PARTIDO COMUNISTA-FARC Y LA LUCHA ARMADA
Las FARC secuestran, asesinan, torturan y utilizan el terrorismo no porque hayan abandonado el marxismo leninismo: ellas secuestran, asesinan, torturan y utilizan el terrorismo porque son marxistas leninistas
PCC-FARC Y LA LUCHA ARMADA
Por Carlos Romero Sánchez
Desenmascarada aquella baladronada de que el terrorismo es contrario al marxismo o al marxismo leninismo, la lucha armada cobra para los comunistas una de las formas de lucha que Lenin enarbolaba. Sí, la lucha armada es una de las formas de lucha con que los comunistas combaten a la democracia, a la libertad. No obstante, es oportuno preguntarnos: ¿Las FARC promueven o practican la lucha armada? Sí, todavía la promueven con orgullo. De nuevo, dejemos que sean los cabecillas de las FARC e ínclitos miembros de Partido Comunista Colombiano que nos iluminen en tan densas tinieblas.
Gilberto Vieira, el histórico secretario general del Partido Comunista, confirma hacia el año de 1973 lo siguiente: “El hecho real es que el partido comunista participa en la lucha armada, tiene una organización, las FARC, y cree que este movimiento tiene perspectivas de crecimiento y desarrollo.” (Valverde, Humberto. Colombia tres vías a la revolución.1973,p. 53). El mismo Vieira reconoce la participación del partido en la lucha armada y, a la vez, reconoce el alumbramiento de las FARC desde las entrañas del PCC. ¿Por qué la gran mayoría de los “analistas” no han podido ver la indisoluble unión Partido Comunista-FARC cuando el mismísimo Vieira lo confirma?
Prosigamos: en la entrevista que William Parra hace a Luciano Marín, alias ‘Iván Márquez’, el integrante del secretariado de las FARC declara: “La lucha armada en Colombia es vigente y tiene lugar porque los problemas políticos, económicos y sociales que la motivaron no han desaparecido.” Y más adelante subraya: “La lucha armada no está en cuestión. Las causas que la motivaron no se han modificado […] Quiero recordar que en los fusiles guerrilleros de las FARC resisten los pueblos de Nuestra América […] Mientras existan las FARC nadie podrá quitarle el fusil al Che.” Y si alguna duda se alberga ‘Iván Márquez’ insiste en que se debe continuar “el camino trazado por el inolvidable Comandante en jefe Manuel Marulanda Vélez, es decir, el de la política total, que es la lucha estratégica por la toma del poder por la vía de las armas y de la insurrección con lo que se llegaría a un gobierno revolucionario, o por la vía de las alianzas políticas hacia la instauración de un gobierno verdaderamente democrático, en consonancia con la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia”. (http://www.kaosenlared.net/noticia/entrevista-ivan-marquez-secretariado-farc). Esta entrevista fue ofrecida en 2008, luego de la muerte de Pedro Antonio Marín Marín, alias ‘Manuel Marulanda Vélez’. Por otro lado, William Parra jamás controvierte las declaraciones de ‘Iván Márquez’. Curiosa manera de hacer periodismo crítico.
Estas declaraciones del cabecilla muestran con claridad que las FARC jamás han ocultado sus intenciones. Para estos comunistas, la lucha armada sigue vigente y no está en cuestión; la toma del poder por las armas y la insurrección, mirlos dorados de Lenin, están presentes y el fusil jamás se los lograrán quitar. ¿Es posible, señoras y señores de la izquierda y, llegar a un acuerdo de paz cuando, según estos revolucionarios integrales, la lucha armada sigue vigente y, además, jamás abandonarán el fusil? No hay peor ciego que el que no quiere ver, reza el refrán popular. Y esto no es nada nuevo. Luis Alberto Morantes Jaimes, alias ‘Jacobo Arenas’, lo repite en su libro Cese al fuego: las FARC tienen “como fin político la toma del poder.” (p.135)
Dejarse llevar por las brumas de que el terrorismo y el secuestro-que son maneras de combinar todas las formas de lucha- desviaron las “nobles” intenciones de las FARC es, a mi juicio, una ilusión vana y peligrosa. ¿A qué se debe tal hecho? El marxismo ha ejercido una fascinación potente en muchas personas e intelectuales. La esperanza de construir en esta tierra un mundo igualitario donde todos males serían superados supone una idea de altruismo por mejorar de por vida las condiciones materiales del ser humano.Ese atractivo no viene de un análisis económico ni social, proviene de dos premisas: primero: un ideal de justicia e igualdad, incluso de libertad; segundo: la presunción de que estos ideales han sido obstruidos desde siempre por las “clases explotadoras”, que han impedido la debida y “justa” distribución de los bienes para todos. Esta es, básicamente, la idea que circula entre la gente común e intelectuales.
El marxismo pretende traer el cielo a la tierra mediante la supresión de aquellos obstáculos -“los explotadores”, “la clase dominante”, “los imperialistas”- que impedirían esa pretensión; pero, al despersonalizar la culpa y la responsabilidad, crea una falsa liberación en el hombre, lo vuelve “inocente”, mientras que la culpabilidad recae totalmente en los denominados como “explotadores”, “burgueses”, “imperialistas”, “fascistas”, “la derecha”. Contra esos declarados “enemigos del pueblo”, todo queda justificado, por el bien del “proletariado” del “pueblo trabajador”, de “la clase explotada”, de “los menos favorecidos”, de “los desposeídos” pues eso es lo “justo” para todos. De esta manera funciona el marxismo y, por ende, la izquierda. Indubitablemente, el marxismo es un pensamiento mesiánico que cree resolver de un tajo todos los males de la sociedad: sólo basta barrer, liquidar, suprimir, aplastar, los obstáculos para hacer posible el cielo en la tierra.
