TERRORISMO EN EL CENTRO ANDINO ¿A QUIÉNES ENCUBREN LAS AUTORIDADES?
No hay imágenes del atentado, a pesar de que las cámaras de vídeo ofrecen la mejor y más confiable forma para identificar a los que llevaron el dispositivo al centro comercial. Y nadie se pregunta, tampoco, por qué una de las capturadas, Natalia Trujillo, abogada “defensora de Derechos Humanos” estuvo relacionada con la misma ONG donde trabajó la joven Julie Huynh
Terrorismo en el Centro Andino ¿A quiénes encubren las autoridades?
No hay imágenes del atentado, a pesar de que las cámaras de vídeo ofrecen la mejor y más confiable forma para identificar a los que llevaron el dispositivo al centro comercial. Y nadie se pregunta, tampoco, por qué una de las capturadas, Natalia Trujillo, abogada “defensora de Derechos Humanos” estuvo relacionada con la misma ONG donde trabajó la joven Julie Huynh
Por Ricardo Puentes Melo
Junio 27 de 2017
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
No vamos a repetir acá todo lo que ha dicho la prensa acerca de la bomba en el Centro Andino. Reflexionemos sobre lo que no ha dicho o, mejor, sobre lo que no ha preguntado.
Desde el mismo comienzo, minutos después de la explosión este 17 de junio, Juan Manuel Santos salió a excluir a Julie Huynh de la investigación sobre la autoría del atentado. Igual que lo hicieron las FARC (que llevan varios días rindiendo homenaje a la joven francesa) líderes de la izquierda como Iván Cepeda, y el gobierno francés representado por su embajador en Colombia, Gautier Mignot, tratando de despistar a la opinión pública sobre lo que siempre debe hacerse en estos casos de terrorismo con bomba.
No por nada, en una proporción elevadísima, quienes colocan las bombas mueren como víctimas de su propio acto, ya sea por error en la manipulación, o como víctimas de la organización terrorista para la cual operan. Recordemos la bomba de El Nogal, donde perdieron la vida dos de los bandidos que estaban encargados de hacerla explotar. Jhon Fredy Arellán y Oswaldo Arellán (sobrino y tío) murieron fulminantemente en el sitio. Y poco antes del terrible suceso habían hecho un viaje al Caguán para ultimar instrucciones sobre el atentado. Hasta hace poco las FARC negaron la autoría de ese atentado. Finalmente lo reconocieron.
En el caso de Julie Huynh, quien fue la primera víctima de la bomba, las autoridades y el gobierno la han exculpado sin investigar ni siquiera un poco la posibilidad lógica de que ella haya estado involucrada. Eso es realmente extraño y preocupante.
¿Las víctimas deben excluirse de la investigación? Según Gregory Fowler, experto en el tema (1), en una investigación no se puede excluir a nadie:
“Los investigadores deben ser imparciales, lógicos y llegar al fondo del asunto en su trabajo si quieren llevar a la justicia a los responsables de un atentado y prevenir nuevos ataques. Ellos deben centrarse en los hechos y seguir cada pista que surja. El emocionalismo no tiene lugar en la investigación y sólo nublará el juicio y la percepción de los investigadores. El emocionalismo nunca es lo más importante cuando se investiga a las víctimas del ataque terrorista.”
Sin embargo, a los investigadores parece que no les importan varios hechos alrededor de Julie Huynh que la pondrían en la mira de cualquier investigador del terrorismo. Su viaje reciente a Cuba, su ideología marxista de lucha de clases, su trabajo donde se relacionaba con guerrilleros de las FARC y simpatizantes del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) una organización terrorista mexicana de vínculos criminales con ETA, y otros indicios debieron haberla hecho objeto de una investigación.
Muchos opinadores, basándose en el emocionalismo, han salido de defender “a priori” la inocencia de Julie Huynh esgrimiendo frases como “fue una víctima”, “es despiadado desconfiar de ella cuando no puede defenderse”, “se le vulnera la presunción de inocencia a la fallecida”, y otras cosas más que, como ya hemos visto, no deben ser tenidas en cuenta a la hora de buscar los culpables de un acto terrorista como el del Centro Andino en Bogotá.
