JUAN CARLOS POSADA, ¿OTRO ASESINATO ANUNCIADO?
6 años hace Ricardo Puentes MeloLa olla que se está destapando muestra toda la podredumbre de nuestra clase política, de nuestro sistema judicial; todos embadurnados hasta el cogote con dineros y sociedades del narcotráfico
Por Ricardo Puentes Melo
Marzo 27 de 2019
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
¿Será Juan Carlos Posada otro asesinado en este gobierno donde impera el crimen, las componendas y el narcotráfico?
Juan Carlos Posada es un hombre de las entrañas del uribismo, muy cercano a los hijos de Álvaro Uribe -Tomás y Jerónimo-, a quienes asesoró en muchas de las empresas que ellos iniciaron mientras su padre era presidente. Lo que nunca imaginó es que se convertiría en una víctima más de los narcoterroristas y, peor aún, que sus victimarios tuvieran estrechos nexos con el uribismo y, además, que la indolencia y el desprecio del Centro Democrático (uno de cuyos candidatos está denunciado penalmente por Posada) lo convirtiera en un objetivo de la mafia que se ha ido enquistando en ese partido.
La historia que nos cuenta este hombre de negocios, experto en el tema, sufrió un viraje desde el momento en que, habiendo ya renunciado a sus relaciones comerciales con la familia Uribe -por cuestiones que por ahora no son del caso relatar- y luego de tener un altercado con el cuñado de Uribe, Carlos Enrique Moreno -quien le lanza una frase que para Juan Carlos quedó entendida como una amenaza de muerte-, decidió, en el año 2010, adquirir una finca y terminar sus relaciones laborales con esa familia. Su vocación ancestral de campesinos y ganaderos lo llevó a buscar desarrollar un nuevo negocio allí.
Contrató un mayordomo de nombre Jorge Hernán Salazar, cuñado de su suegro, Fernando Arango González, y muy pronto se enteró de que este personaje lo estaba robando. Además, supo que delinquía junto al narco Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta. Así que lo despidió y asumió personalmente el manejo de la finca.
Su suegro, Fernando Arango González, se enoja por el despido del cuñado y le reclama a Posada, quien le recuerda que la Hacienda es de él solamente.
El cuñado de Uribe, Carlos Enrique Moreno, lanza una frase que para Juan Carlos quedó entendida como una amenaza de muerte
“Yo puse en los papeles a mi suegra y al hijo, pero solamente por deferencia con mi esposa -narra Posada- y a mi suegro lo mantenía porque él no tenía dinero. Yo aún no sabía por qué.”
Pronto se enteraría. Cuando Juan Carlos despide al tío de su esposa, por narco y bandido, su suegro, Fernando Arango González, ya desatado en cólera, le dice: “Usted se está metiendo con la persona equivocada. Para que lo sepa, yo estuve preso en Estados Unidos por narcotráfico. O usted me da mi parte del negocio con la petrolera, o se atiene a las consecuencias.”
Suegro y yerno se dejan de hablar. Juan Carlos deja de pasarle dinero. Se entera hasta del alias de su suegro en el mundo criminal: “Chéchere”. Y también del alias del cuñado de éste: “Medio-tiempo”.
La petrolera, de la que hablaba Fernando Arango González, es la Parex Resources Colombia Ltda. Posada, viendo que en cercanías de la finca Parex estaba realizando estudios sísmicos, habló con esa empresa canadiense que, casi de inmediato, le ofreció a Posada pagarle 210 millones de pesos por los derechos de hacer ese estudio.
Al parecer, a espaldas de Posada, su suegro Fernando Arango González había estado hablando con varios mafiosos, haciendo negocios con las propiedades de Juan Carlos. “Mi suegro era parte de la organización de Carlos Alberto Rentería, alias “Beto” Rentería, y yo no estaba enterado de nada. El estaba trabajando con Luis Giovani Caicedo Tascón, miembro del Cartel de Medellín y socio de “Beto” Rentería; ambos con negocios con el Chapo Guzmán. Esa fue una de las razones por las cuales me divorciaría luego.”
