LA INDUSTRIA DEL SIDA, UN NEGOCIO LUCRATIVO
El programa de prevención del VIH, impulsado por la industria del SIDA, es un negocio lucrativo
La Industria del SIDA:
Negocio Redondo en África*
Contribuido
En Estados Unidos el SIDA se diagnosticó por primera vez a principios de la década de los años 80. Pero aún hay muchas personas que buscan el origen del SIDA en África, señalando a los monos africanos y las prácticas sexuales de ese continente como los culpables de su aparición. Occidente, a través de donantes internacionales, se encargó de señalar a África como el epicentro de la epidemia de SIDA. Para ellos, los africanos y los asiáticos son “grupos de alto riesgo” (así como en sus países consideran “grupos de alto riesgo” a las personas procedentes de tribus, a los camioneros, a los trabajadores del sexo, etc.).
Los cálculos que se hacían sobre las proporciones del VIH han declinado en Occidente. En los Estados Unidos las estadísticas oficiales indican que el número de personas VIH positivo no ha pasado del millón desde cuando comenzaron a hacerse las pruebas. Así mismo, la cifra oficialmente estimada en todo el Reino Unido es de 23 mil casos de VIH positivo –cerca de la mitad o una tercera parte de las cifras anteriormente esperadas. En Rusia se calculó inicialmente que había unos 30 mil casos de VIH positivos, ¡pero posteriormente se encontraron únicamente 661!
No obstante, en África, el total “estimado” de VIH positivo se ha elevado a 20 millones –aparentemente en proporción directa al aumento de la actividad internacional de los donantes del sector del VIH/SIDA. Aun cuando el número de casos de SIDA reportados en África es de 129 mil únicamente (la mitad de los casos que hay en los Estados Unidos), una multitud de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, continúan haciendo sus afirmaciones dañinas. De éstas, las más divulgadas han sido aquellas historias sobre aldeas enteras “que mueren por causa del SIDA” en el distrito norteño de Kagera, en Tanzania, y sobre las hordas de “huérfanos del SIDA”. Una publicidad mucho menor se le dio al hecho de que dos años después, en las aldeas “más afectadas” únicamente entre 5 y 13% de las personas resultaron VIH positivos en las pruebas practicadas, o que los “huérfanos” eran niños que por provenir de culturas poligámicas, eran dejados al cuidado de sus abuelos, un problema que ¡nada tuvo que ver con el SIDA! Pero el perjuicio ya había sido causado –y es solamente ahora que se ha comenzado a comprender. La revista New African, que circula a lo largo y ancho del continente, habla de que los pronósticos “alarmistas y exagerados”, hechos por los expertos occidentales, con el respaldo de la OMS (Organización Mundial de la Salud), le han hecho un daño inconmensurable a África, afectando la forma como los africanos son vistos desde el exterior. La revista hace un llamado a que se haga una indagación de tipo internacional con el fin de establecer la verdad sobre el SIDA.
Puesto que en la mayoría de los países africanos las pruebas del VIH son demasiado costosas como para que su uso se generalice, el SIDA se ha venido diagnosticando según los lineamientos establecidos por la OMS, los que se conocen como “Definición Bangui del caso clínico”. Para que una persona califique como de diagnóstico positivo de SIDA, debe presentar una combinación de síntomas tales como pérdida de peso, diarrea persistente y fiebre de un mes de duración, así como tos seca. El problema con un diagnóstico sintomático VIH tal es que muchas de sus características difícilmente pueden distinguirse de las de otras antiguas enfermedades tales como la tuberculosis y la malaria. Además, la prueba que se está practicando en África tampoco está exenta del peligro de arrojar resultados exagerados. Según el doctor Harvey Baily, “Algunas de estas pruebas son tan inespecíficas que entre 80 y 90% de los resultados positivos son falsos positivos… Con el resultado inevitable de que las cifras de infecciones VIH en África han resultado desatinadamente exageradas, alimentando el auto–cumplimiento de la letal profecía”.
