EL DEBATE QUINIOU – SENIK SOBRE KARL MARX
El dominio total de una clase sobre la sociedad es lo contrario del principio de la democracia, en la cual todos los ciudadanos son iguales en derechos. El comunismo es el resultado de una revolución contra un régimen de elecciones libres
El debate Quiniou-Senik sobre Karl Marx
El dominio total de una clase sobre la sociedad es lo contrario del principio de la democracia, en la cual todos los ciudadanos son iguales en derechos. El comunismo es el resultado de una revolución contra un régimen de elecciones libres
Institut d’Histoire Sociale, Paris
http://est-et-ouest.fr/chronique/2015/151102.html
2 de noviembre de 2015
Traducido del francés por Eduardo Mackenzie
Filósofo titular del diario comunista L’Humanité y detentor de un blog en el portal Mediapart, Yvon Quiniou sueña, dice André Senik, con un Marx que sería más puro que la nieve. A continuación publicamos el artículo que Quiniou publicó en su blog de Mediapart y las respuestas de André Senik. André Senik es filósofo y profesor de filosofía. Es autor de Marx, les Juifs et les droits de l’homme (Editions Denoel, Paris, 2011). Su nueva obra, Le Manifeste du Parti communiste aux yeux de l’histoire (Editions Pierre-Guillaume Roux, Paris) acaba de aparecer.
Para empezar debo saludar, escribe André Senik, a Yvon Quiniou por el tono empleado en su crítica de mi libro, la cual no transpone la lucha de clases al debate filosófico. Un liberal como yo sólo puede saludar esa actitud.
Enseguida, tengo que constatar que Quiniou y yo no coincidimos tras la lectura de los mismos textos, probablemente porque nuestra relación personal con el comunismo y el totalitarismo en general no ha sido la misma. En cuanto a mí, sé la felicidad que tengo de haber escapado a la barbarie nazi y a la catástrofe estalinista, de la cual yo mismo habría podido ser un actor si París hubiera conocido la suerte que corrió Praga.
Por eso adhiero a la democracia liberal y pluralista contra la que Yvon Quiniou apoya el punto de vista revolucionario de Marx.
Pero ser consciente de que no estamos de acuerdo no impide examinar los argumentos razonables y confrontarlos.
Me limitaré a responder a algunas de las afirmaciones de Quiniou y, si es posible, con los textos pertinentes.
Yvon Quiniou escribió: André Senik contra el Manifiesto Comunista. El título de su libro Le Manifeste du Parti communiste aux yeux de l’histoire (El Manifiesto del Partido Comunista ante los ojos de la historia, Editions Pierre-Guillaume Roux, Paris) es restrictivo porque no rinde tributo a la claridad, a la información y la habilidad del Manifiesto. Ni a su forma de honestidad: el autor se convirtió al anticomunismo (después de haber sido comunista y dirigente en su juventud de la Unión de Estudiantes Comunistas) y su libro tiene la consistencia de esa posición radical, compartida, desgraciadamente, por muchos hoy. Pero ella es asumida totalmente aquí pues Senik ahora es de derecha mientras que ese no es el caso de un [Laurent] Joffrin [director del diario izquierdista Libération], quien elogió el libro de Senik en Libération, en total contradicción con su identidad declarada de hombre de izquierda.
André Senik responde: Yo no me defino como de derecha pero repruebo todo lo que la izquierda porta de la visión marxista.
Yvon Quiniou escribió: Aquí es donde el zapato aprieta. Pues el anticomunismo primario y absoluto de André Senik constituye un prisma político e ideológico a través del cual el lee el Manifiesto Comunista y eso lo lleva a no entenderlo, lo que es un defecto intelectual invalidante a mis ojos. Pues se puede negar el mensaje de ese gran texto, admirado por muchos (como Max Weber, Umberto Eco, Stephan Zweig, Milan Kundera, que él cita), pero habría que entenderlo objetivamente y juzgarlo sólo después de haber restaurado la verdad interior, como pudieron hacerlo Aron o Gauchet. Lo que no es el caso aquí. No quisiera sobrecargar excesivamente la acusación, pero ese libro está lleno de malas interpretaciones, de distorsiones, de aproximaciones o incluso de contradicciones que desacreditan la denuncia permanente que hace de ese texto deslumbrante que jugó un papel fundamental en la historia del siglo XX, así hicieran lo contrario de lo que él preconizaba.
