JOURNALIST IN EXILE NEEDS YOUR HELP
Journalist in exile needs your help
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Por Lia Fowler
When Alejandro Puentes was three years old, he was the victim of a failed kidnapping attempt in Colombia. Intervention by civilians prevented what would have been a parent’s worst nightmare. Andrea and Ricardo Puentes, Alejandro’s parents, initially felt a flood of relief at having their son rescued. But a few days later, anonymous calls started coming to their home phone. The callers described the children’s clothing and accurately recounted the children’s movements throughout the day. They had a clear demand: if Ricardo didn’t stop doing his job, his son and his daughters, all under the age of 6 at the time, were at risk.
Ricardo is an investigative journalist and author from Bogota, Colombia. He is one of the few journalists who, at great personal risk, reports the truth as it relates to Colombia’s narco-terrorist group, the Colombian Revolutionary Armed Forces (FARC), and their supporters within the government. His family has paid the price. The threats to his family’s safety were so extreme, that they were forced to be home-schooled and rarely left their home. For a while, the government assigned a protective detail to the family. But Ricardo’s reporting proved inconvenient for the government: Ricardo uncovered fraud by a Colombian prosecutor in the form of a false witness in a high profile case. He also uncovered a murder plot involving members of Bogota’s Mayor’s office and filed the appropriate complaint with the Attorney General. For his trouble, his protective detail was removed, and the attacks started coming from a different source: The Colombian Institute of Child Walfare. The family started getting constant visits from presumed police officers and city officials claiming to be looking into the “welfare” of the children and threatening to take them away. All allegations were always eventually declared unfounded, but the accusations kept coming. Eventually, Andrea and the kids were forced to leave Colombia and come to the U.S. Ricardo stayed and continued working – until he was summoned to a court hearing in which he was informed of a libel case against him and his home, his only asset, was seized with no due process. It was clear then to Ricardo that he would never get a fair trial. He had to leave too.
Now he and his family are exiled in the U.S. They don’t speak the language, they don’t have family here, and they have nothing left in their home country.
I know Ricardo through my father, Miguel Posada Samper, who passed away earlier this year. Ricardo and my father collaborated on several projects to shed light and reveal the truth about the FARC, their supporters in Colombia’s judicial system, and the war they are waging against the Colombian citizenry. One of my father’s last articles stated that, if things remained as they were, “all that is left for us it so live in exile.” Now here is Ricardo, with his family, doing exactly that. Ricardo Puentes is a brave and honest man. He does not believe in handouts. But he also believes in following the laws of a country where he hopes his family can live without fear of intimidation, kidnapping, and psychological abuse. He is, therefore, following all legal procedures and awaiting permission to work. This is a slow process, and while he waits, his options to support his family are extremely limited.
If you believe in freedom of the press and admire the risks some take in its exercise, please consider helping this family.
If you believe in these children’s rights to live free of intimidation and constant fear, please consider helping this family.
If you are familiar with the FARC and the atrocities that they have committed for decades, please consider helping this family.
If you are an immigrant to this country, and you were given a helping hand so you could start over and prosper, please consider helping this family.
Thank you.
Lia Fowler with Greg Fowler
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Periodista en el exilio necesita su ayuda
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Cuando él tenía tres años, Alejandro Puentes estuvo a punto de ser secuestrado en Colombia. La intervención de los transeúntes que vieron el intento de secuestro evitó lo que pudo haber sido la peor pesadilla de sus padres. Andrea y Ricardo Puentes, los padres de Alejandro, superaron su angustia cuando su hijo quedó en seguridad. Pero, unos días más tarde, comenzaron a ser acosado por llamadas telefónicas anónimas. Desconocidos describían la ropa de los niños y contaban con precisamente qué habían hecho durante el día. Ellos formularon claramente sus exigencias: si Ricardo no dejaba de trabajar, de escribir, su hijo y sus hijas, todos menores de 6 años de edad en ese momento, estarían en peligro.
