UN TIRO EN LA NUCA

Pero así como los marxistas de EE.UU., a diferencia de los soviéticos, supieron que una empresa privada es más eficaz, como vehículo de propaganda y adoctrinamiento, que una oficina estatal, estos jóvenes liberales clásicos islámicos también lo saben

Un tiro en la nuca

Pero así como los marxistas de EE.UU., a diferencia de los soviéticos, supieron que una empresa privada es más eficaz, como vehículo de propaganda y adoctrinamiento, que una oficina estatal, estos jóvenes liberales clásicos islámicos también lo saben

Alberto Mansueti

Por Alberto Mansueti
Noviembre 24 de 2017

En un fin de semana, Mohammed bin Salman, príncipe de 32 años, hizo del Hotel Ritz Carlton de Ryad la cárcel más lujosa del globo. Encerró allí a casi todos sus primos, tíos y jerarcas sauditas.

¿Qué fue? ¿Un golpe de palacio? Sí, exactamente. ¿Pero por qué? El pretexto alegado fue que son todos unos corruptos. ¿Lo son? Sí, porque bajo el estatismo, todos los grandes negocios dependen del Gobierno, el capitalismo es “de amigotes”, y la inmoralidad es inherente al sistema. No hay de otra.

Pero la verdad tras el asunto, que la prensa convencional esconde, es que los capos del Establishment se oponen a un Plan de Gobierno a mediano y largo plazo, liderado por bin Salman, que se titula “Visión Arabia Saudita 2030”, y que acabará con sus privilegios. Versión completa en inglés, en Internet.

Mohammed bin Salman y Trump

Es un documento impresionante: (1) implica que Arabia Saudita pasa de ser un país “petrolero” en sentido convencional, a ser un país capitalista en sentido liberal, de economía libre y abierta al mundo. (2) la forma del proceso de transición se parece muchísimo a nuestras Cinco Reformas.

Lo primero es como un tiro en la nuca a la OPEP, a la OPAEP y a toda esa mafia que carteliza el negocio petrolero desde los ’60, para provocar una elevación artificial en los precios del crudo, y así financiar sus “Estados de Bienestar” insostenibles, en países como Arabia Saudita y Venezuela.

Claro, eso no lo dice explícitamente; pero hay que saber leer, lo que dicen las palabras y frases, y lo que no dicen. Y leer entre líneas lo que callan, parte esencial del “contexto”, auxiliar indispensable en la lectura, para la recta comprensión. Y en cuanto a lo segundo, vea:

(1) Comienza afirmando que “toda historia de éxito comienza con una visión, y esa visión se asienta sobre fuertes pilares”. Igual pensamos nosotros los liberales clásicos en nuestra América.

En el caso saudita, el primero de esos pilares son los principios y valores propios de su identidad cultural, y ese es un legado de su religión, que es el Islam. Pero si Ud. ha adoptado el falaz prejuicio de que islamismo es igual a terrorismo, no entenderá nada; así que mejor no lea la Visión 2030, ni siga leyendo este artículo. El punto es otro: ninguna religión puede imponerse a bombazos ni a fuerza de pistola; pero ningún proyecto de cambio puede ser exitoso si deja la religión de lado. Y quienes entendieron mejor esto, por desgracia, son quienes cambiaron nuestro mundo para mal.

(2) Se dibuja un Plan Político, muy completo, centrado en estos tres temas: “una sociedad vibrante”; “una economía próspera”; y “una nación ambiciosa”. El tema uno se parece mucho a nuestra Reforma No. 1; el dos, a nuestra Reforma No. 2; y el tres, a nuestras Reformas 3, 4 y 5.

Mark Zuckerberg Mohammed bin Salman

¿Ha leído las 5 Reformas el Príncipe bin Salman? No; pero la coincidencia no es casual: el proceso de transición al capitalismo liberal es por la misma vía, igual en cualquier parte. Es el mismo “camino a la servidumbre” (vía al socialismo, Hayek: Road To Serfdom), pero recorrido en sentido inverso, no para esclavizar a las naciones, sino para liberarlas de sus cadenas. No hay de otra.

Sin desvíos ni atajos posibles, implica privatizar y desregular en política, economía, educación, atención médica y jubilaciones. Mediante una serie de reformas de fondo o estructurales, en esas áreas claves, todas muy interrelacionadas unas con otras, de tal modo que resultan inseparables. Hay que volverlo todo del revés. Igual en China, en Rwanda o en Arabia Saudita. En esencia es lo mismo, sin diferencias de fondo.