Solo un mes después, aparecen en la Hacienda un grupo de catorce personas fuertemente armadas, que dicen ser paramilitares desmovilizados. Al mando de estos bandidos está Beatriz Eugenia Rentería, hija del conocido capo Carlos Alberto Rentería. Ella llega, además, con su esposo puertorriqueño, Pedro Hernández y con Jhon Alexander Triana Mahecha, alias ‘Diomedes’, hermano de Arnubio Triana, alias ‘Botalón’, jefe de las autodefensas del Magdalena Medio. También los acompaña otro matón que se identifica como miembro de la Oficina de Envigado.
Para que todo quede legal, la hija del capo llega con el abogado Julio Mauricio Rivera, también de Cali y cercano a esos grupos. “El abogado Julio Mauricio Rivera Andrade me decía continuamente ‘Firme esto, a las buenas.. porque si no toca hacer hacer la sucesión cuando usted muera, esto se nos alarga’. Eso me decía mientras yo estaba siendo torturado”, narra Juan Carlos Posada.
Beatriz Eugenia Rentería le exige a Posada que le traspase de inmediato esa Hacienda, y le extiende las escrituras para que las firme. Como Juan Carlos Posada no sabe lo que está sucediendo ni por qué llegan armados y amenazantes a despojarlo. Por su mente cruza rápidamente la amenaza de Carlos Enrique Moreno, pero no encuentra nada que los conecte, salvo, tal vez, el hampón que se identifica como miembro de la Oficina de Envigado.
Julio Mauricio Rivera Andrade me decía ‘Firme esto, a las buenas.. porque si no toca hacer hacer la sucesión cuando usted muera, esto se nos alarga’. Eso me decía mientras yo estaba siendo torturado”
La hija del capo lo aterriza nuevamente en la realidad. Con varias armas apuntándole, Juan Carlos la escucha:
“Esta finca es de mi papá, Carlos Alberto Rentería, y he venido a reclamar lo que nos pertenece”, le dice extendiéndole de nuevo las escrituras mientras el abogado Julio Mauricio Rivera le extiende un bolígrafo.
¿Quién es Carlos Alberto Rentería?
Juan Carlos Posada había escuchado hablar de Carlos Alberto Rentería, y con toda razón. Alias “Beto” Rentería fue el último de los grandes capos del Cartel del Norte del Valle, capturado en Venezuela y extraditado a Estados Unidos, en el 2010. Un sanguinario asesino que reconoció haber tenido en su nómina a muchos políticos del Valle. En Estados Unidos, entregó varias rutas y denunció a varios de sus ex compañeros de delito; a cambio recibió una pena corta, de 7 años. Cuando regresó a Colombia fue capturado por la Fiscalía.
Su esposa, María Nury Caicedo, y sus dos hijas, Beatriz Eugenia y María Cecilia Rentería Caicedo, fueron incluidas en la Lista Clinton (Specially Designated Narcotics Traffickers o SDNT List) por tener empresas relacionadas con dineros del narcotráfico.
Se sabe que “Beto” Rentería ya estaba delinquiendo en el año de 1994, fingiendo ser un empresario azucarero y ganadero, con varias fincas en todo el país. Según él mismo lo reconoció, financió la campaña de Ernesto Samper a la presidencia de Colombia.
“Beto” Rentería es hermano del conocido “Poncho” Rentería, hombre de los afectos del uribismo en el Valle. Varios miembros de la familia Rentería viven muy cómodamente en los Estados Unidos.
El secuestro
Como Juan Carlos se negó a firmar, los bandidos lo secuestraron. Ese 14 de mayo de 2014, lo amarraron y lo sometieron a toda clase de torturas físicas y psicológicas, durante más de un mes. Cada hora, durante muchos de esos treinta y cinco días, los narcoterroristas lo levantaban con un baldado de agua fría, impidiéndole dormir; cada día le aplicaban electrochoques, y cada día lo golpeaban salvajemente en las plantas de los pies ocasionándole un daño neurológico cuyas secuelas permanecen hasta el día de hoy.