André Senik responde: El Manifiesto es realmente impresionante, de lo contrario no habría seducido a tanta gente. Eso es lo que explico en mi libro. Pero eso no impide que miremos los efectos perversos que causó a contrario de lo que preconizaba, es decir, sus efectos trágicos. Hay que escapar, por el contrario, a esa seducción sofisticada desmontándola.
Yvon Quiniou escribió: Sólo unos pocos ejemplos de estos defectos, pues se encuentran en casi todas las páginas. Marx habría negado los derechos del hombre desde que escribió su libro sobre la cuestión judía, con el pretexto de que él tenía una visión sociológica del hombre, ocultando su condición de individuo: ¡falso!
André Senik responde: Yo digo que Marx combate los derechos del hombre en su libro Sobre la cuestión judía bajo la única excusa de que él crítica de la manera más clara los artículos que hablan de la libertad, de la igualdad, de la propiedad y de la seguridad. Un lector que mire ese texto podrá fácilmente decir quien tiene aquí la razón.
Yvon Quiniou escribió: La idea de que el hombre está históricamente condicionado y alienado por su pertenencia de clase – lo que es un hecho – no impide considerar la democracia política heredada de 1789 como un “gran progreso” y como “una fase necesaria” en la vía hacia la emancipación humana, excepto que ello no debe hacernos olvidar que es sólo una fase parcial y que debe complementarse con la democracia económica y social que emancipa al hombre completamente.
André Senik responde: Marx, en Sobre la cuestión judía sostiene que la emancipación política no ha emancipado al hombre del particularismo de la religión, de la propiedad, de la industria, etc., lo que debe ser la emancipación humana. No hay otra continuidad que la continuidad cronológica entre la emancipación política y la emancipación humana. La emancipación política debe ser superada por la emancipación humana en el sentido del verbo alemán aufheben, que es traducido también por abolir. Un lector que mire el texto podrá fácilmente decir quien tiene aquí la razón.
Yvon Quiniou escribió: Y la gestión del desarrollo del individuo es esencial para él.
André Senik responde: Sobre eso tenemos un punto de acuerdo, aunque llegamos a conclusiones opuestas. Yo expliqué que el bien absoluto para Marx es el desarrollo ilimitado de las fuerzas humanas, a nivel individual y social. Pero que para él la condición de esa ilimitación del desarrollo de las fuerzas del individuo es el abandono de toda autonomía individual, la interdependencia total de todos y de cada uno.
Yvon Quiniou escribió: “El proletariado debe abolir el Estado burgués para realizar su personalidad”, dijo Marx en La Ideología Alemana (afirmación olvidada por el autor), lo que excluye automáticamente la idea apoyada por Senik de un comunismo totalitario, anti-humanista y anti-individualista. Además, ¿Marx no criticó muy joven, en los Manuscritos de 1844, la idea de un “comunismo vulgar que no tiene en cuenta el talento” y no puso inmediatamente en el centro de sus preocupaciones el fin de la alienación individual, y no sólo de la alienación socio-histórica de clase – tema que se encuentra en el capítulo 2 del Manifiesto? Otro ejemplo: la idea de que según Marx la revolución sería o debería ser necesariamente violenta.
André Senik responde: Yo me contento con citar el llamado final del Manifiesto: “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Ellos proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados mediante el derrocamiento violento de todo el orden social pasado.”
Yvon Quiniou escribió: Se olvidan de todo lo que él dice sobre la revolución como un proceso implementado por “la inmensa mayoría” y no sólo “en su interés” – lo que abre, inevitablemente, una perspectiva democrática a la revolución: la democracia no sólo es su meta sino la forma en que debe llevarse a cabo – algo que Senik niega contra las formulaciones mismas del Manifiesto (cap. 1).
André Senik responde: El dominio total de una clase sobre la sociedad es lo contrario del principio de la democracia, en la cual todos los ciudadanos son iguales en derechos. El comunismo es el resultado de una revolución contra un régimen de elecciones libres.
Yvon Quiniou escribió: De allí que de su lectura de Marx surge la idea totalmente falsa de una teoría del Partido que anticipa la de Lenin, la de un partido de vanguardia que impone sus puntos de vista al movimiento obrero: es lo contrario de lo que sostiene Marx en la tercera parte del Manifiesto, en donde dice que los comunistas son sólo, pero con fuerza, la fracción “más activa” y la más ilustrada del movimiento obrero, lo que no tiene nada que ver con el leninismo y sus riesgos potencialmente dictatoriales, donde el Partido substituye al movimiento popular “de la inmensa mayoría”.
