¿QUIÉN MIENTE?
Ante las evidencias, es a Villamizar y no a la fiscal Buitrago a quien se le debe creer
¿QUIÉN MIENTE?
Por Plinio Apuleyo Mendoza
¿Se retractó? ¿O realmente nunca estuvo en Bogotá durante los sucesos del Palacio de Justicia, nunca conoció al coronel Plazas Vega ni firmó la declaración que sirvió de base para condenarlo a 30 años de prisión? Me refiero, por supuesto, a Édgar Villamizar Espinel y a estas recientes y explosivas revelaciones suyas que hizo, estas sí, con su real nombre, con su real firma y sus huellas ante el procurador Alejandro Ordóñez.
Alguien miente, titula la revista Semana refiriéndose a dos aseveraciones opuestas: lo que acaba de declarar Villamizar y lo que sostiene la fiscal Ángela María Buitrago. Según ella, Villamizar sí vino a Bogotá, sí la acompañó a la Escuela de Caballería y sí firmó la declaración acusando a Plazas. Ante afirmaciones tan dispares, no hay duda: alguien miente. ¿Quién? Con cierta ligereza, la revista Semana le asigna a Villamizar la mentira desde el momento en que presenta lo dicho por él ante el Procurador como una retractación, lo cual significaría que sí firmó la declaración que sirvió de base para la condena del coronel Plazas. ¿La examinaron?, me pregunto. Yo sí. Es un documento tan frágil como un hojaldre. No lleva el sello de la Fiscalía. Y algo muy extraño: Villamizar -si es cierto lo que dice la Fiscal- habría puesto su firma debajo de otro nombre, el de un inexistente Édgar Villarreal. A menos que se trate de un usurpador de identidad, ¿quién comete semejante error? ¿Quién firma un documento público con un nombre distinto al suyo? Además, la firma tampoco corresponde. Es un garabato redondo, mientras Villamizar -en su cédula y otros documentos- pone su nombre con toda claridad. Se trata, sin duda, de una falsa firma. Así lo confirmó el abogado grafólogo Luis Enrique de la Rosa Morales. Pero, además, el capitán Bernardo David Tobar, encargado de acompañar a la fiscal Buitrago durante su visita a la Escuela de Caballería, declaró que no había visto con ella al supuesto firmante de la declaración.
Ante tales evidencias, es a Villamizar y no a la fiscal Buitrago a quien se le debe creer. A menos que ella y quienes aparecen firmando la falsa declaración -el procurador Henri Bustos, el fiscal auxiliar José Darío Cediel y dos agentes del CTI- se hayan dejado engañar por un suplantador. La Justicia tendrá que investigarlo. Como sea, lo evidente es que lo dicho ahora por Villamizar tiene pruebas que la fiscal Buitrago y la jueza María Stella Jara no tomaron en cuenta. Dos militares, el sargento (r.) Gustavo Alfonso Velásquez y el coronel Ariel Valdés, entonces Comandante del Batallón Vargas, declararon bajo juramento que Villamizar estaba en Granada (Meta) durante los sucesos del Palacio de Justicia. Los seguía con ellos por televisión. Está demostrado también que, si bien hubo una antiorden o llamado de alerta, no se produjo desplazamiento alguno de militares de esa base a Bogotá, ni vuelos de Apiay a la capital los días 5, 6 y 7 de noviembre de 1985. Los helicópteros de entonces, los UH1H, solo tenían cupo para seis personas y no para 13, como decía la falsa declaración. De todo esto hay documentos y testimonios que lo demuestran.
¿Por qué los desdeñó la fiscal Buitrago? La más benévola de las explicaciones que yo me doy es la de que sus desvíos ideológicos la inducían a buscar a toda costa la condena de Plazas y aceptar como válida cualquier prueba contra él. O a fabricarla. De todos modos, como bien lo ha señalado en El Colombiano el abogado Jaime Granados, la justicia tendrá ahora que decidir si la mencionada fiscal fue víctima de un “embuchado” o si tuvo parte activa en esta suplantación. Por ahora, lo cierto es que la única prueba que sustentaba la condena del coronel Plazas se ha derrumbado estrepitosamente.
23 de junio de 2011
Comentarios