CHÁVEZ ATASCADO EN COCHABAMBA

Indigna ver la resignación de la prensa colombiana. Ante cosas tan graves muestra poca curiosidad. Nadie trata de descubrir el alcance de esos convenios. Todo es credulidad, conformismo, pasividad, negligencia

CHÁVEZ ATASCADO EN COCHABAMBA

 

Eduardo Mackenzie

Por Eduardo Mackenzie

 

Las fuerzas aéreas de la revolución bolivariana están en tan óptimo estado que el jefe supremo  de ésta no puede cumplir a veces sus citas con otros jefes de Estado. Dotado de costosos aviones de combate rusos último modelo, capaces de sembrar la muerte y la destrucción en el norte de América Latina, el régimen venezolano, no tuvo, sin embargo, cómo sacar a tiempo de Cochabamba, Bolivia, al presidente Hugo Chávez y a su brillante comitiva: el avión que lo había llevado majestuosamente a Argentina, Uruguay y Bolivia decidió, a último momento, dañarse.  

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, esperaba al jefe bolivariano en Cartagena de Indias, para un tercer encuentro. En vano. Por teléfono le dijeron que Chávez estaba varado en la ciudad boliviana. Evo Morales no había encontrado un avión para que su homólogo cumpliera la última etapa de su gira por el continente.

Esa, al menos, fue la versión oficial. Empero, nadie está obligado a creerla. El venezolano ha dicho tantas mentiras en su carrera de dictador que es legítimo poner en duda, también ahora, sus palabras. Hay, además, la versión dada a una agencia de prensa por un funcionario boliviano, que guardó el anonimato. El aseguró el viernes, que el avión estaba listo pero que el mandatario venezolano había decidido viajar “directamente a Caracas”.

En todo caso, el presidente Santos, perdió su tiempo en Cartagena (por fortuna la ciudad es bella) pues las noticias del “contratiempo” llegaron con cuentagotas (que Chávez aterrizaría “más tardecito de lo previsto” fue la consigna) para mantener el suspenso. Al final, los dos presidentes decidieron verse el 9 de abril próximo.

¿Quién puede creer el cuento de la falta de un “repuesto”?

La razón de ese desplante grosero al presidente Santos es obviamente política. Fue tanto el desorden que se acumuló antes de esa cita que Chávez optó por esquivarla. El asunto Makled, por ejemplo, que oficialmente no iba a ser tratado, pasó a primer plano. La víspera, el senador norteamericano Dick Lugar y el congresista republicano Connie Mack llamaron la atención de Santos y algunos diarios colombianos, así como juristas y políticos del continente, exhortaron a Bogotá para que entregue a Washington el capo narcotraficante, acusado de enviar diez toneladas mensuales de droga a Estados Unidos.

Chávez dejó plantado a Juan Manuel Santos y voló directamente a Caracas

Por otra parte, la agenda es superpesada: siete comisiones binacionales discuten desde hace semanas sin llegar a acuerdos en materias tan delicadas como seguridad, energía, salud, comercio, infraestructura, turismo y cultura. Es una discusión secreta, a puerta cerrada, a espaldas de las opiniones públicas, como le gusta a Chávez. Algunos diarios trataron de reducir el asunto a una cuestión de ventas: de energía, leche y cemento colombino a Venezuela y de gasolina a Colombia. No. Hay cosas de gran calado. ¿Está allí presente la idea absurda de Armando Benedetti de crear “estados binacionales” en la zona fronteriza? Idea que él lanzó a mediados de agosto de 2010 tras una entrevista con Hugo Chávez. Nadie sabe nada. ¿Hasta dónde en esas negociaciones se están comprometiendo intereses vitales de Colombia? ¿Por qué tanto secreto? ¿Qué está exigiendo Chávez? ¿Qué otros puntos están en juego? ¿Por qué no llegan a acuerdos? ¿Pactos sobre lucha contra el narcotráfico entre un país que expulsó a la DEA (Venezuela) y un país que trabaja con la DEA (Colombia) van a beneficiar a quien? No hay que olvidar que, como admitió el ministro colombiano de Defensa, esos pactos eventuales incluyen “compartir inteligencia, información judicial y realizar operaciones coordinadas entre los dos países”. El pastel es tremendo.