André Senik responde: Si ellos se proclaman los únicos capaces de dirigir todo el movimiento obrero, y si pretenden ser esencialmente los mejores en cuanto a la teoría y a la práctica, ¿por qué no serían ellos los líderes legítimos? ¿No hay una sola idea correcta que se pueda tomar de los demás como lo dice el Manifiesto en su sección acerca de la “literatura socialista y comunista?”.
Yvon Quiniou escribió: Último ejemplo, que es la base de todo el trabajo de Senik. Él dice que la concepción de Marx de la historia es más especulación filosófica que ciencia histórica (p. 93 y ss.), y que ella estaría animada por un profetismo mesiánico y teleológico, religioso como hegeliano y que hace caso omiso de toda dimensión moral de la acción política (este argumento aparece con frecuencia en el libro). Realmente, eso es mala fe o un déficit de comprensión. Marx ha criticado en repetidas ocasiones la visión idealista de la historia de Hegel, y toda su obra de madurez se basa en estudios empíricos y científicos de la realidad social y económica.
André Senik responde: En 1859, Marx dice que en 1845, al formular una crítica de Hegel, su “forma de ver la historia” había sido elaborada en coincidencia con la de Engels:
“El primer trabajo que acometí para resolver las dudas que me asaltaban fue una revisión crítica de La Filosofía del Derecho, de Hegel, trabajo cuya introducción apareció en el Deutsch-Französische Jahrbücher, publicado en París en 1844. ( …) El resultado general al que llegué y que, una vez adquirido, sirvió de guía a mis estudios, puede ser brevemente formulado así: (…) Friedrich Engels, con quien, desde la publicación en el Deutsch- Französische Jahrbücher de su brillante esbozo de una contribución a la crítica de las categorías económicas, mantuve un constante intercambio de ideas por escrito, había llegado por otro camino (comparar su obra La Situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo y, cuando en la primavera de 1845 él también se estableció en Bruselas, resolvimos trabajar en común para despejar el antagonismo que existía entre nuestro punto de vista y la concepción ideológica de la filosofía alemana; de hecho, para ajustar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior. Ese plan fue realizado y tomó la forma de una crítica de la filosofía post-hegeliana. El manuscrito, dos gruesos volúmenes en octavo, estuvieron durante mucho tiempo en manos del editor en Westfalia cuando supimos que las nuevas circunstancias impedían su impresión. Abandonamos fácilmente el manuscrito a la crítica roedora de los ratones pues ya habíamos logrado nuestro objetivo principal: ver con claridad dentro de nosotros mismos. De los trabajos dispersos en los que presentamos al público en ese momento nuestros puntos de vista sobre diversos temas sólo mencionaré el Manifiesto del Partido Comunista, redactado por Engels y yo en colaboración, y el Discurso sobre el Libre Cambiopublicado por mí. Los puntos decisivos de nuestra manera de ver fueron por vez primera esbozados científicamente, aunque en forma polémica, en mi escrito, publicado en 1847, y dirigido contra Proudhon: Miseria de la Filosofía, etc. “
Yvon Quiniou escribió: y si su obra incluye fórmulas impregnadas de un necesarismo histórico, con acentos hegelianos, que no son admisibles, hay que desembarazarlo de eso en nombre de su propio materialismo… ¡y no condenarlo! Además, el mismo Jaurès, a quien recurre el autor para recusar a Marx, no se limitó a hacer un análisis crítico del Manifiesto sobre ciertos temas, especialmente sobre el método de la acción revolucionaria; él saludó de manera ditirámbica el hecho de que haya querido por primera vez comprender científicamente la historia y le haya puesto fin al utopismo político, cuyo mesianismo de tipo hegeliano es una figura disfrazada (ver “Question de méthode” en El espíritu del socialismo, p. 29. El habla incluso en ese tema de “la gloria de Marx”).
André Senik responde: El hecho es que Jaurès y muchos otros creían que el gran relato que abre el Manifiesto era científico. Louis Althusser, más marxista que el propio Marx, acabó abriendo los ojos y escribió: “Yo no sé si la humanidad conocerá algún día el comunismo, esa visión escatológica de Marx.”
