La enseñanza de obedecer a un hombre como si fuera el mismo Cristo, pervirtiendo la instrucción del mismo Jesús, es uno de los axiomas que los `primeros Padres’ de la iglesia utilizaron para preparar el camino de la iglesia romana, y también –por supuesto- es utilizado por los jesuitas para su manipulación diabólica de las voluntades de los hombres a favor del Vaticano, haciendo ver a los cristianos que sólo aceptan la autoridad de Cristo como «extraviados», «rebeldes» o, incluso «apóstatas».