Para aumentar la presión, le enseñan fotos de los hijos saliendo de la casa, en el colegio, en todos lados. Al mismo tiempo, lo sacan a caminar descalzo y, a punta de tiros de fusil cerca de los pies, lo obligan a bailar y correr hasta que los pies quedan despellejados, en carne viva. Todo, mientras los bandidos sueltan risotadas. Le impedían ir a hacer sus deposiciones y lo obligaban a restregarse su propio excremento y a dormir así, a más de 38 grados centígrados. El lector podrá imaginar la fetidez de la mezcla de sangre y heces a esa temperatura.
En medio de su encierro, Posada pudo escuchar a Beatriz comunicarse con su padre, el narco “Beto” Rentería para hablar del progreso del secuestro y las torturas.
Desde el primer día del secuestro Beatriz Rentería le dice que su suegro, Fernando Arango González, está al tanto de todo. “No se extrañe -le dice la Rentería- Es más, Fernando nos dijo que para cuadrar con usted la única forma es matarlo.”
En medio de su encierro, Posada pudo escuchar a sus secuestradores que “Beto” Rentería había pagado 100 millones de pesos a “Botalón” para que éste lo obligara a firmar la cesión de los derechos sobre la finca. También escuchaba a Beatriz comunicarse con su padre, el narco “Beto” Rentería para hablar del progreso del secuestro y las torturas.
Entre los bandidos había uno que le decían “El Brujo”, que cada noche realizaba rituales de brujería realmente espeluznantes.
Finalmente, al cabo de 35 días, Juan Carlos Posada se doblega y acepta firmar la cesión de derechos.
Señala que apareció desde Cali el abogado Julio Rivera y le impartió las instrucciones para efectuar el traspaso de las acciones del negocio. Además de la transacción, 3.200 reses que había en la finca fueron vendidas, muchas de ellas falsificando permisos del ICA. El ingeniero no perdió la esperanza de luchar por el predio y obtener la devolución de unos dineros por las inversiones que le hizo a la finca sin éxito. Hizo un último intento y se comunicó con el abogado Rivera quien le aconsejó “cómprese un seguro de vida para usted y para sus hijos”.
Cuando sale del secuestro, va directamente a la Fiscalía en Bogotá. Pero no bien sale de allí, los bandidos lo llaman y le dicen: “¿Es que ud no entendió que estamos enterados de todo y que tenemos contactos en la Fiscalía? Le advertimos que no se atreviera a denunciar.” El Fiscal General en ese momento, era Eduardo Montealegre.
Juan Carlos Posada entra en un estado postraumático depresivo, y el médico le diagnostican casi un 80 % de incapacidad, como efectos de las torturas.
Los secuestradores lo citan en la Notaría 20 de Medellín para que el traspaso quede legalizado totalmente. Posada llama a la Notaría y advierte que se está cometiendo un delito. La notaria le dice que tranquilo, que ella va a arreglar el asunto, que no se preocupe. Pero a los 10 minutos, Posada recibe una llamada de los narcos, que le advierten por última vez que no siga haciendo ese tipo de cosas.
Así que Juan Carlos acude a firmar a esa notaría. La escritura queda a nombre de Alejandro Gómez Gálvez, hijo de Luis Mauricio Gómez Hoyos-que era quien dirigía todas las torturas que le hicieron-, jefe de sicarios de “Beto” Rentería.