Yvon Quiniou escribió: Por último, está la cuestión de la moralidad y del anti humanismo marxista, sobre el que Senik sigue cometiendo contrasentidos para mejor justificar su anticomunismo primario. Que hay un anti humanismo teórico marxista, como lo sostiene Althusser, eso es evidente: no es a partir del Hombre en general que se comprende la historia, sino a partir de las condiciones materiales de la producción y de los hombres que actúan en ella estando condicionados por ella. ¿Quién negará eso hoy en vista del peso aplastante de la economía en nuestro mundo? Pero eso no significa para nada un anti-humanismo práctico, por el contrario, incluso si un tal humanismo práctico es difícil de concebir o de elaborar intelectualmente a partir de Marx, falta poder referirse a un Sujeto humano abstracto que lo fundamentaría y yo le admito a Senik esa idea. En cambio, ese humanismo, o esa atención fundamental acerca de lo humano, existen sin duda en Marx, iluminan incluso toda su obra, sin anular su registro científico, y ese punto converge sobre la cuestión de la moral, cuya presencia es negada por Senik al autor del Manifiesto, lo que facilita su acusación. Él se niega a ver en el proyecto comunista (a diferencia de Aron, de nuevo) las intenciones generosas, “universalistas y humanistas” (pág. 30) al no ver sino una visión economista y productivista de la vida humana. Eso es totalmente erróneo, aunque el discurso explícito de Marx aquí sea ambiguo.
Por un lado, es cierto que, en el discurso reflexivo que tiene Marx sobre ese tema, el rechaza casi siempre la instancia de la moral, viéndola como “la impotencia en acción”, y que él intenta sustituir una base de la necesidad del comunismo ligada a la única comprensión científica del desarrollo histórico del capitalismo, a partir del análisis de sus contradicciones económicas y sociales.
André Senik responde: Ese es, en efecto, el único punto de vista de Marx: no hay en él otra referencia última que no sea la Historia. En el Manifiesto él se burla cruelmente de las personas que se asumen como benefactoras de la humanidad.
Yvon Quiniou escribió: Aquí hay que ser honestos: Senik señala una verdadera dificultad del pensamiento de Marx (incluso en elManifiesto) y si él estuviera en lo cierto, el marxismo encerraría en si una amenaza totalitaria ya que excluiría la menor preocupación moral por el respeto del ser humano, no en cuanto a sus fines, sino en cuanto a los medios de su acción política. Voy más lejos: el inmoralismo teórico, para llamarlo así, es para mí uno de los factores ideológicos de la tiranía criminal del estalinismo, que poco se preocupa del respeto de la vida humana y de los derechos propios de cada individuo. ¡Con la moral o con más moral, habríamos hecho menos muertos! Pero esta apreciación filosófica de inmoralismo (o de amoralismo) me parece inexacta en el fondo. Porque hay una exigencia moral constante en la obra de Marx, tanto en su crítica del capitalismo (sin valores, sin crítica) como en su reivindicación del comunismo. Ello fue formulado muy temprano en un texto de juventud que Senik oculta (en la Introducción a la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel), donde argumenta que la crítica de la religión, que el acaba de hacer, desemboca en “el imperativo categórico de derrocar todas las relaciones sociales que hacen del hombre un ser humillado, esclavizado, abandonado, despreciable”: ¡eso es puro Kant pero aplicado a la condición social concreta de los hombres! Y encontramos esa preocupación moral expresada en otros textos, aunque son muy pocos. Aun así, el comunismo, contra lo que dijo Marx, y que es retomado por Senik para denunciar mejor su pensamiento, es también “un ideal (moral – YQ) sobre el cual la realidad tendrá que ajustarse”… pero con el acuerdo de los hombres.
André Senik responde: Como toda respuesta me limito a citar: “El comunismo no es un estado de cosas que conviene establecer, ni un ideal al que la realidad tendrá que acomodarse, sino el movimiento real que suprime el estado actual de las cosas”. (La Ideología Alemana).
Yvon Quiniou escribió: Y esa dimensión evidente del ideal, Jaurès, siempre él, la presentó para justificar a nivel normativo el proyecto comunista, para aceptarlo y hacerlo aceptar plenamente. ¿Por qué Senik no se acuerda de eso?