(3) “Una sociedad vibrante”, el primer objetivo, significa “fuerte”, o sea liberada del asfixiante paternalismo estatal. El Plan incluye una serie de programas operativos, para ir reduciendo el peso y la presencia del Estado, confinarle en su rol justo y propio, y que las entidades privadas vayan ganando terreno en funciones, poderes y recursos.

Pero “entidades privadas” no son solamente las empresas lucrativas; se incluyen todas las organizaciones sin fines de lucro, que en un contexto de afluencia y no de pobreza crónica, se vean empoderadas con dinero suficiente para cumplir funciones en educación, salud y asistencia social, en lugar del Estado, “ogro filantrópico” según título de Octavio Paz, 1978.

Putin y Mohammed bin Salman

Y las empresas lucrativas no son solamente las grandes: en una economía libre hay espacio para el negocio pequeño, tipo familiar o no. Pero tampoco hay esa inquina anti-gran empresa, muy propia del socialismo. La gran empresa es fuente de empleo masivo, a gran escala: saca a la gente de la pobreza y lleva riqueza a los individuos y a las familias, tanto o más que las PYMEs; y hace a una economía más productiva, más eficiente, y más competitiva en los mercados globales.

(4) “Una economía próspera”, el segundo tema u objetivo, es una economía diversificada, que no depende sólo del ingreso petrolero, para su “justa redistribución”, según decían en los ’60 los “Padres de la OPEP”: el jeque Ahmed Zaki Yamani y el socialista venezolano J. P. Pérez Alfonzo.

Para que haya prosperidad, son las leyes las que deben poner los incentivos positivos y negativos en los puntos correctos. Visión 2030 no sólo es un tiro en la nuca al cartel petrolero, y al welfarismo que debía sostener; son sendas patadas en todos los redondos traseros de las malas ideas socialistas que han envenenado el mundo, y en especial el “Tercer Mundo”, desde la Revolución soviética de Octubre hasta hoy, hace 100 años exactos. Y la mayor ha sido la de que el Estado va a imponer castigos para toda forma de esfuerzo honesto, y a decretar o prometer jugosas recompensas para toda forma de holganza, de imprevisión, irresponsabilidad y parasitismo.

Otra pésima idea, derivada de la planificación central: el centralismo, que hace obesas a las capitales de los países estatistas, y raquíticas a sus ciudades y provincias del interior. En Arabia, ciudades hoy perdidas serán rehabilitadas, y habrá zonas especiales de capitalismo avanzado, estilo chino.

El Príncipe bin Salman no se anda con vueltas y juega rudo. Y es justo: la limpieza empieza por casa, y su propia familia debió entenderlo, todos Ministros y ex Ministros, y hasta jefes religiosos, hoy todos presos en una jaula de oro.

(5) ¿Qué significa el tercer objetivo: “una nación ambiciosa”? Para empezar, un país donde cada quien sepa y entienda desde chiquito, que la responsabilidad por su vida y familia es personal, no del Estado. De tal premisa se siguen otras, como la necesidad de “formar el carácter de los niños”, tarea que no es del Estado; y de allí la importancia de la familia y la religión.

Esta tercera parte del documento, como la anterior, insiste en la necesidad de una sólida y muy competitiva industria privada en el rubro de “entretenimiento” de calidad, para producir películas, canciones, espectáculos, videojuegos etc. A buen entendedor, pocas palabras: es el contraataque saudita al marxismo cultural, y lanzado al más puro estilo capitalista y hasta “libertario”.

El Príncipe bin Salman y los líderes que le acompañan conocen perfectamente la podredumbre moral que aqueja a Occidente; y muy bien saben por dónde se ha introducido la infección: Hollywood.

Pero así como los marxistas de EE.UU., a diferencia de los soviéticos, supieron que una empresa privada es más eficaz, como vehículo de propaganda y adoctrinamiento, que una oficina estatal, estos jóvenes liberales clásicos islámicos también lo saben. Y en vez de querer instalar un ente burocrático que imponga su religión por decreto, van a desarrollar una industria fílmica y de “entertainment”, para hacerle a Hollywood una leal competencia, que nunca tuvo.

El golpe de palacio es porque en aquel país árabe no hay democracia representativa; por eso nosotros la defendemos, a diferencia de tanto “libertario” despistado. Si la hubiera entre los saudíes, la Visión 2030 sería el Programa de Gobierno presentado a los electores por el candidato bin Salman.

¿Se entendió? Si todavía no se entendió, seguiremos en otra ocasión, si Dios quiere, porque se me acabó el espacio. ¡Hasta pronto a los buenos!