Además de Gómez, el otro que figuró en las escrituras de la Hacienda es Luis Alfonso Castaño Rodríguez, miembro importante del Centro Democrático, muy cercano a la familia Uribe Moreno -según él mismo se ufanaba-, y a Oscar Iván Zuluaga. Castaño fue candidato a la Cámara de Representantes por ese partido. Posteriormente a este atraco, Gómez y Castaño le venden una pequeña parte de la Hacienda, una servidumbre, a la petrolero Parex, por 770 millones de pesos. Sobra decir que Posada no recibió ni un centavo ni por sus más de 2.200 hectáreas, ni las cabezas de ganado, ni los sembrados. Nada. De hecho, cuando sacan por primera vez 800 cabezas de ganado, se soborna a la policía y al ICA para permitir esto. Los bandidos ciertamente tenían altas conexiones políticas en todo lado.
Encima de eso, la DIAN lo embarga, haciendo caso omiso de las denuncias de Posada. Lo dejan en la calle.
Eso se hizo por medio de José Renán Trujillo, hermano de Carlos Holmes Trujillo, actual Canciller en el gobierno de Iván Duque
El asesinato del suegro
El 4 de marzo de 2016, Fernando Arango González, el suegro de Juan Carlos Posada, es asesinado a tiros que le propinaron unos sicarios. Las investigaciones determinarían luego que ese asesinato lo perpetraron hombres al servicio de “Beto” Rentería.
En efecto, Juan Carlos Posada denuncia que Luis Mauricio Gómez Hoyos, alias “Morro”, lo cita a la semana del asesinato y le dice que si no quiere seguir el camino de Arango, deje de denunciar. Gómez le dice a Posada que su suegro los estaba extorsionando, amenazando con contar a las autoridades dónde y cuáles eran las propiedades de “Beto” Rentería en el Valle, incluidas las fincas de caña de azúcar que estaban en manos de testaferros, a menos que le dieran cierta cantidad de dinero.
Para colmo de males, el hijo de Fernando Arango González, y cuñado de Posada, Ricardo Arango, lo llama y le pide dinero a cambio de no implicarlo en el asesinato. Como Juan Carlos no cede a la extorsión, intentan burdamente vincularlo al asesinato de su suegro
“Eso se hizo por medio de José Renán Trujillo, hermano de Carlos Holmes Trujillo, actual Canciller en el gobierno de Iván Duque -nos cuenta Posada. Renán Trujillo fue Superintendente de Salud en el gobierno de Uribe, y renunció en medio de un escándalo de corrupción. Lo acusaban de cobrar a cada EPS cerca de mil millones de pesos a cambio de no investigarlas o sancionarlas. Se sabe que José Renán Trujillo fue el encargado de hacerle campaña política a Ernesto Samper en el Valle, y se aseguró que él fue el enlace con carteles de la droga, como el de “Beto” Rentería, para recoger dinero del narcotráfico. Pero él nunca fue mencionado en el proceso 8.000.”
La esposa de José Renán Trujillo era prima hermana del narco Fernando Arango González, alias “Chéchere”. “Por todo esto, ellos querían desviar la autoría del asesinato de mi suegro, no querían implicar a “Beto” Rentería porque llegarían a darse cuenta de que el muerto era un mafioso, y primo hermano de la esposa de José Renán Trujillo. Por eso sale esa nota mentirosa en la prensa diciendo que Fernando Arango González era un cafetero y un empresario, cuando la verdad es que era un narcotraficante.”
Posada se comunicó con el Centro Democrático, ya que uno de los implicados es un directivo importante de ese partido. No ha recibido respuesta
Para resumir, hasta el día de hoy, a pesar de las denuncias hechas por Juan Carlos Posada, con pruebas, testimonios y demás, la justicia no ha hecho nada en absoluto. El Fiscal Néstor Humberto Martínez ha hecho oídos sordos frente al asunto, y los fiscales a cargo dicen que no tienen tiempo de investigar eso y que no hay recursos. El proceso se ha paseado por todos lados, cambian de investigadores, embolatan el proceso, dilatan el trámite, filtran información hacia los bandidos. Actualmente el proceso está en Barrancabermeja y allí duerme el sueño de los justos. Al contrario, increíblemente, los secuestradores de Posada interpusieron una denuncia contra él, acusándolo de “falsa denuncia”, algo impensable ya que la misma denuncia de Posada no ha tenido fallo. Pero eso al Fiscal Néstor Humberto Martínez parece importarle un bledo.