¿Por qué investigar a las víctimas? Gregory Fowler contesta muy claramente: “Porque los terroristas pueden estar entre ellos. El ataque puede haber sido un acto suicida o haberse iniciado prematuramente por una detonación accidental del dispositivo. La víctima puede haber sido un conspirador involuntario, con poco o ningún conocimiento del dispositivo o de la intención de los terroristas. El dispositivo también puede haber sido detonado remotamente, asesinando intencionalmente al terrorista y eliminando así cualquier testigo potencial o evitando su captura por parte de la policía.”
“Los antecedentes de las víctimas siempre son examinados para identificar posibles vínculos con grupos terroristas o con un terrorista que actúe por su propia voluntad. El análisis de las redes sociales identificará las afiliaciones personales, políticas y los intereses y motivaciones del sospechoso. Los patrones de viaje inusuales, la pertenencia o la participación en grupos políticos radicales o los posters o proclamas de violencia son indicativos de una participación potencial en el ataque terrorista investigado.”
Por supuesto, esto no significa que la familia de la víctima deba ser tratada como parte del complot. “Las entrevistas a la familia y los amigos de las víctimas deben hacerse con sensibilidad, pero con determinación. La investigación puede revelar que una víctima podría parecer ser una persona tranquila, bien adaptada a la sociedad, y, en la realidad, estar viviendo una doble vida con objetivos radicales y violentos. La historia reciente está repleta de ejemplos de individuos que llevaban vidas violentas y criminales que quedaron expuestas para sorpresa y desconcierto de sus familiares y amigos.”, asegura este experto que ha combatido el terrorismo en Estados Unidos, Irak y otras partes del mundo.
“Al investigar un ataque de estos, nadie está por encima de la sospecha. Incluso el más inverosímil de los individuos podría haber estado implicado. Los terroristas se han vuelto expertos en cambiar el perfil predecible de quienes colocan las bombas, y han aprovechado todas las demografías sociales y económicas para promover su agenda violenta. La confirmación y la eliminación de las víctimas debe hacerse rápidamente y a fondo para encontrar a los culpables y eliminar a los inocentes de la sospecha.” Afirma Fowler.
Pero nada de esto sucedió en la investigación del atentado del Centro Andino. Los días pasaron y nada se supo. Lo único que hicieron las agencias de investigación en Colombia, fue descartar a la joven francesa y a las FARC de la autoría del atentado.
Los retratos hablados y el informe de Medicina Legal. Inicialmente, los grandes medios de comunicación publicaron unos retratos hablados de los posibles terroristas, y dijeron que eso lo había entregado la Fiscalía. Sin embargo, en un comunicado de la entidad, sin negar la autoría de los mismos, se desmiente el hecho de que hayan sido entregados oficialmente.
Igualmente, los medios salieron a publicar un supuesto informe de Medicina Legal, que nadie conoce, donde se aseguraría que no se habían encontrado rastros químicos en los cadáveres de las víctimas. Periodismo Sin Fronteras trató de acceder a esos informes forenses, pero la entidad manifestó que los resultados habían sido entregados a la Fiscalía. Sabiendo que Julie Huynh estuvo directamente expuesta a la bomba (según la información disponible) resulta muy extraño que no se hayan encontrado -si es que no se encontraron- residuos en su cuerpo y ropa.
