en las políticas de la nación, es la moral antibíblica la que se impone a todos”, y esto se evidencia en todos los proyectos políticos y del legislativo en nuestras naciones. Colombia es ejemplo de este derrumbe de los valores cristianos. Se está convirtiendo en ley la inmoralidad. Y se está castigando, encarcelando y persiguiendo a quienes defendemos la verdad y los valores cristianos de occidente.
Qué sigue después del triunfo de Gustavo Petro
El problema no comienza con Gustavo Petro. De hecho, ha sido una tendencia en Colombia que se remonta hacia 1930, cuando el Partido Liberal, ya penetrado por el partido Comunista Internacional intensifica una campaña feroz donde se atacaba desde la prensa liberal a quienes pensaban que las normas católicas deberían regir cada aspecto del Estado.
Por supuesto, yo he estado en desacuerdo con las consecuencias políticas de un control del Vaticano sobre la soberanía nacional. El Vaticano es un Estado y ha ejercido soberanía supranacional durante muchos siglos, con consecuencias nefastas. Yo hablo de una soberanía nacional inspirada en la libertad cristiana, conforme al modelo bíblico y sin que esto signifique estar a favor de una teocracia aquí y ahora.
La soberanía nacional cristiana impide el influjo del globalismo, respeta las soberanías de otros países y defiende la suya propia de la intromisión de otros países. Algunos lo llaman “nacionalismo cristiano”, aunque a mí me parece un poco exagerado el término porque no se trata de una “soberanía nacional” por el mero hecho de ejercer control sobre un ámbito geográfico, sino el poder reconocer y trabajar con base en una cosmogonía cristiana que nos enseña que una nación, definida en términos geográficos, donde mayoritariamente se defiendan y se legisle sobre los valores morales absolutos contenidos en las Escrituras estará en posición ventajosa a otra donde se defienda y se legisle sobre valores anti bíblicos, es decir, Humanismo, paganismo. Cuanto mayor sea la cantidad de valores morales absolutos que adopte el país en su Constitución y su legislación, por medio del consenso social, mayores serán los beneficios (bendiciones) que conlleve esa aplicación. El modelo bíblico enseña que las naciones (con límites geográficos) donde se tenga a Dios como guía, tendrá mucho más éxito que una que no lo haga. Y no solamente el modelo bíblico lo demuestra; también la experiencia moderna lo comprueba.
El nacionalismo Humanista, hijo de la Revolución Francesa demuestra su fracaso en todos los países del mundo. Donde se ha impuesto, las consecuencias han sido injusticia, crimen, asesinatos, pobreza, inmoralidad asfixiante.
El establecimiento de una nación que, mediante el consenso social, acuerde colocar los valores morales absolutos de las Escrituras en su Constitución, leyes y modelo social, transforma benéficamente el país porque eso va muchísimo más allá del simple hecho de generar riqueza y poder político.
La cosmovisión Humanista, por otro lado, se disfraza de “derechos humanos” para institucionalizar la maldad, la degeneración, el asesinato de no nacidos, mientras se persigue social y jurídicamente a quienes nos opongamos a ello.
Sin lugar a dudas, un país donde se reconozca la soberanía de Dios no solamente es los púlpitos sino en las escuelas, el congreso y el ejecutivo, está en mejor posición que otro donde no se haga esto.
Dice Jones: “Creo que los políticos que operan con sabiduría mientras reconocen los límites de su poder y conocimiento gobiernan más efectivamente que aquellos que piensan que son omniscientes y todopoderosos. La visión del mundo que trata las diferencias de género, tanto en forma como en función, como arbitrarias e insignificantes, pero trata la raza, especialmente la fusión del color de la piel y la naturaleza pecaminosa caracterizada por la “blancura”, como incrustada en la naturaleza humana, no tiene posibilidad de comprender la compleja relación entre convicción espiritual y vida pública.”
Como cristianos, debemos oponernos a toda legislación y normatividad que ataque frontalmente los valores morales absolutos contemplados en las Escrituras
Durante mucho tiempo se nos ha enseñado, desde los púlpitos, la academia y los estrados judiciales, que los creyentes debemos limitarnos a repetir como loros las doctrinas que nos han sido heredadas por las iglesias, denominaciones y seminarios bíblicos, y mantenernos callados sobre los aconteceres políticos, culturales y socioeconómicos de nuestra nación. Hablar del evangelio no impide que se hable de lo otro. Al revés, obliga.
Hablar de la salvación mediante Jesucristo implica necesariamente hablar de las consecuencias malignas que trajo a la humanidad haberse alejado de Dios. Y eso incluye el homosexualismo, el aborto, la inmoralidad sexual, la falta de misericordia, etc. Todo esto tiene consecuencias, no solo en el “más allá”, sino en nuestro presente, en nuestras naciones, nuestras familias, nuestras instituciones.