 

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UN TIRO EN LA NUCA

Pero así como los marxistas de EE.UU., a diferencia de los soviéticos, supieron que una empresa privada es más eficaz, como vehículo de propaganda y adoctrinamiento, que una oficina estatal, estos jóvenes liberales clásicos islámicos también lo saben

Un tiro en la nuca

Pero así como los marxistas de EE.UU., a diferencia de los soviéticos, supieron que una empresa privada es más eficaz, como vehículo de propaganda y adoctrinamiento, que una oficina estatal, estos jóvenes liberales clásicos islámicos también lo saben

Alberto Mansueti

Por Alberto Mansueti
Noviembre 24 de 2017

En un fin de semana, Mohammed bin Salman, príncipe de 32 años, hizo del Hotel Ritz Carlton de Ryad la cárcel más lujosa del globo. Encerró allí a casi todos sus primos, tíos y jerarcas sauditas.

¿Qué fue? ¿Un golpe de palacio? Sí, exactamente. ¿Pero por qué? El pretexto alegado fue que son todos unos corruptos. ¿Lo son? Sí, porque bajo el estatismo, todos los grandes negocios dependen del Gobierno, el capitalismo es “de amigotes”, y la inmoralidad es inherente al sistema. No hay de otra.

Pero la verdad tras el asunto, que la prensa convencional esconde, es que los capos del Establishment se oponen a un Plan de Gobierno a mediano y largo plazo, liderado por bin Salman, que se titula “Visión Arabia Saudita 2030”, y que acabará con sus privilegios. Versión completa en inglés, en Internet.

Mohammed bin Salman y Trump

Es un documento impresionante: (1) implica que Arabia Saudita pasa de ser un país “petrolero” en sentido convencional, a ser un país capitalista en sentido liberal, de economía libre y abierta al mundo. (2) la forma del proceso de transición se parece muchísimo a nuestras Cinco Reformas.

Lo primero es como un tiro en la nuca a la OPEP, a la OPAEP y a toda esa mafia que carteliza el negocio petrolero desde los ’60, para provocar una elevación artificial en los precios del crudo, y así financiar sus “Estados de Bienestar” insostenibles, en países como Arabia Saudita y Venezuela.

Claro, eso no lo dice explícitamente; pero hay que saber leer, lo que dicen las palabras y frases, y lo que no dicen. Y leer entre líneas lo que callan, parte esencial del “contexto”, auxiliar indispensable en la lectura, para la recta comprensión. Y en cuanto a lo segundo, vea:

(1) Comienza afirmando que “toda historia de éxito comienza con una visión, y esa visión se asienta sobre fuertes pilares”. Igual pensamos nosotros los liberales clásicos en nuestra América.

Mark Zuckerberg Mohammed bin Salman

En el caso saudita, el primero de esos pilares son los principios y valores propios de su identidad cultural, y ese es un legado de su religión, que es el Islam. Pero si Ud. ha adoptado el falaz prejuicio de que islamismo es igual a terrorismo, no entenderá nada; así que mejor no lea la Visión 2030, ni siga leyendo este artículo. El punto es otro: ninguna religión puede imponerse a bombazos ni a fuerza de pistola; pero ningún proyecto de cambio puede ser exitoso si deja la religión de lado. Y quienes entendieron mejor esto, por desgracia, son quienes cambiaron nuestro mundo para mal.

(2) Se dibuja un Plan Político, muy completo, centrado en estos tres temas: “una sociedad vibrante”; “una economía próspera”; y “una nación ambiciosa”. El tema uno se parece mucho a nuestra Reforma No. 1; el dos, a nuestra Reforma No. 2; y el tres, a nuestras Reformas 3, 4 y 5.

¿Ha leído las 5 Reformas el Príncipe bin Salman? No; pero la coincidencia no es casual: el proceso de transición al capitalismo liberal es por la misma vía, igual en cualquier parte. Es el mismo “camino a la servidumbre” (vía al socialismo, Hayek: Road To Serfdom), pero recorrido en sentido inverso, no para esclavizar a las naciones, sino para liberarlas de sus cadenas. No hay de otra.

Sin desvíos ni atajos posibles, implica privatizar y desregular en política, economía, educación, atención médica y jubilaciones. Mediante una serie de reformas de fondo o estructurales, en esas áreas claves, todas muy interrelacionadas unas con otras, de tal modo que resultan inseparables. Hay que volverlo todo del revés. Igual en China, en Rwanda o en Arabia Saudita. En esencia es lo mismo, sin diferencias de fondo.

