LOS INDULTOS DE URIBE Y DE SANTOS: UNA COMPARACIÓN
¿Cuántos de los presos que Santos quiere indultar prometen lo mismo? Ninguno. No hay un solo signo de arrepentimiento en ellos. La lista de indultados es un secreto para los colombianos. Lo que quiere decir que cuando esos detenidos salgan a la calle volverán a las aventuras de ayer
Los indultos de Uribe y de Santos: comparación
¿Cuántos de los presos que Santos quiere indultar prometen lo mismo? Ninguno. No hay un solo signo de arrepentimiento en ellos. La lista de indultados es un secreto para los colombianos. Lo que quiere decir que cuando esos detenidos salgan a la calle volverán a las aventuras de ayer
Por Eduardo Mackenzie
27 de noviembre de 2015
“Uribe concedió 358 indultos y Santos va en 42”, dice un escueto titular de El Tiempo de hace tres días. El autor de la nota, Roberto Vargas, cuenta que ese dato se lo dio “el ministerio de Justicia al periódico Q’hubo de Cúcuta, a través de un derecho de petición”. Luego de lanzar esa historia y ese guarismo, El Tiempo insiste en esto: “Otorgar indultos (perdonar las penas a quienes hayan sido condenados) está ajustado a la normatividad”. Léase: las protestas de la oposición uribista y de la opinión pública ante el nuevo intento del presidente Santos de dejar en libertad a tenebrosos asesinos de las Farc, condenados y encarcelados por muy buenas razones, no tiene sentido. No tiene sentido pues Uribe hizo lo mismo y lo hizo a escala mucho más vasta: Santos solo “va en 42” guerrilleros indultados mientras que Uribe habría indultado “a 358”.
De nuevo, El Tiempo se divierte con su habilidad para confundir a la gente. Pero no a toda. Ese artículo amalgama dos situaciones diferentes y pasa muy rápidamente (pobres lectores) sobre un hecho capital: los indultos otorgados por el gobierno del presidente Álvaro Uribe fueron el resultado de un fenómeno que no existe hoy: las Farc estaban en proceso de desmoronamiento como resultado de la política de la Seguridad Democrática.
Veamos unos datos claves que el ministerio de Justicia de hoy parece haber olvidado al suministrar cifras algo más que escogidas a la prensa.
Según mis datos, sólo durante los cuatro primeros años del gobierno de Álvaro Uribe, 42 951 paramilitares y guerrilleros se desmovilizaron. De ellos 35 213 eran de las AUC y 7 738 eran de las Farc, del Eln y del Erg. Los organismos oficiales colombianos y la prensa colombiana e internacional dieron en esa época toda suerte de cifras al respecto.
El 3 de enero de 2006, por ejemplo, la agencia española EFE informó que en sólo 2005 se habían entregado 2 564 guerrilleros y paramilitares al gobierno del presidente Uribe. Ese cable descompuso así esa cifra: 1 135 eran guerrilleros de las Farc; 1 096 de las AUC; 301 del Eln y 32 de otros grupos armados ilegales. EFE agregó que desde el comienzo del primer mandato del presidente Uribe (7 de agosto de 2002), 22 865 integrantes de grupos violentos se habían entregado de manera voluntaria e individual a las autoridades; que de esos, 8 804 eran de grupos guerrilleros y 14 061 eran de las AUC.
Días después, el 21 de febrero de 2006, Le Monde, de París, dijo sin mayor precisión que 22 000 combatientes de las AUC se habían desmovilizado hasta ese momento. El 2 de marzo de 2006, El Tiempo, aseguró que hasta ese momento 22 842 paramilitares habían entregado las armas. El 4 de marzo de 2006, El Colombiano, de Medellín, dijo que cerca de 23 000 hombres de las AUC se habían desmovilizado y entregado solo 13 500 armas. El fenómeno de la desmovilización de delincuentes (paras y guerrilleros) fue simplificado por el New York Times, el cual olvidó los guerrilleros comunistas y sólo habló, en un artículo de Juan Forero, del 5 de marzo de 2006, de los “23 000 paramilitares” se habían desmovilizado hasta esa fecha, en los dos últimos años.
El 7 de abril de 2006, el matutino El Tiempo, de Bogotá, informó que 9 guerrilleros de las Farc se acaban de entregar a las autoridades en Nariño ante el acoso militar. El ministro de Defensa de la época declaró, dice ese diario, que de los 9 018 guerrilleros desmovilizados individualmente en los últimos cuatro años, 4 337 hacían parte de las Farc. Agregó que el año con más desmovilizaciones de las Farc había sido el de 2003, con 1 370 “combatientes” desmovilizados. El Tiempo precisó que, en lo que había corrido de 2006, según los registros del ministerio de Defensa, se habían entregado voluntariamente 222 guerrilleros de las Farc.