André Senik responde: Porque yo no confundo las intenciones morales de aquellos que admiraban a Marx con la naturaleza del texto en la que ellos proyectaban sus esperanzas. ¿Cuántos han creído que el comunismo buscaba el ideal de la libertad, en el sentido de la libre elección, de la igualdad de ingresos, o de la justicia dictada en nombre de la ley, es decir de muchas cosas que no se encuentran en la obra de Marx.
Yvon Quiniou escribió: En segundo lugar, en cuanto al contenido de ese ideal en su forma política concreta, también es erróneo sostener que se centra exclusivamente en la vida económica y social del hombre. Por el contrario, esa reducción, que toma la forma de una mercantilización generalizada de la vida en el capitalismo, el Manifiesto la denuncia muy bien (cap. 1) – lo que Senik no niega – ¡lo que es rechazado básicamente por Marx para el futuro! ¿Y cómo podía pensar de otro modo tras la crítica feroz y justificada que él había hecho? Pues en su juventud, de nuevo, él rechazó un comunismo que se contentaría con hacer circular bienes a todas las categorías y hacer consumerismo, como el capitalismo constantemente nos ofrece la proposición mediocre, ¡lo que es de gran actualidad! En el Manifiesto y en la misma línea teórica, el denuncia lo que la burguesía hace de la cultura, a saber, “una gran domesticación para hacer de la gran mayoría unas máquinas” (2 ch.): ¿No es eso lo que ocurre ante nuestros ojos hoy, con la subordinación de la educación a los objetivos económicos y, en compensación, una cultura cinematográfica o televisual de masas, importada de los Estados Unidos, cuyo horizonte antropológico es de una mediocridad tremenda? Y más tarde, en El Capital sin ruptura entonces, el propondrá como estilo de vida ideal “en consonancia con la naturaleza humana”, no una existencia dedicada exclusivamente a la producción material, sino más bien, una existencia que apunte al “desarrollo de las capacidades humanas considerado como un fin en sí mismo” (cito de memoria, pero lo esencial está ahí).
André Senik responde: De hecho, ese es el bien absoluto de Marx, y no la libertad ni la justicia, como algunos creen.
Yvon Quiniou escribió: Y él agrega en alguna parte que eso implica que se reduzca el tiempo diario de trabajo productivo, para que el hombre, cada hombre individual, pueda disfrutar de su vida fuera de las restricciones alienantes para él. ¿Dónde vemos aquí alguna alabanza del hombre reducido a su función económica productiva, como alega Senik (véase, por ejemplo, p. 89)?
André Senik responde: Nadie encontrará esa afirmación en la página 89 de mi libro. Yo sólo reitero allí que en la obra de Marx lo económico y lo social son determinantes en última instancia de todos los aspectos de la realidad humana.
Yvon Quiniou escribió: El confunde lo que el capitalismo hace del hombre y lo que el comunismo quiere hacer, que es exactamente lo contrario. Salvo que, por supuesto, y fuera de toda utopía, solo un adecuado desarrollo de las fuerzas productivas permite al hombre, a todos los hombres, emanciparse del peso de la producción económica de la cual siguen paradójicamente dependiendo en su libertad misma.
No podría terminar, salvo si reniego de mí propia exigencia de honestidad intelectual, sin volver sobre los procedimientos hábiles, sin lugar a dudas, de ese examen crítico del Manifiesto, que podrían escapar al lector no informado. Ellos son casi siempre, incluso sin que lo advierta el autor, que yo creo sincero, ya lo he dicho, las deformaciones del pensamiento de Marx. Sólo mencionaré unos pocos ejemplos, de nuevo. Al hablar de la oposición de clases, como lo expresa literalmente el Manifiesto (Ch. 1), Senik, bajo el pretexto de las traducciones dominantes, traduce ese término como antagonismo. Eso no es en sí escandaloso –las oposiciones de clase descansan sobre los antagonismos de intereses— pero eso tiende a sugerir que Marx tendría una visión excesivamente violenta de las relaciones sociales, ¡olvidando su complejidad y su pluralidad en una sociedad democrática!
André Senik responde: Hay una traducción no dominante pero muy autorizada, incluso entre los traductores que tomaron nota de la diferencia entre el término alemán y su traducción al francés. Esa traducción es la de Laura Lafargue, la hija de Marx, traducción que tiene el respaldo de Engels.
