LA SECTA

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Los propagandistas de la secta son hábiles en destruir sistemáticamente cualquier intento de disenso interno mediante la tiranía de la autoridad. Insultan al oponente, lo ridiculizan, lo calumnian, alientan al resto de seguidores a que lo traten como un traidor, un paria, un demente

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La secta

Los propagandistas de la secta son hábiles en destruir sistemáticamente cualquier intento de disenso interno mediante la tiranía de la autoridad. Insultan al oponente, lo ridiculizan, lo calumnian, alientan al resto de seguidores a que lo traten como un traidor, un paria, un demente

Ricardo Puentes Melo

Por Ricardo Puentes Melo
Mayo 22 de 2018
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

No hay nada más valioso que la libertad. Ni nada más peligroso para la tiranía y el adoctrinamiento. La tarea del tirano, de los jefes de una secta, es crear una consciencia colectiva que controle la consciencia individual.

¿Por qué menciono esto? Porque he recibido algunas críticas de amigos que se sienten heridos e incluidos cuando menciono a los seguidores de Iván Duque, el candidato oficial del Centro Democrático.

La ignorancia y el fanatismo de un seguidor de Duque lo llevó a esta extravagancia de tatuarse la cabeza con el nombre de su candidato

Si bien es cierto -y eso lo reconozco- que la aplicación de la palabra “secta” es tradicionalmente una etiqueta que se le coloca a una religión que no nos gusta, creo firmemente que un movimiento político puede manifestar muchas características de una secta. Una particularidad fundamental de una secta es el aislamiento físico, pero considero que hay otras clases de aislamiento, igualmente efectivas.

Mis amigos indignados, que votarán por Duque, me dicen que sobre ellos no se ejerce control mental, ni son débiles intelectuales para permitirlo. Sin embargo, los perfectos candidatos para el control mental no son gente demente, ni “raros”, son personas que cualquiera catalogaría como gente normal.

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Steve Hassan, autor del libro Combatting Cult Mind Control afirma lo siguiente: “La esencia del control mental es que estimula la dependencia y el conformismo, y disuade de la autonomía y del individualismo. . . . [intenta] socavar la integridad del individuo para efectuar sus propias decisiones”

La gran mayoría de los que ceden al control mental son “gente estable, inteligente e idealista”, “el gran número de miembros sinceros y comprometidos con los que se encuentra un neófito son probablemente mucho más atractivos al converso en perspectiva que cualquier doctrina o estructura.”, según afirma Hassan. La persona más propensa al lavado del cerebro es la persona media, la “normal.”

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“Por otro lado, es más difícil lavar el cerebro de las personas que tienen ideas y convicciones muy firmes, educación sólida, razonamientos poco convencionales, y que no temen decir lo que piensan incluso si son atacados por otros.”

Los propagandistas de la secta son tan hábiles que hacen creer al enrolado que sus convicciones son propias, cuando la verdad es que estas creencias son emanadas de la cúpula de la organización. “Generalmente creemos lo que queremos creer, y una cosa que nos gusta creer es que pensamos por nosotros mismos. Por tanto, no les es muy difícil a los propagandistas hábiles hacernos pensar que los pensamientos de ellos son los nuestros. Ellos plantan el pensamiento y lo nutren, pero lo hacen tan sutilmente que creemos que nosotros creemos que es nuestro propio pensamiento.” Dice Hassan.

Las organizaciones religiosas citan como fuente de autoridad a su mesías, quien -dicen- tiene el contacto directo con Dios y es el canal del Creador con los mortales.

De igual manera, las organizaciones de otro tipo, como las políticas (aquellas que tienen elementos de sectarismo) construyen sus propios mesías. Los propagandistas de este tipo de sectas edifican laboriosamente la imagen del líder y la elevan a niveles religiosos donde los miembros de esa organización no tienen reparos en obedecer ciegamente las órdenes del dirigente, sean cuales fueren. Este tipo de organizaciones políticas sectarias son, definitivamente, de izquierda, porque desprecian las libertades individuales, la capacidad de razonamiento individual, la disensión interna.

Los propagandistas de la secta son hábiles en destruir sistemáticamente cualquier intento de disenso interno mediante la tiranía de la autoridad. Insultan al oponente, lo ridiculizan, lo calumnian, alientan al resto de seguidores a que lo traten como un traidor, un paria, un demente. A quien sigue las normas y órdenes del líder, en cambio, se le hace creer que es muy inteligente, especial, honesto, fiel, leal, y parte de un movimiento poderoso.