Y, así, con esta lógica, la ideología de las FARC posa de altruista. Bajo la bandera de los “sin tierra”, del “pueblo explotado”, de los pobres que han sido vapuleados inmisericordemente por los ricos, razón por la cual “los pobres son más pobres y los ricos más ricos”, las FARC y los diversos grupos terroristas marxistas (EPL, ELN, M-19) han sido aplaudidos por sus “heroicas” acciones. Al estar, según estas bandas, al lado de los pobres, de inmediato ganan la simpatía de la gente del común, de los intelectuales y la atención de los medios. Aquí comienza la falacia que conduce al equívoco de que la utilización del terrorismo y del secuestro los ha desviado de sus ideales marxistas o que los han traicionado. Pues alguien del común se preguntará ¿Cómo es posible que un grupo que lucha por los pobres y la reforma agraria secuestre, extorsione y utilice el terror? Entonces responde: eso lo hacen porque ya no tienen ideología. Esta incorrecta conclusión circula con autoridad en medios académicos, entre otros. Las FARC secuestran, asesinan, torturan y utilizan el terrorismo no porque hayan abandonado el marxismo leninismo: ellas secuestran, asesinan, torturan y utilizan el terrorismo porque son marxistas leninistas.
Para dejar en claro de una vez por todas que la ideología tiene un papel vital y que los totalitarios fines de las FARC persisten vayamos, pues, a la alocución del cabecilla máximo de las FARC Guillermo León Sáenz Vargas, alias ‘Alfonso Cano’, titulada “Al gobierno de Santos, a UNASUR, y a Colombia” publicada en la página web Revista Nacional del Secretariado de las FARC-EP. Allí nos dice: “Tenemos convicciones, equivocadas o justas, acertadas o desacertadas, pero tenemos convicciones, profundas convicciones ideológicas, estamos aquí en el trajín de todos los días arriesgando la vida […] adelantando nuestra actividad política y militar” (http://resistenciafariana.blogspot.com/2010/07/las-farc-ep-se-dirigen-al-presidente_8285.html).
El mismísimo ‘Alfonso Cano’ revela que los terroristas de las FARC tienen profundas convicciones ideológicas y que, como enseña Lenin, adelantan actividad política y militar. Tanto la una como lo otra son de carácter “permanente”. La actividad política, la llamada a hablar en la asamblea de UNASUR; la actividad militar, la masacre de 14 policías en Doncello, Caquetá.
Por otro lado, al final de esta alocución ‘Alfonso Cano’ sintetiza todo el accionar de las FARC y lo que nos espera a los colombianos si no accedemos a sus “propuestas”:
Primero: las FARC imponen el límite y el contenido de los diálogos: “Lo que estamos en disposición de analizar es hasta qué punto en Colombia necesitamos seguir combatiendo con las armas en la mano para que haya democracia y para poderle abrirle paso a una nueva Colombia”.
Segundo: muestran de nuevo, para los despistados “analistas”, su ideología y sus fines: “Quisiéramos buscar las posibilidades de la lucha por una sociedad igualitaria, por el socialismo que es lo que llevamos nosotros impregnado en nuestra conciencia y en nuestra concepción, por las vías políticas, por las vías de masas”.
Tercero: amenazan al pueblo colombiano si no nos arrodillamos ante sus imposiciones: “Pero si no nos dejan, no hay remedio: la lucha armada revolucionaria continuará en Colombia hasta que logre los objetivos que se ha propuesto. Es el mensaje, muchachos, es un mensaje al pueblo colombiano de decisión de que aquí nadie en las FARC está amilanado, estamos es absolutamente llenos de dignidad y de moral, moral de combate. Punto muchachos”.
¿Por qué la mayoría de “analistas” dejan de lado estas declaraciones? ¿Por qué? Aún no tengo respuesta. La síntesis de ‘Alfonso Cano’ nos revela toda la estrategia de las FARC: los diálogos como medio para oxigenarse y así hacer la lucha armada, la guerra jurídica y la propaganda negra en el exterior sobre las instituciones del Estado colombiano. Todo ello bajo la égida de la ideología liberticida por excelencia: el marxismo leninismo.
Cada uno de los intentos de diálogo con las FARC han fracasado por este choque de trenes: las FARC buscan imponer su distorsionada “visión sobre el conflicto armado” con todos sus objetivos estratégicos, y los diversos gobiernos convencidos de que las FARC van a hacer la paz e integrarse a la sociedad civil y al Estado de derecho. Pues no es así. Estamos hablando de totalitarismo contra democracia. Estamos hablando de una ideología demostradamente criminal que niega el respeto al individuo y la propiedad privada. Tanto los medios como los fines de las FARC, estrictamente llevados a la práctica, se dirigen a demoler la democracia, a abolir la libertad.
Ahora bien, es pertinente concluir que los llamados de las FARC a conversar, hablar, dialogar no deben tomarse en cuenta. Sus llamados son otra manera de combinar todas las formas de lucha para ganar un terreno que en los últimos ocho años ellos han perdido y que los colombianos hemos ganado con muchísimo esfuerzo por la política de Seguridad Democrática propugnada por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Es cierto, las FARC es una guerrilla peligrosa, pero son muchísimo más peligrosos los políticos que afirman que se debe dialogar con ese grupo marxista leninista y terrorista (perdón por el pleonasmo).
Mayo 17 de 2011
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