Mientras que la denuncia de Posada no avanza nada, la que interpusieron sus secuestradores va a toda marcha.
“Le he enviado al señor Fiscal Martínez más de 60 escritos, y no me han respondido ninguno, dice Juan Carlos. Escribí al gerente de Parex y jamás me contestó”
Posada ha tocado todas las puertas. El gobierno de Iván Duque le dijo que no iba a protegerlo porque no corría ningún riesgo especial, en tanto que en la Unidad de Victimas le refundieron el proceso.
También se comunicó con el Centro Democrático, ya que uno de los implicados es un directivo importante de ese partido. Le ha dirigido cartas a Nubia Stella Martínez, la directora Nacional de esa colectividad, pero nada. El silencio es total. Le comentó a su antiguo asesorado, Tomás Uribe, pero él le dijo que no quería saber nada porque no podía hacer nada. Y eso fue todo.
Nosotros le escribimos también a Nubia Stella Martínez pero nunca recibimos respuesta. Quien sí nos contestó fue Oscar Iván Zuluaga.
“jue., 28 feb. 15:04
Dr. Puentes :
Gracias por su consulta.Como usted bien sabe estoy alejado de las actividades de mi partido desde la elección al Congreso el año pasado. No intervine en la elaboración de la lista ni tengo relación con el señor Luis Carlos Castaño con quien no he hablado. En ese sentido no asumo responsabilidad ni gestión alguna. Cordial saludo. Óscar Iván Zuluaga Escobar”
El inminente riesgo que corre Juan Carlos Posada, es evidente. Nadie quiere defenderlo, nadie quiere investigar. Y creo que la razón es porque, además de este tema, Posada tiene información sensible y valiosísima sobre los sobornos de Odebrecht a la clase política, desde la época del gobierno de Álvaro Uribe.
“Yo sé cómo fue eso y tengo las pruebas, que guardo en otros países, por si me llega a suceder algo a mí o a mi familia”, dice Posada.
Todos recordamos los casos de los Pizano y Merchán, asesinados -de eso estoy convencido- envenenados, testigos claves de los sobornos de Odebrecht que han untado a casi toda la clase política en los gobiernos de Uribe, Santos y Duque; escándalo en el cual está vinculado el Fiscal General de la Nación y uno de los hombres más ricos del país, Luis Carlos Sarmiento Angulo, socio de Odebrecht, y cercano a Santos, Uribe y Duque, y antiguo jefe del hoy Fiscal Martínez.
Un miembro de inteligencia le reveló recientemente a Posada que Jorge Hernán Salazar estaba en Pereira contratando sicarios para asesinarlo
La olla que se está destapando muestra toda la podredumbre de nuestra clase política, de nuestro sistema judicial; todos embadurnados hasta el cogote con dineros y sociedades del narcotráfico.
Acá, una vez se conozca todo, no se salva nadie. Porque Colombia va a enterarse de la clase de bandidos que nos ha gobernado desde hace muchos años.
!Qué espanto!
Un miembro de inteligencia le reveló recientemente a Posada que Jorge Hernán Salazar, el tio de su ex esposa, bandido que trabajaba con alias “Chupeta”, estaba en Pereira contratando sicarios para asesinarlo.
Hace unos pocos días, además, Juan Carlos se topó de frente con el narco “Beto” Rentería y Mauricio Gómez, denunciado por Posada como el principal sicario del capo. Fue en la Notaría 10 de Bogotá, en la calle 100 con 11. Posada iba con su esposa y, por fortuna, los bandidos no lo vieron. Al parecer, el narcotraficante no duró mucho en la cárcel, porque ya anda por ahí, como si nada.
Dios cuide a Juan Carlos Posada y su familia. Desde acá estaremos pendientes de su caso.
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