Ricardo Puentes es un escritor y un periodista de investigación de Colombia. Es uno de los pocos periodistas que, a pesar del gran riesgo personal, escribe la verdad sobre el grupo narcoterrorista que son las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), y sobre sus agentes infiltrados en el gobierno colombiano. Su familia pagó un precio alto por eso. Las amenazas a su familia fueron tan extremas que los niños tuvieron que recibir la educación en su casa y rara vez salían de su hogar. Durante un tiempo, el gobierno le brindó una cierta protección a la familia. Pero, en última instancia, los artículos de Ricardo incomodaban al gobierno. Ricardo reveló, entre otras cosas, el prevaricato cometido por una fiscal que admitió falsos testimonios en un proceso judicial muy sensible. Él también develó un complot para asesinar al Procurador General de Colombia en el que estaban involucrados empleados de la alcaldía mayor de Bogotá. Por esas revelaciones, el dispositivo de protección que tenía Ricardo fue retirado y las amenazas continuaron pero esta vez salían aparentemente de una fuente institucional: el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. El domicilio de Ricardo comenzó a recibir frecuentes visitas de supuestos policías y de funcionarios de la alcaldía de Bogotá quienes afirmaba estar tratando de “vigilar por el bienestar” de los niños de Ricardo, al mismo tiempo que amenazaban con llevarse a los niños a otro lugar. Las alegaciones de esa gente carecían de fundamento, pero las presiones continuaron. Finalmente, Andrea y sus hijos se vieron obligados a salir de Colombia y venir a los Estados Unidos. Ricardo permaneció en Bogotá para continuar su trabajo hasta que un día, en junio pasado, fue convocado por un juez. Durante la audiencia, el periodista fue informado de que había sido acusado por la fiscal corrompida de “difamación agravada”, y que su casa, su única propiedad, había sido incautada. Ricardo se dio cuenta de que nunca podría tener un juicio justo y salió inmediatamente de Colombia.
Ahora Ricardo y su familia están exiliados en Estados Unidos. Ellos no hablan todavía inglés, no tienen familiares aquí y ya no les queda nada en su país de origen.
Conocí a Ricardo a través de mi padre, Miguel Posada Samper, quien murió hace unos meses. Ricardo y mi padre trabajaron juntos en varios proyectos destinados a mostrar y establecer la verdad sobre las FARC, sobre su infiltración en el sistema judicial de Colombia y sobre la guerra que libra el narco-terrorismo contra el pueblo y contra el Estado colombiano. En uno de sus últimos artículos, mi padre dijo que si las cosas en Colombia siguen como van, “todo lo que nos queda a nosotros es vivir en el exilio.” Ahora Ricardo y su familia están exactamente en esa situación. Ricardo Puentes es un hombre valiente y honesto. Él no cree en utopías. Él cree en el respeto de las leyes de este país donde espera que su familia pueda vivir sin temor a ser intimidada, o acosada y brutalizada psicológicamente. Él está, por supuesto, haciendo los trámites legales necesarios para obtener el permiso de trabajar aquí. Eso tomará tiempo y, antes de que lo consiga, sus posibilidades para mantener a su familia son muy limitadas.
Si usted cree en la libertad de prensa y si admira los riesgos que corren algunos periodistas por hacer su trabajo, por favor ayude a esta familia.
Si usted cree en el derecho de los niños a vivir libres de intimidaciones y del miedo constante, por favor, ayude a esta familia.
Si usted sabe qué son las FARC y qué atrocidades han cometido durante décadas en Colombia, por favor ayude a esta familia.
Si usted inmigró a los Estados Unidos, y si un día alguien lo ayudó para que pudiera reiniciar su vida aquí y prosperar, por favor ayude a esta familia.
Thank you.
Lia Fowler with Greg Fowler
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En Francais
Alors qu’il avait trois ans, Alejandro Puentes a failli être kidnappé en Colombie. L’intervention des passants qui ont vu la tentative d’enlèvement a empêché ce qui aurait pu être le pire cauchemar de ses parents. Andrea et Ricardo Puentes, les parents d’Alejandro, ont surmonté leur angoisse une fois leur enfant mis en sécurité. Mais quelques jours plus tard, ils ont commencé à être harcelés par des appels anonymes. Des inconnus décrivaient les vêtements des enfants Puentes et racontaient avec précision tous leurs faits et gestes de la journée. Ils formulèrent clairement leur exigence: si Ricardo ne cessait pas de faire son travail, d’écrire, son fils et ses filles, tous âgés de moins de 6 ans à l’époque, seraient en danger.
