VENEZUELA, SIEMPRE IGUAL

En Venezuela, el oficialismo tiene el monopolio de la fuerza de las armas. O sea que la salida no puede ser mediante la violencia interna, por tener el gobierno la ventaja total en este terreno; y tampoco es posible mediante una intervención militar externa

Nicolás Maduro, Cilia Flores y Diosdado Cabello

Venezuela, siempre igual

En Venezuela, el oficialismo tiene el monopolio de la fuerza de las armas. O sea que la salida no puede ser mediante la violencia interna, por tener el gobierno la ventaja total en este terreno; y tampoco es posible mediante una intervención militar externa

Alberto Mansueti

Por Alberto Mansueti
Octubre 23 de 2017

El 15 de octubre pasado hubo nuevas elecciones en Venezuela, para gobernadores. La oposición ganó en 5 Estados y el oficialismo en 18. Como siempre, los candidatos del gobierno son todos socialistas extremos, y los de la oposición, socialistas menos extremos. Pero tan similares unos y otros, que son muy habituales los cambios de bando, de una a otra vereda. Y como siempre, los opositores que pierden acusan “fraude”, un recurso muy fácil y habitual en sus derrotas, para evitar tener que dar explicaciones.

De 18 millones de venezolanos inscritos, sólo acudieron 11; o sea que hubo 7 millones se abstenciones. De resto, casi 6 millones de votos fueron para los candidatos oficialistas, y poco menos de 5 millones para los opositores. Como siempre, la gente no se “polariza” en dos campos, como quiere hacer creer la prensa. En los comicios, muy frecuentes, sistemáticamente la población se divide no en dos sino en tres segmentos: por el gobierno, por la oposición, y por ninguno. Y esta no es la primera vez que el tercero gana mayoría. O sea: el terreno está abonado para otra oposición, no de izquierda; sólo faltan los líderes.

La Biblia contiene muchas y ricas lecciones de Política; y esto reconocen incluso autores no creyentes. Una de ellas se desprende de los libros de Reyes y Crónicas, y es la siguiente: malo para un país es un mal gobierno, pero peor aún es si mala es también la oposición, porque entonces no hay remedio idóneo, y los malos gobiernos pueden eternizarse, o sucederse unos a otros ininterrumpidamente. Otra lección: como David ante el Rey Saúl, un líder o partido que aspire a la jefatura de gobierno, tiene antes que probarse en la jefatura de la oposición, mostrando al pueblo el camino correcto de salida al mal gobierno.

La solución en Venezuela está lejana

Y en casos como el de Venezuela, el oficialismo tiene el monopolio de la fuerza de las armas. O sea que la salida no puede ser mediante la violencia interna, por tener el gobierno la ventaja total en este terreno; y tampoco es posible mediante una intervención militar externa, por estar las grandes potencias pendientes de otros focos de tensión mucho más relevantes en la complicada escena mundial. O sea: que la salida en Venezuela será democrática y negociada; no hay otra vía. Pero tendrá que ser con otra oposición, no de izquierdas, que negocie las condiciones para el desenlace electoral y el cambio integral de sistema, tal como sucedió en Europa Central y Oriental en los años ’80.

En aquellos países, de los ’50 a los ’70, las rebeliones populares fracasaron, con un alto costo en muertos, sangre y destrucción. La violencia no era la salida, y las potencias occidentales no estaban dispuestas a librar una Tercera Guerra Mundial. Las oposiciones socialdemócratas y socialcristianas tampoco eran la salida: fracasaron en sus intentos de diálogo, de negociaciones y elecciones, porque no podían dar a la gente no socialista una oferta concreta y creíble de transición al capitalismo liberal, que pudiera dar fuerza a sus jefes y partidos, muy desprestigiados y alicaídos. Las cosas cambiaron en los ’80, cuando surgió una oposición liberal con Programas viables y atractivos, que explicó sus políticas, propuestas de reformas a fondo para cambiar el sistema, y las medidas a tomar.

Sin otra oposición no habrá otro gobierno en Venezuela. Y la nueva oposición somos nosotros, el Movimiento Cinco Reformas. Somos la salida, y estamos creciendo. La actual oposición, socialista y comprada, no es la salida. Por eso nosotros no votamos, porque votar en estas condiciones es estúpido. Pero la salida tampoco es “la calle”, como gritan algunos, los guerreros del teclado. Le quieren poner mil nombres, pero “la calle” significa violencia, significa “guarimbas” y choques violentos. Y con la violencia perdemos nosotros, los venezolanos de bien, por inferioridad de condiciones. Eso de “la calle”, cualquier nombre que le pongan, también es estúpido. No es la salida.

Crisis en Venezuela

“Dictadura no sale con votos” dicen los guerreros del teclado. Por empezar, en Venezuela no hay dictadura sino tiranía, socialista, de estilo castrista y caribeño. Pero es que aún las feroces tiranías socialistas y comunistas de Europa Central y Oriental, de estilo soviético y moscovita, sí salieron con votos. Eso fue a partir de 1989. ¿Cómo se hizo? ¿Cómo se logró? Muy simple. Por esta vía: las tiranías rojas no pudieron resistir a una vigorosa oposición de signo liberal clásico e inspiración cristiana, que (1) primero tuvo que crecer, ganando apoyos, desde comienzos de los ’80, y (2) luego tuvo que desplazar a la oposición de izquierdas, socialdemócrata y socialcristiana; (3) una vez como cabeza de la oposición, tuvo después que negociar con firmeza y de cara al público con los comunistas, los términos y condiciones; y (4) una vez obtenidas todas las garantías suficientes, tuvo que presentarse a elecciones, y ganarlas.

Así de simple. Ese es el ejemplo que seguimos nosotros, los “devolucionarios” cincoreformistas. Mientras tanto en Venezuela nos oponemos a esta oposición, a sus comicios, y a todas las negociaciones turbias que ellos hacen con el chavismo, desde hace 15 años, sólo para tener sus “espacios”.

Pero no nos oponemos en genérico a la democracia, ni a las elecciones, ni a las negociaciones que sin duda habrá que tener en su momento con el oficialismo, sobre términos y condiciones de la salida electoral, y la transición. Porque la salida va a ser electoral, con votos; y la transición desde el socialismo al capitalismo para todos, va a ser negociada. O de otro modo no hay salida, y seguiremos en cadenas como Cuba y Corea del Norte, indefinidamente.

“Eso va a tomar demasiado tiempo”, dicen los guerreros del teclado. Pues tomará tanto tiempo como cuánto se demore la gente en quitarse las vendas de los ojos. De todos modos, es la única salida; no hay otra. “Necesitamos ayuda internacional”, dicen otros muchos. Es cierto, pero esa ayuda no va a venir de la OEA ni de la Unión Europea o de los “US Marine Corps”. Esa esperanza vana es estúpida también.

La ayuda y apoyo externo va a venir de este Movimiento continental por las Cinco Reformas, que estamos sembrando y desarrollando en varios países latinoamericanos. En modo similar a como sucedió en Europa Central y Oriental: liberales clásicos y cristianos de los diferentes países sometidos por el comunismo, en los ’80, cooperaron activamente entre sí, por encima de las fronteras nacionales. Así hacemos nosotros.

Bendiciones para todos. ¡Y hasta la próxima!

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