(3) “Una sociedad vibrante”, el primer objetivo, significa “fuerte”, o sea liberada del asfixiante paternalismo estatal. El Plan incluye una serie de programas operativos, para ir reduciendo el peso y la presencia del Estado, confinarle en su rol justo y propio, y que las entidades privadas vayan ganando terreno en funciones, poderes y recursos.

Pero “entidades privadas” no son solamente las empresas lucrativas; se incluyen todas las organizaciones sin fines de lucro, que en un contexto de afluencia y no de pobreza crónica, se vean empoderadas con dinero suficiente para cumplir funciones en educación, salud y asistencia social, en lugar del Estado, “ogro filantrópico” según título de Octavio Paz, 1978.

Putin y Mohammed bin Salman

Y las empresas lucrativas no son solamente las grandes: en una economía libre hay espacio para el negocio pequeño, tipo familiar o no. Pero tampoco hay esa inquina anti-gran empresa, muy propia del socialismo. La gran empresa es fuente de empleo masivo, a gran escala: saca a la gente de la pobreza y lleva riqueza a los individuos y a las familias, tanto o más que las PYMEs; y hace a una economía más productiva, más eficiente, y más competitiva en los mercados globales.

(4) “Una economía próspera”, el segundo tema u objetivo, es una economía diversificada, que no depende sólo del ingreso petrolero, para su “justa redistribución”, según decían en los ’60 los “Padres de la OPEP”: el jeque Ahmed Zaki Yamani y el socialista venezolano J. P. Pérez Alfonzo.

Para que haya prosperidad, son las leyes las que deben poner los incentivos positivos y negativos en los puntos correctos. Visión 2030 no sólo es un tiro en la nuca al cartel petrolero, y al welfarismo que debía sostener; son sendas patadas en todos los redondos traseros de las malas ideas socialistas que han envenenado el mundo, y en especial el “Tercer Mundo”, desde la Revolución soviética de Octubre hasta hoy, hace 100 años exactos. Y la mayor ha sido la de que el Estado va a imponer castigos para toda forma de esfuerzo honesto, y a decretar o prometer jugosas recompensas para toda forma de holganza, de imprevisión, irresponsabilidad y parasitismo.

Otra pésima idea, derivada de la planificación central: el centralismo, que hace obesas a las capitales de los países estatistas, y raquíticas a sus ciudades y provincias del interior. En Arabia, ciudades hoy perdidas serán rehabilitadas, y habrá zonas especiales de capitalismo avanzado, estilo chino.

El Príncipe bin Salman no se anda con vueltas y juega rudo. Y es justo: la limpieza empieza por casa, y su propia familia debió entenderlo, todos Ministros y ex Ministros, y hasta jefes religiosos, hoy todos presos en una jaula de oro.

(5) ¿Qué significa el tercer objetivo: “una nación ambiciosa”? Para empezar, un país donde cada quien sepa y entienda desde chiquito, que la responsabilidad por su vida y familia es personal, no del Estado. De tal premisa se siguen otras, como la necesidad de “formar el carácter de los niños”, tarea que no es del Estado; y de allí la importancia de la familia y la religión.

Esta tercera parte del documento, como la anterior, insiste en la necesidad de una sólida y muy competitiva industria privada en el rubro de “entretenimiento” de calidad, para producir películas, canciones, espectáculos, videojuegos etc. A buen entendedor, pocas palabras: es el contraataque saudita al marxismo cultural, y lanzado al más puro estilo capitalista y hasta “libertario”.

El Príncipe bin Salman y los líderes que le acompañan conocen perfectamente la podredumbre moral que aqueja a Occidente; y muy bien saben por dónde se ha introducido la infección: Hollywood.

Pero así como los marxistas de EE.UU., a diferencia de los soviéticos, supieron que una empresa privada es más eficaz, como vehículo de propaganda y adoctrinamiento, que una oficina estatal, estos jóvenes liberales clásicos islámicos también lo saben. Y en vez de querer instalar un ente burocrático que imponga su religión por decreto, van a desarrollar una industria fílmica y de “entertainment”, para hacerle a Hollywood una leal competencia, que nunca tuvo.

El golpe de palacio es porque en aquel país árabe no hay democracia representativa; por eso nosotros la defendemos, a diferencia de tanto “libertario” despistado. Si la hubiera entre los saudíes, la Visión 2030 sería el Programa de Gobierno presentado a los electores por el candidato bin Salman.

¿Se entendió? Si todavía no se entendió, seguiremos en otra ocasión, si Dios quiere, porque se me acabó el espacio. ¡Hasta pronto a los buenos!

 

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