En cuanto al análisis forense de una bomba, Gregory Fowler nos entrega esta importante reflexión:
“La devastación de la explosión crea desafíos y oportunidades únicas para los investigadores. Cada bomba tiene su propia y única “firma”. Un examen cuidadoso de la escena del crimen producirá restos del dispositivo, incluyendo material explosivo, residuos, detonadores, cualquier proyectil (como clavos) usado para aumentar víctimas, cualquier cosa (como cilindros de gas comprimido) utilizados para aumentar la potencia de la explosión, el contenedor de la bomba y cualquier otra característica única que ayudará a identificar la firma de las bombas. Una vez que se conoce la firma, puede incluso ser posible identificar al fabricante de bombas. Los terroristas a menudo utilizan el mismo tipo de material explosivo y detonador en todos sus dispositivos. Esto no sólo refleja cómo aprendieron a fabricar bombas, sino también informa qué material estuvo más fácilmente disponible para su uso. Los técnicos de bombas a menudo pueden identificar un método único utilizado para construir un dispositivo y restringir la búsqueda a un grupo conocido o, incluso, a un individuo conocido.
“Además de la construcción y otras estructuras, las víctimas de la bomba también serán examinados para pruebas. El examen forense de las víctimas puede arrojar pruebas que apuntan hacia la inocencia de la víctima o su participación en el atentado. Las víctimas más cercanas a la explosión son a menudo el foco inicial de la atención. La evidencia forense desarrollada a partir de un dispositivo detonado llevado por un atacante suicida es muy diferente de una víctima inocente de pie en las proximidades de la explosión. Un terrorista muerto accidentalmente mientras monta o arma una bomba exhibirá lesiones diferentes que otras en el área inmediata, incluyendo quemaduras, lesiones de metralla y desmembramiento de la parte superior del cuerpo y extremidades. Los tipos de lesiones a las víctimas cambian a medida que la distancia de la explosión aumenta. Las víctimas más cercanas sufrirán más impactos de fragmentos y lesiones de metralla, así como quemaduras y desmembramiento. Las más lejanas pueden experimentar lesiones de la onda de choque de la explosión, incluyendo daños en los tejidos blandos o lesiones en los oídos.
“Es común que partes de la bomba, incluyendo residuos del material explosivo, se encuentren en una víctima o en la ropa de la víctima. Durante la cirugía o la autopsia, partes del detonador, cables, envoltura y envasado de la bomba pueden ser removidos de los cuerpos de las víctimas. Los residuos explosivos del material utilizado en el dispositivo también se encuentran en la ropa u otros objetos personales usados o llevados por las víctimas. A través del análisis químico, el residuo identificará el tipo específico de material explosivo y ayudará a construir la firma del dispositivo.
“Algunos tipos de material explosivo son altamente volátiles y contienen múltiples ingredientes que deben combinarse justo antes de la detonación. A diferencia de los explosivos de grado militar, estos ingredientes pueden detonar durante el montaje del dispositivo, matando al terrorista en el proceso. Además, la persona encargada de montar y armar la bomba puede no ser tan hábil como el fabricante de bombas y en los momentos de ansiedad durante el evento, es posible que cometa un error fatal y haga que la bomba explote literalmente en su cara. No es raro que en el proceso de fabricación de las bombas clandestinas éstas exploten debido al error del fabricante de los artefactos, o que exploten prematuramente mientras son transportadas o colocadas en la escena, matando a los propios terroristas.”
Pero, extrañamente, al parecer en ninguna de las víctimas de la bomba se encontró rastro alguno del explosivo. Ni siquiera en el cuerpo y las pertenencias de Julie, quien tuvo contacto cercanísimo con la explosión. Además, según Manfred Grautoff, otro analista consultado, un examen forense completo de este tipo se hace en, mínimo, 72 horas. Pero los cuerpos de dos de las víctimas fueron analizadas y entregadas en menos de 18 horas. Y el de Julie fue entregado primero, tan pronto como en la tarde del día siguiente. No estamos seguros de a quien se le entregó el cuerpo de Julie porque su madre, y única familiar en Bogotá, también fue víctima de la explosión y estaba siendo atendida en un centro hospitalario.
Hasta el momento, el Director de Medicina Legal, Carlos Valdés, conocido por los sospechosos informes forenses en casos como los del Palacio de Justicia, el bombardeo en Santodomingo, y el Caso Colmenares, entre otros, no ha respondido un Derecho de petición que le enviamos solicitando respuesta oficial sobre esta afirmación. También esperamos respuestas del Fiscal Néstor Humberto Martínez y de la administración del Centro Andino en Bogotá.