Las Escrituras enseñan constantemente que los creyentes debemos obedecer a Dios si queremos obtener una mejor vida y, muy importante, aún viviendo en una nación donde no se obedezcan los valores morales absolutos, los creyentes no estamos exentos de tal obediencia y, muy importante, siguiendo esas normas podemos traer bienestar a esa nación. Así se los dijo Dios cuando, debido a sus pecados y abominaciones, los envió al destierro en esclavitud:
“Así dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, a todos los desterrados que envié al destierro de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas y habitad en ellas; plantad huertas y comed de sus productos. Tomar esposas y tener hijos e hijas; tomad mujeres para vuestros hijos, y dad en matrimonio a vuestras hijas, para que den a luz hijos e hijas; multiplíquense allí, y no disminuyan. Mas buscad el bienestar de la ciudad adonde os he enviado al destierro, y orad al SEÑOR por ella, porque en su bienestar hallaréis vuestro bienestar. (Jeremías 19:5–7).
Dios les ordenó, si querían ser bendecidos, y bendecir la tierra donde llegaron, que obedecieran las normas morales enseñadas a su pueblo, incluidas el matrimonio heterosexual, la procreación sin aborto y la negación de las prácticas homosexuales tradicionales en el paganismo babilónico… la adoración verdadera traería beneficios a la nación donde estuvieran, tal y como sucedió en el Egipto de la época de José.
¿Qué traduce esto para Colombia?
Igual. Como cristianos, debemos oponernos a toda legislación y normatividad que ataque frontalmente los valores morales absolutos contemplados en las Escrituras. Debemos organizarnos, como lo proponemos en Nueva República, en un movimiento defensor de esos valores.
Muchísimas personas que se consideran de “derecha” creen que el peligro es que llegara un comunista al poder, pero no tuvieron problema en votar por un abortista, pro ideología de género, ligado a la criminal Oficina de Envigado (Federico Gutiérrez) con tal de que no ganara Petro; luego, cuando había que definir entre Petro y Rodolfo Hernández, todos los que se creen de “derecha” (incluidos los líderes cristianos), hicieron un llamado para votar por Rodolfo Hernández para “salvar al país del comunismo”, sin importarles que Rodolfo admiraba a Petro y era, igual que éste, un defensor del aborto, la ideología de género, la legalización de las drogas, un inmoral desvergonzado, un ladrón usurero que se se aprovecha de la necesidad de los pobres para acrecentar su riqueza.
Evidentemente, en Colombia no existió nadie, con excepciones que pueden contarse con los dedos de una mano, que pusiera de relevancia que lo importante era la defensa de los valores morales absolutos contenidos en las Escrituras, y que era irrelevante si tal o cual candidato se mostraba como “anticomunista”, si defendía la inmoralidad que los comunistas defienden. Así sucedió con líderes que el populacho consideran como de “extrema derecha”, como María Fernanda Cabal, Enrique Gómez Martínez, y un par más de marxistas culturales que desprecian los valores morales cristianos, aunque ellos mismos se cataloguen como “cristianos”.
Estas personas, bajo la manida y malinterpretada frase de Jesús, quien se refería al comportamiento bajo tiranías peligrosas, manifestó: “Dad al César lo que es del César, pero a Dios lo que es de Dios”
Eso significa que debemos darle al César lo que sea suyo, pero no cuando eso implica dejar de darle a Dios lo que es de Dios. Y eso incluye nuestra adoración verdadera, que se traduce en ser “luz del mundo” para enseñar a otros que obedeciendo a Dios podemos traer bendiciones a nuestra familia y a nuestra nación.
Cuando un grupo de cristianos obedece a Dios, ora por la nación donde se vive mientras enseña a otros sobre esos beneficios, acá y ahora (no para la vida después de la muerte), Jehová trae bendiciones a esa nación (entendida como límites geográficos), y esa es una verdad absolutamente bíblica.
Porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos. (Mateo 5:44-45)
Las personas, en todo lugar, deben saber que Dios es benefactor de todos. Y que, incluso si se es ateo, esa bendición puede ser alcanzada solo por no perseguir a los creyentes.
En Colombia ofrecemos esa posibilidad, que venimos construyendo como propuesta desde hace más de 10 años, a sabiendas de que este momento llegaría.
Se llama “Nueva República”, un partido de derecha con valores cristianos.
Salir de Petro y sus bandidos, puede lograrse, si ustedes así lo desean de verdad.
VEA EL VIDEO ACÁ:
Comentarios