RESPUESTA A MARIO, EL DEFENSOR DE IVÁN DUQUE
El Ministerio Público era la única institución que no estaba en manos de los bandidos. Ahora lo está. ¡Quedó en manos nada menos que del “camarero de Pablo Escobar”! Eso no es asunto de poca monta. Y mucho me temo que el trámite en el Congreso del “nuevo acuerdo” entre FARC y Santos, adolecerá del mismo secretismo y gestión que la elección de Fernando Carrillo. Dios no lo permita
Respuesta a Mario, el defensor de Iván Duque
El Ministerio Público era la única institución que no estaba en manos de los bandidos. Ahora lo está. ¡Quedó en manos nada menos que del “camarero de Pablo Escobar”! Eso no es asunto de poca monta. Y mucho me temo que el trámite en el Congreso del “nuevo acuerdo” entre FARC y Santos, adolecerá del mismo secretismo y gestión que la elección de Fernando Carrillo. Dios no lo permita
Washington D.C.
Noviembre 19 de 2016
Mi estimado Mario Javier Pacheco: Hubiera querido contestarte antes, pero tal vez fuiste testigo de que dediqué mucho tiempo a defenderme de los naranjazos y golpes bajos que, desde diferentes y numerosos frentes, me lanzaron -aún lo hacen- los entusiastas del senador Duque.
Cometes un error de entrada en tu defensa del senador Iván Duque. Yo no lo acuso de marxista ni de ser amigo de Robledo; ni siquiera lo acuso de recibir el premio de Semana donde lo colocan en la misma categoría de aquellos cómplices de las FARC que se reúnen en La Habana, y tampoco lo acuso de haberse reunido con el “camarero de Pablo Escobar”. De hecho, no lo acuso de nada porque ni ser marxista, ni ser amigo de Robledo, ni siquiera haberse reunido con Carrillo para quién sabe qué cosas innombrables, es delito. Tampoco lo es el recibir un premio de manos de los más grandes responsables de las desgracias de este país. Nada de eso es, repito, un delito.
Lo que he buscado esclarecer con el señor Duque, es que conteste por qué razón inmoral (que no ilegal) se reunió en secreto con Carrillo y qué se pactó en esas reuniones en las sombras. Nada más. El resto, lo de ser de izquierdas y tener estrechas amistades con el Foro de Sao Paulo, es casi una virtud que el senador manifiesta en las reuniones que ha hecho con jóvenes, voceros de las víctimas y simpatizantes que se derriten con su economía naranja.
Me dices que “entre Perdomo, María Mercedes y Carrillo, tenía que ser Carrillo”. Y allí, creo yo, empezamos a caminar sobre arenas movedizas. No “tenía” que votarse por alguno. No tiene justificación ninguna el haber elegido a un sujeto de las malas calidades de Carrillo, relacionado con el narcotráfico, el crimen y la subversión. Pero más grave que haber votado por semejante prontuario, fue el haberse reunido muchas veces para pactar en las guaridas quién sabe qué acuerdos oscuros. Porque ¿qué cosas santas pueden salir de un pacto con la corrupción y el pillaje? Ninguna, mi querido Mario, ninguna.
¿Por qué no hicieron lo de otras ocasiones, salirse del recinto sin votar? ¿Por qué no votaron en blanco? Lo más grave: ¿Qué se negoció en esas reuniones en las tinieblas? ¿Puesticos y burocracia, o el mismo destino de la patria?
La Procuraduría es la institución que representa la vocería de los ciudadanos. El Ministerio Público era la única institución que no estaba en manos de los bandidos. Ahora lo está. ¡Quedó en manos nada menos que del “camarero de Pablo Escobar”! Eso no es asunto de poca monta. Y mucho me temo que el trámite en el Congreso del “nuevo acuerdo” entre FARC y Santos, adolecerá del mismo secretismo y gestión que la elección de Fernando Carrillo. Dios no lo permita.
No voy a discutir contigo eso de que su “producción intelectual humanística, social y económica lo libra de sospechas, especialmente de la horrible tara de la traición”, porque no creo en esa tajante y disparatada aseveración. Dejémoslo para un tema futuro.