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Los propagandistas de la secta son extremadamente talentosos para abrumar la mente de quien disiente y de quien no, para asaltar sus mentes.

En lo personal, he resistido siempre el ser objeto del adoctrinamiento de los propagandistas. Y, también he sido testigo de cómo personas buenas y hermosas se convierten, bajo la influencia homogeneizadora de una organización sectaria, en verdaderos monstruos que, a su vez, cual armas de batalla del líder, intentan aplastar a quien se atreve a disentir, con calumnias, insultos, y hasta agresiones físicas.

De nuevo la pregunta: ¿Por qué una persona inteligente, normal, permite que una organización suplante y controle sus pensamientos y decisiones?

Como relata el libro de Hassan ya mencionado, las personas que ceden a las técnicas de control mental, que son la mayoría, son gente dependiente y conformista. Los propagandistas de la secta hacen su labor disuadiendo poco a poco a estas personas de ser autónomas, les llevan a decidir que es mejor que otros más “sabios” y que “saben lo que hacen” tomen las decisiones por ellos. Los van hundiendo en esa filosofía al tiempo que le dicen que quienes se salen de esa organización son débiles, perversos, locos, orgullosos, o que actúan por venganza o despecho contra la organización.

Los propagandistas colocan al líder en el puesto de un mesías o Dios, así que los miembros de la organización consideran al disidente como un pecador, una persona realmente mala que quiere atentar con el deificado líder.

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El líder, al mismo tiempo, puede ejecutar acciones que para sus miembros serían prohibidas, tales como hacer alianzas con gente aparentemente contraria al ideario de la organización, cometer actos indebidos o lo que sea. El líder siempre será justificado por los propagandistas como un ser más allá de lo normal, un escogido, una persona de una mente y compresión superiores, humanamente inexpugnable.

Mientras a los individuos externos de la organización, incluso a los que pertenecen a otra organización, se les acusa de sectarios, retrógrados, estrechos de mente, por no considerar la evidencia para “convertirse”, ni ser “receptivo a nuevas ideas y evidencia”, o mientras se les señala (a los externos) de no ser “imparciales” ni “objetivos”, a los miembros de la organización se les condena si llegan a atreverse a considerar opiniones y puntos de vista y evidencias en contra de la secta propia.

Otro de los métodos empleados por las organizaciones sectarias, es el ataque intelectual. Se les dice a los miembros de las bases que el líder sabe lo que hace, que dudar de la palabra del líder, un ser humanamente inexplicable, un privilegiado intelectual o divino, es ser despreciable, desagradecido, y hasta idiota.
También los propagandistas usan el miedo para mover a las bases a hacer lo que ellos quieren. Les dicen que si no obedecen los “consejos” del líder, que es quien realmente sabe lo que más les conviene, catástrofes caerán sobre todos. Igual, si escuchan a los que disienten.

El programa de adoctrinamiento, ya patentado por sectas religiosas y organizaciones totalitaristas, incluye, pues, la intimidación intelectual. Llevan a las bases a desconfiar hasta de sus propios razonamientos y los obligan a pensar y hacer lo que el líder y sus propagandistas les digan que piensen y digan.

Para esto, los propagandistas manejan la imagen del líder de tal manera que parezca un padre para sus seguidores, un iluminado desinteresado, una lumbrera intelectual nunca antes vista en la historia.

“(Los propagandistas de la secta) no son capaces de probar prueban ni sus afirmaciones ni sus difamaciones, y aplastan las objeciones e intimidan a los opositores”, dice Hassan. .

Cuál es el remedio contra esto: Es tan sencillo como difícil. Busque la verdad. La educación le enseña a uno a pensar. No ceda a la manipulación de los sentimientos de la secta. Ellos saben que no se necesita esfuerzo para sentir pero sí para pensar. Analice los hechos y busque las razones detrás de los enunciados.

Lo más importante: Hable de sus dudas y sobre lo que usted considera correcto. Al hacerlo, pondrá a prueba sus convicciones y refinará sus propias investigaciones. Y jamás permita que la burla o los ataques de otros lo desanimen.

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