Yvon Quiniou escribió: ¡Todos podrán apreciar! Del mismo modo, hablando de cómo Gauchet dice, sobria y con prudencia, que Marx no es el antepasado de Lenin y que no hay, sino, como mucho, “virtualidades” de pensamiento totalitario en Marx, el transforma esa idea cautelosa en la afirmación de que “el pensamiento de Marx sería intrínsecamente ambivalente” (p. 122), lo que en nada corresponde con lo que dice Gauchet, quien es hostil a Lenin pero no a Marx!
André Senik responde: ¿Gauchet no hostil a Marx? Durante mi debate con él oí decirle que él no recomienda seguir a Marx.
Yvon Quiniou escribió: Por último, hay un tema que recorre por supuesto todo el trabajo de Senik: que Marx en el Manifiesto, pero también en otros textos, habría estado a favor de una revolución violenta (ya he aludido a eso arriba), una idea que habría sido la matriz de la revolución bolchevique y que el Manifiesto habría sido el origen ideológico de ésta. Pero esto también constituye una distorsión del concepto de Marx (y de Engels). La noción de “dictadura del proletariado” es central aquí. En primer lugar, tomado literalmente, esa dictadura sería la de una “gran mayoría”. ¿Cómo esa dictadura vendría a ser en el sentido habitual del término en donde el poder absoluto y represivo lo ejerce un solo individuo o una pequeña minoría sobre una gran mayoría?
André Senik responde: Repito: la dictadura de una clase, aunque ella sea mayoritaria, es lo opuesto absolutamente a la democracia, a menos de que confundamos el proletariado con el pueblo en el sentido de demos.
Yvon Quiniou escribió: Enseguida, hay una tesis sobre el hecho de que el poder del Estado es siempre el de una clase, cualquiera que sea la forma concreta que toma y que puede ser formalmente democrática: ¿no hay una dictadura de la burguesía y de los mercados financieros hoy, ya sea a través de las instituciones jurídicamente democráticas?
André Senik responde: El Estado de Derecho es lo opuesto a la dictadura. La idea de Marx y de los marxistas es que la dictadura del proletariado no es más dictatorial que la democracia parlamentaria y el Estado de Derecho. ¿Mi interlocutor y yo estaríamos sufriendo bajo un régimen de dictadura? ¿De quién se burla?
Yvon Quiniou escribió: La dictadura del proletariado (en el sutil sentido que él le da y que designa el poder de una “gran mayoría” popular) es todo lo contrario… excepto que ella tendría que tener una forma verdaderamente democrática, lo contrario de lo que el término dictadura sugirió durante el siglo XX. La admiración de Marx por la Comuna de París, saludada más tarde por Engels como lo que se debe entender por “dictadura del proletariado”, es la prueba concreta, como es la prueba concreta de que Marx era un demócrata auténtico, cosa que Senik olvida por completo u oculta deliberadamente, obligado como estaría a renunciar a su proceso injusto contra Max y contra el Manifiesto.
André Senik responde: Ninguno de los atributos de la democracia están presentes en la obra de Marx: una sociedad establecida voluntariamente por los ciudadanos que la componen; todos los ciudadanos tienen derechos; cada grupo social se puede expresar libremente gracias a la libertad de prensa, y defender sus derechos; los electores pueden cambiar los gobiernos, la justicia es un poder distinto del poder legislativo y del poder ejecutivo. Nada de eso hubo en la Comuna de París.
Yvon Quiniou escribió: Senik cede aquí a la moda ambiente, a sus propios peligros que él no parece sospechar y de los cuales él podría un día, a pesar de sus ideas liberales, ser la víctima… si la extrema derecha llega al poder ante la ausencia de una verdadera alternativa de izquierda al sistema actual. Contrariamente a lo que toda la argumentación de este libro intenta demostrar de manera inteligente pero falsa, el Manifiesto, concentrado indudable del pensamiento comunista de Marx, no es en ningún caso responsable de lo que se hizo en su nombre. Ese texto nos ayuda al contrario a comprender el trágico fracaso y reabrir el futuro a pesar de ese fracaso, en su mismo nombre, incluso a rectificar o a enriquecer algunas de sus propuestas con ayuda de los conocimientos contemporáneos.
Pero, concluye Yvon Quiniou, termino aquí pues no quiero convertir mi blog en un blog marxista (o marxólogo) ¡y “anti anticomunista”! Yvon Quiniou.
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