El 26 de septiembre de 2006, el diario El País, de Cali, informó que 10 guerrilleros de las Farc se habían entregado horas antes a las autoridades. Subrayó enseguida que, en los cuatro últimos años, la cifra total de guerrilleros (“rebeldes”) desmovilizados era de 10 658, según fuentes militares. Indicó que esos guerrilleros se habían incorporado a un programa de reinserción.
El 15 de octubre de 2006, en un artículo para la revista Cambio, de Bogotá, Álvaro Sierra dio otras cifras de desmovilizados hasta ese momento en Colombia. Dijo que hubo 32 000 ex miembros de las AUC que se desmovilizaron y que hubo 11 000 miembros de las Farc y de otros grupos armados que se habían desmovilizado.
El 29 de diciembre de 2006, El País, de Cali, volvió sobre el tema y publicó las cifras que tenía la Policía Nacional en esos momentos sobre el total de desmovilizaciones durante los cuatro primeros años del gobierno del presidente Uribe. Esas cifras dicen que 31 687 personas se habían acogido al programa de desmovilización de irregulares y que de ellas 25 929 estaban recibiendo ayuda humanitaria.
Esto quiere decir que los indultos concedidos por el gobierno de Uribe a las Farc –y no hablo sino de su primer mandato (2002-2006), pues los datos que traigo a cuento van hasta 2006–, fueron la culminación de un proceso de entrega voluntaria de guerrilleros de las Farc ante las autoridades y no una gracia que concedía caprichosamente un presidente sin que la sociedad ganara nada, como ocurre con los indultos que pretende hacer Santos hoy.
Con los indultos de Uribe ganó la sociedad y ganó la paz: la gente indultada había renunciado ya a la lucha armada (excepto en un solo caso, el de Rodrigo Granda, en junio de 2007) y se inscribía dentro de una situación particular muy precisa: la de las miles de desmovilizaciones (rendiciones individuales o en grupo ante las autoridades con entrega de armas) que realizaban guerrilleros de las Farc (cerca de seis mil, según mis cálculos) en un contexto de desmovilización mucho más amplio de los paramilitares (AUC).
El Tiempo no describe esa situación y no explica por qué Uribe indultó a esos guerrilleros. El diario pretende crear la idea de que esos indultos fueron tan caprichosos como los que impulsa hoy Santos.
El diario santista tampoco es claro sobre la correlación que existe entre las nociones de indulto y desmovilización. De hecho esta última palabra aparece sólo una vez en ese artículo. Pero es una noción esencial. Se indulta a alguien por razones objetivas: la principal es si el indultado ya no representa un peligro para la sociedad. Hacer lo contrario es ir contra el orden público. Los indultados por Uribe eran ex guerrilleros que habían entregado sus armas y pasado, tras su desmovilización, por la cárcel, algunos, y habían admitido que su actividad guerrillera había sido un crimen que no debería ser repetido.
En junio de 2007, el Estado colombiano dejó en libertad a 193 guerrilleros (incluido Granda) como “gesto humanitario” ante el gobierno de Nicolas Sarkozy y el G-8 reunido en Alemania, actores que respaldaban al gobierno de Álvaro Uribe y que creían que iban a lograr con eso la puesta en libertad de los 57 rehenes “políticos” en manos de las Farc en ese momento, incluyendo a Ingrid Betancourt. Las Farc no liberaron a nadie por eso: le ordenaron a Granda esconderse en Cuba y amenazaron a los guerrilleros excarcelados por haber firmado un compromiso con el gobierno de Uribe de no volver al crimen.
¿Cuántos de los presos que Santos quiere indultar prometen lo mismo? Ninguno. No hay un solo signo de arrepentimiento en ellos. La lista de indultados es un secreto para los colombianos. Lo que quiere decir que cuando esos detenidos salgan a la calle volverán a las aventuras de ayer. Ni siquiera Santos promete que esa gente abandonará la lucha armada. Santos no lo dice pues los jefes de las Farc no han aprobado tal solución.
Gran diferencia hay pues entre los indultos de Uribe y los de Santos. El uno empleó ese recurso para consolidar una verdadera dinámica de desmovilización de irregulares armados y, por lo tanto, de paz y el otro para ganar la confianza de los jefes de las Farc que buscan la continuación de la guerra una vez Santos les firme un papel de capitulación completa.
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