Hace pocas horas la Fiscalía General de la Nación capturó a nueve sospechosos del atentado. Y ninguno se parece a los retratos hablados con los cuales se engañó a la opinión pública. Ellos son: Boris Ernesto Rojas Quijano, Lina Vanesa Jiménez, Cesar Andrés Barrera Téllez, Lizeth Johana Rodríguez Zárate, Andrés Mauricio Bohórquez Flores, Juan Camilo Pulido Rivera, Alejandra Méndez Molano y Natalia Trujillo Novoa.
¿Por qué siguen ocultando los videos del Centro Andino? Esto es algo que nadie ha podido responder.
Asegura Gregory Fowler que “las cámaras de vídeo ofrecen la mejor y, a menudo, más confiable forma para identificar a los que llevaron el dispositivo al centro comercial. El testimonio de testigos oculares, aunque importante, y las entrevistas inmediatas, a menudo no son dignos de total confianza ya que esos testigos pueden estar sufriendo el impacto emocional o físico de la explosión. No es raro que varias personas que hayan sido testigos del mismo evento tengan versiones y recuerdos completamente diferentes del incidente. En un evento como el del Andino, cada cámara potencial se examina tanto dentro como fuera de la escena. Las múltiples vistas y ángulos se comparan y contrastan con la información de los testigos oculares. A través de un examen cuidadoso, se puede recrear una secuencia precisa de los eventos antes, durante y después del ataque.”
Y recalca algo que se acostumbra en todas las agencias de investigación del mundo entero: “En las primeras etapas de una investigación y especialmente cuando los perpetradores todavía están en libertad, las imágenes de las cámaras de vigilancia suelen ser entregadas al público con la esperanza de que alguien reconozca a los sospechosos.”
Pero en este caso no sucedió nada de eso. Al revés, los investigadores hicieron -y siguen haciendo- precisamente lo contrario. Ocultan evidencia importantísima, como los videos del Centro Andino, que conduciría a la captura de los reales perpetradores del atentado.
Ninguno de los capturados se parece a los retratos hablados divulgados maliciosamente por la Fiscalía. Nadie ha mostrado la relación de estos nueve capturados con la explosión en el Centro Andino. Aparte de indicios como que estos jóvenes tenían propaganda subversiva, cables detonantes y armas , no se conoce información oficial que los relacione directamente con el atentado del Andino.
Y nadie se pregunta, tampoco, por qué una de las capturadas, Natalia Trujillo, abogada “defensora de Derechos Humanos” estuvo relacionada con la misma ONG donde trabajó la joven Julie Huynh.
¿Será posible que los gobiernos de Francia y Colombia quieran esconder la participación de una ciudadana francesa en el atentado donde está indeleble la marca de las FARC, organización criminal cuya impunidad apoya el gobierno francés?
Es posible. Y hasta tanto no tengamos claridad meridiana sobre esta investigación, seguiremos reclamando respuestas y protestando por las burdas burlas a la inteligencia, que propaga el régimen aliado del terrorismo. Burlas como esa payasada de los retratos hablados y el hasta ahora desconocido análisis forense.
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(1) Gregory Fowler. Experto en la lucha antiterrorista del FBI (en retiro), supervisó el escuadrón de crimen organizado y de drogas, el Grupo de Operaciones Especiales, el equipo cibernético y dos agencias residentes. Trabajó en New York, Chicago, Portland. También dirigió el Equipo especializado de Materiales peligrosos de la división. Sirvió como comandante en apoyo a la Operación Libertad en Irak. Dirigió las operaciones del programa de lucha del contra el terrorismo de la división en Chicago. En el FBI fue el responsable de supervisión del equipo de inteligencia, el cibernético, el técnico de bombas, materiales peligrosos, armas de destrucción masiva, gestión de crisis y otros programas especiales.
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