Ricardo Puentes est un écrivain et un journaliste d’investigation Colombien. Il est l’un des rares journalistes qui, malgré le grand risque personnel, écrit la vérité sur le groupe narco-terroriste que sont les FARC (Forces armées révolutionnaires de Colombie), et sur leurs agents infiltrés au sein du gouvernement colombien. Sa famille a payé le prix fort. Les menaces envers les siens ont été si extrêmes que les enfants ont dû être scolarisés chez eux et quittaient rarement leur maison. Pendant un certain temps, le gouvernement a assuré en partie la protection de la famille. Mais, en définitive, les articles de Ricardo embarrassaient le gouvernement. Ricardo a dévoilé, entre autres choses, la prévarication commise par une juge d’instruction qui avait admis de faux témoignages dans un procès judiciaire très sensible. Il a également mis au jour un complot destiné à assassiner le Procureur général de la Colombie dans lequel étaient impliqués des employés de la mairie de Bogota. A cause de ces révélations, le dispositif de protection dont bénéficiait Ricardo lui fut retiré et les menaces ont recommencé mais par le biais, semble-t-il, d’une source institutionnelle : l’Institut colombien du bien-être de la famille. Le foyer de Ricardo a commencé à recevoir des visites fréquentes de policiers présumés et de fonctionnaires de la mairie de Bogota qui prétendaient être en train de « surveiller le bien-être» des enfants de Ricardo et qui, en même temps, menaçaient de les emmener ailleurs. Les allégations de ces gens étaient sans fondement, mais les pressions ont continué. Finalement, Andrea et ses enfants ont été forcés de quitter la Colombie et de venir aux États-Unis. Ricardo est resté à Bogotá pour poursuivre son travail jusqu’à ce jour de juin dernier où il a été convoqué par un juge. Au cours de l’audience, le journaliste a été informé qu’il était accusé par la juge corrompue de « diffamation aggravée » et que sa maison, son unique propriété, était saisie. Ricardo a compris qu’il ne pourrait jamais avoir un procès équitable. Il a quitté immédiatement la Colombie.
A présent, Ricardo et sa famille sont exilés aux Etats-Unis. Ils ne parlent pas encore l’anglais, ils n’y ont pas de famille et ils n’ont plus rien dans leur pays d’origine.
J’ai connu Ricardo grâce à mon père, Miguel Posada Samper, qui est décédé il y a quelque mois. Ricardo et mon père ont collaboré sur plusieurs projets pour mettre en lumière et établir la vérité sur les FARC, leur noyautage du système judiciaire de la Colombie, et sur la guerre que mène le narco-terrorisme contre le peuple et contre l’Etat colombien. Dans l’un de ses derniers articles, mon père déclarait que, si les choses continuent comme elles vont, « tout ce qui reste pour nous est de vivre en exil ». Maintenant, voici Ricardo, avec sa famille, exactement dans cette situation. Ricardo Puentes est un homme courageux et honnête. Il ne croit pas dans les utopies. Il croit par contre au respect des lois de ce pays où il espère que sa famille pourra vivre sans crainte d’être intimidée, brutalisée psychologiquement et enlevée. Il est, bien entendu, en train de faire les démarches juridiques nécessaires pour obtenir l’autorisation d’y travailler. Ceci prendra du temps, et avant qu’il l’obtienne, ses possibilités de soutenir sa famille sont extrêmement limitées.
Si vous croyez dans la liberté de la presse et si vous admirez les risques que certains journalistes prennent pour exercer leur métier, s’il vous plaît envisagez d’aider cette famille.
Si vous croyez au droit des enfants à vivre à l’abri de l’intimidation et de la peur constante, s’il vous plaît envisagez d’aider cette famille.
Si vous savez qui sont les FARC et quels sont les atrocités qu’elles ont commises pendant des décennies en Colombie, s’il vous plaît envisagez d’aider cette famille.
Si vous êtes un immigrant aux Etats-Unis, et si un jour on vous a donné un coup de main afin que vous puissiez recommencer ici votre vie et y prospérer, s’il vous plaît envisagez d’aider cette famille.
Merci
Lia Fowler et Greg Fowler
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