También hay rifirrafes entre la recién designada secretaria general de Unasur, María Emma Mejía, y el ministro chavista Alí Rodríguez.

Indigna ver la resignación de la prensa colombiana. Ante cosas tan graves muestra poca curiosidad. Nadie trata de descubrir el alcance de esos convenios. Todo es credulidad, conformismo, pasividad, negligencia. Nadie investiga por qué, en ese contexto de acercamientos con Venezuela, las fuerzas militares colombianas han reducido sus operaciones un 30%, mientras que las acciones terroristas de las Farc crecen en todas partes. El contraste es neto entre 2009 y 2010. Sólo La Hora de la Verdad, de Fernando Londoño Hoyos, entrevistó al politólogo Alfredo Rangel, autor de un estudio que muestra, con cifras exactas, ese preocupante decline en la seguridad nacional. Mientras tanto, la prensa informa menos de los ataques de las guerrillas, hasta el punto de que algunos atentados no son siquiera mencionados. ¿Qué está pasando? ¿Por qué esa política suicida?

Pero hay algo más.

Una noticia del 31 de marzo, cuya importancia pocos vieron, pudo haberse convertido en el factor que desató la furia total de Hugo Chávez contra Santos y que lo obligó a aplazar el encuentro de Cartagena. Chávez debió haberse atragantado cuando supo que Colombia no se prestaba a la maniobra de reconocer unilateralmente la Palestina como Estado. Juan Manuel Santos lo dijo ese jueves, durante un encuentro en Bogotá con una delegación del Congreso Judío Mundial: “Nosotros no reconoceremos el Estado palestino pues para nosotros es una cuestión de principio. Nosotros apreciamos mucho la amistad y la valentía del pueblo judío”.

Con esa postura, un éxito de la diplomacia israelí, tan detestada por Chávez, Colombia resiste a las presiones palestinas e iraníes y rehúsa seguir el mal ejemplo de los gobiernos izquierdistas que hicieron tal reconocimiento: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Cuba, Venezuela, Guyana, Paraguay, Surinam, Uruguay y Chile (único de centro izquierda). Esos gobiernos validan la estrategia palestina de eludir la negociación con Israel para poner a la única democracia de Medio Oriente contra la pared. Jack Terpins, uno de los líderes del CJM, felicitó el jueves al presidente Santos por “su lucha  contra la influencia iraní en la región, en especial frente a la Venezuela dirigida por el dictador Hugo Chávez”. “Israel considera todo reconocimiento unilateral del Estado palestino como un obstáculo a las negociaciones de paz”, informó el 1 de abril la agencia Ria-Novosti.

Quienes creen que Chávez deja pasar sin represalias puntos de tan alto simbolismo como ese se equivocan. El mandatario venezolano creía haber logrado “corregir” la política colombiana profundamente. Pues no. Hay puntos que se le escapan todavía, como éste del reconocimiento unilateral e independiente del Estado palestino, línea que Caracas lleva a tambor batiente, de mano de Teherán y del activismo chiita, por todo el continente. Al contradecir esa política, Bogotá malogra pactos secretos de Caracas con el poder iraní, del cual dependen suministros a Caracas en materia económica y militar.

¿Chávez espera “corregir” de nuevo la política de Bogotá en esta semana y hacer moñona antes del 9 de abril? Veremos. En todo caso, es hora de pedir transparencia sobre lo que se está negociando con Venezuela. ¡No más negociaciones secretas con Hugo Chávez! La opinión colombiana no ve con buenos ojos lo que está pasando. El Mundo, de Medellín, publicó al día siguiente del desplante de Chávez un sondeo: “¿Confía usted en la actitud de Chávez hacia Colombia en la era Santos?”. La respuesta fue: No, 79%; si, 21%.

 

3 de abril de 2011

 

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