La cercanía del senador Duque con el presidente Uribe no le da, creo yo, un automático teflón para librarlo de la obligación de responder las preguntas planteadas sobre sus extrañas reuniones con Carrillo. ¡Al revés! El talante demócrata de Uribe, su disponibilidad a no hacer acuerdos bajo la mesa y no ceder ante la corrupción, debería ser suficiente estímulo para responder las preguntas que legítima y respetuosamente le hice hace ya bastante tiempo.
Ser cercano a Álvaro Uribe tampoco lo hace inmune al manzanillismo, la doble moral, la corrupción ni la traición. Mira el ejemplo de Juan Manuel Santos, tan cercano a Uribe como su fiel discípulo a quien entrenó (en la Fundación Buen Gobierno) en las lides necesarias para moverse hacia cualquier flanco fingiendo lealtades inexistentes y persiguiendo horizontes que nada tienen que ver con el bienestar de Colombia y sí mucho con el de los bribones que hoy dirigen el país desde La Habana.
Me perdonarás, Mario, pero acudir al nombre de Álvaro Uribe, como lo hicieron ya otros amigos, para que, como un mantra sacro mi boca se cierre y mi teclado digite las palabras “Duque es elegido, Duque es el elegido, Duque es elegido”, es un despropósito que ni siquiera el mismo Uribe aceptaría.
Admiro y respeto profundamente al presidente Álvaro Uribe. Le estoy agradecido por su entrega al país, por su capacidad de sacrificio en aras de la democracia, pero yo ya lo liberé de la pesada cruz de la perfección. A pesar de que es un ser humano excepcional, sigue siendo eso: un ser humano, con todo lo que ello significa.
Una de las tretas del comunismo es llevar al populacho a rendir culto a la personalidad y darle un carácter mesiánico a la imagen de un líder, para luego regar como pólvora rumores de que el caudillo ordena esto o aquello, y “hay que obedecer ciegamente porque es el iluminado”, sin que necesariamente el líder haya dicho ni eso ni lo otro. Así ha trabajado la “izquierda democrática” siempre.
Ponle el nombre que quieras, comunismo, socialismo, castrochavismo, socialbacanería, progresismo, socialdemocracia, etc., todos son matices con un solo progenitor monstruoso que busca un solo objetivo: la toma absoluta y tiránica del poder.
La respuesta que el senador Duque dio a mis legítimas inquietudes, tiene más de esto y realmente muy poco de la condición de “democrático” que esgrime como bandera.
Mi vocación independiente y mi amor por la verdad me comprometen con mi amada patria. No he sido militante a sueldo de nadie ni he formado parte del séquito de turiferarios de ningún caudillo. Nadie me ha visto nunca arrodillado ni estirando la mano abierta para recibir sobornos mientras se pronuncian las palabras “como ordene, líder”, “como ordene, líder”. No podrás encontrar en mis manos restos de tamal ni huellas de pactos bellacos.
Esa independencia, mi querido Mario, es la que me ha llevado a un ostracismo donde hasta los amigos y beneficiarios de mi lucha me han relegado al cuarto de los chécheres y a que la sola mención de mi nombre provoque en los politiqueros lo mismo que producían en las personas esas escenas bíblicas donde los leprosos eran anunciados con voceadores para que la gente, sintiendo repulsión y asco, se apartara del camino.
Tengo, eso sí lo digo con orgullo, el galardón de que nadie podrá decirme que he traicionado a alguien ni que me he vendido al mejor postor. Nunca aprendí a usar rodilleras ni a ponerle precio a mi opinión.
Mi mejor defensa, Mario, la recibo a diario de las personas del común, esas que viven agradecidas por mi trabajo y que constantemente me escriben para manifestarme su apoyo, su aprecio y sus oraciones para que Dios me proteja e impida que se me pueda comprar.
Eso, y la mirada de mis hijos, que jamás podrán avergonzarse de mí, es lo que mantiene mi convicción por la verdad y mi compromiso con mis compatriotas.
La patria, mi apreciado Mario, siempre debe estar por encima de los partidos. Y la verdad por encima, incluso, de las preferencias personales.
El resto es “alta política”.
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
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