Hoy en día, los jóvenes africanos se rehúsan a buscar atención médica para las enfermedades tradicionales, debido al temor de ser señalados como casos de SIDA. Al mismo tiempo, como lo anotaba el Ministro de Salud y Cuidado de la Niñez en Zimbabwe, la OMS y la “industria del SIDA” han patrocinado una dañina epidemia de “VIH–itis” en África, trayendo como consecuencia el desvío del dinero, la atención médica y el personal de salud, de los problemas ya conocidos como malaria, tuberculosis, enfermedades de transmisión sexual, y una maternidad segura. De igual manera, en 1992 en Uganda el presupuesto total para el tratamiento y control de la malaria fue menos de 57.000 dólares, cuando los fondos extranjeros destinados al SIDA superaron los 6 millones de dólares. Bajo estas circunstancias África está presenciando el resurgimiento de antiguas enfermedades curables como la malaria y la tuberculosis, que han comenzado a alcanzar proporciones de amenaza para la salud pública – una clara señal de la disolución de los sistemas del cuidado de la salud debido a la intromisión del VIH. Además, mientras la gente muere en las calles – no precisamente de VIH/SIDA, sino de enfermedades curables – los gobiernos no están en capacidad de responder a esta situación puesto que dependen totalmente de los donantes. Donantes que han llegado con fondos para el control oportunista de las enfermedades, arrastrando consigo todo el sistema de salud hasta ponerlo a órdenes del programa de prevención del VIH.
En África están todos –desde el Banco Mundial, las iglesias, la Cruz Roja, la PNUD, la Fundación para la Investigación Médica Africana, aproximadamente 17 organizaciones sólo en Kagera– haciendo algún trabajo relacionado con el SIDA. Incontables agencias han florecido en gran parte de África Central, las cuales además de trabajar con el SIDA, han traído el “desarrollo”, convirtiendo ciudades pequeñas y olvidadas en poblaciones atestadas de Land Roverts y Toyotas. El día en que desaparezca la epidemia, mucho de ese “desarrollo” también desaparecerá. Muchos de quienes han visto la realidad de la vida dicen que es fácil “hacer el bien” en África puesto que está desorganizada, al punto que es buen mercado y terreno de experimentación para muchas organizaciones. El campo perfecto para la falsa caridad que beneficia a los benefactores.
Entre tanto, los inmensos fondos internacionales disponibles para el trabajo sobre el VIH y el SIDA, siguen siendo un incentivo para exagerar estadísticas. Así que muchas de las historias de terror procedentes de África aparecieron precisamente por la existencia de los fondos que ellas atrajeron. Los factores políticos también han jugado su parte en la rebatiña por los fondos. Por ejemplo, cuando Kenya perdió 300 millones de dólares en 1991 debido a los esfuerzos del mundo industrializado por forzar reformas políticas y económicas, necesitaba divisas extranjeras con urgencia entonces el Ministerio de Salud hizo un anuncio crucial presentando cifras sobre el SIDA según las cuales éste prometía elevarse en espiral hasta salirse de control, cifras que venían acompañadas de historias de terror sobre muertes por SIDA. Esto fue reconocido en el plano internacional como un intento por volver a ganar la simpatía de los donantes y sus fondos. En la actualidad muchos países africanos enfrentan inmensas deudas. Hay casos en los cuales el solo el pago de intereses anuales debidos a préstamos para prevención del VIH, equivale al doble del presupuesto total anual destinado para la salud del país.
De tal manera que, en apenas casi una década, el programa de prevención del VIH, impulsado por la industria del SIDA a través de donantes internacionales, ha hecho crisis médica y producido un desbarajuste social de trágicas proporciones.
* NOTA: Tomado de Agenda Behind The Epidemic, Joint Action Council Kannur –JACK- Agosto 15 de 1999, Dr. Zainuddin Colony – P.O. Chovva, Kannur – 67006, Ph:502230, 503535. Mayor información: C-38 Anand Niketan, Nueva Delhi – 21, Ph: 6115488. Traducido por Lilia Guerrero
Comentarios