“DÉ LA ORDEN DE ASESINAR A IVÁN CEPEDA, DOCTOR”
2 años hace Ricardo Puentes MeloLo de Sepúlveda y Andrómeda fue un golpe contra la inteligencia del Ejército, un golpe mortal planeado directamente por Castro y ejecutado por Santos y Uribe
Por Ricardo Puentes Melo
Noviembre 27 de 2022
@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com
(Extracto del libro: Para verdades el tiempo y para justicia Dios)
Nunca he hablado de esto públicamente, y creo que algunos apartes los he mencionado a un par de personas en conversaciones privadas.
Yo vi mucho material del que el ‘hacker’ Sepúlveda hacía gala poseer, relacionado con lo que estaba sucediendo en las conversaciones en Cuba entre el gobierno de Santos y el grupo terrorista de las FARC.
Había muchos cabos sueltos que antes no pude unir pero, casi 8 años después, tengo una panorama bastante claro de lo sucedido, del real papel del uribismo ahí, y de la trampa que me tendieron para vincularme a ese montaje.
La gran prensa nacional, obviamente, fue parte de eso. Les narro acá mi experiencia y deducciones
Lo de Sepúlveda y Andrómeda fue un golpe contra la inteligencia del Ejército, un golpe mortal planeado directamente por Castro y ejecutado por Santos y Uribe, por Pinzón, uribista nombrado ministro de Defensa en el gobierno de Juan Manuel; también hubo participación cómplice de funcionarios de la Fiscalía, de miembros de mismas Fuerzas Militares y, por supuesto, de la campaña de Iván Zuluaga. Ahí se llevaron por delante a Hoyos, al mismo Sepúlveda y a varios miembros del Ejército de Colombia, todos tontos útiles.
La gran prensa nacional, obviamente, fue parte de eso. Les narro acá mi experiencia y deducciones.
En enero o febrero de 2014 conocí las instalaciones de lo que luego la prensa publicaría como “Operación Andrómeda”, una oficina desde donde, según los medios, se espiaba a medio mundo usando tecnología informática. A mí me invitó al sitio un conocido; me hicieron tour por la casa de dos pisos, me dijeron que era una operación contra las FARC aprobada por altos mandos de las FFMM (no me dieron nombres), y que desde allí se pensaba tumbar el proceso de paz de La Habana. No entendí muy bien cómo funcionaba eso ni cómo pensaban hacerlo, y mucho menos por qué me estaban contando a mí sus secretos, ya que me daban información parcial, como haciéndome parte de la operación, pero sin ser yo partícipe, definitivamente. Luego lo comprendería. Mis “anfitriones” estaban siendo utilizados para vincularme al escándalo, cosa que no pudieron hacer.
Por la misma época, varios medios publicaron que yo planeaba un golpe de Estado contra Juan Manuel Santos; también, en esos días, yo estaba inmerso en el proceso difamatorio donde me acusaban de violar a mis hijos, un montaje donde participaron la Presidencia de la República, la UNP con Andrés Villamizar, el entonces alcalde Gustavo Petro, unos contratistas suyos y de Santos, dueños de Seguridad Nápoles, cuyo principal dueño, siendo amigo del terrorista Pitirri, sería poco después del montaje, premiado por José Obdulio Gaviria y Uribe con un aval para sus aspiraciones políticas, y que luego se uniría a José Jaime Uscátegui en los recientes comicios electorales como cabeza de lista al Senado (Uscátegui aspiraba de nuevo a la Cámara).
También estuvieron en el montaje Bienestar Familiar, Comisaria de Familia, Defensoría del Pueblo, Fiscalía, Personería de Bogotá, y mi esposa de entonces a quien Petro y sus delegados y los de Santos, por intermedio de los familiares de ella, los contratistas pitirrianos mencionados, le prometieron un par de casas, becas, dinero efectivo, trabajo en la alcaldía y otros sobornos, a cambio de mantenerse en su falso testimonio: “Ud no puede echarse para atrás porque se nos cae esto y todos iremos a dar a la cárcel”, le dijeron. Un aparato monstruoso que me tenía rodeado y del que solo la voluntad de Dios me libró. Años después me daría cuenta de que Uribe, Obdulio, Alameda y hasta financiadores de Maria Fernanda Cabal, estaban en complicidad con el proyecto de asesinarme.
En la misma época, ya tenía montado el proceso de la infame Ángela María Buitrago en mi contra; proceso donde se me juzgó y condenó por decir que la fiscalía había cometido prevaricato en el caso contra el coronel Alfonso Plazas Vega, un prevaricato que el mismo salvamento de voto del magistrado Hermens Darío Lara reconoció y ordenó, igual que la Corte Suprema de Justicia, investigar. Tan cierto era lo que yo decía y comprobaba, que el coronel Plazas sería liberado, exonerado, mientras que a mí me condenaban a cárcel y expropiaciones. Todos los que yo creía amigos, me dieron la espalda. Pero ese es tema para otro capítulo.
Así que empezaba el 2014. Yo ya había conocido las instalaciones de “Andrómeda”, y entonces Andrés Sepúlveda me contactó diciéndome que tenía información muy importante de lo que ocurría en La Habana.
Nos encontramos en un café en el parque de la 93, en marzo de 2014.
Allí, me mostró una cantidad impresionante del material que tenía: Fotos de Iván Cepeda con cabecillas de las FARC en Cuba, cuando era ilegal viajar allí sin permiso del congreso y del gobierno, fotos suyas consumiendo droga junto a esos cabecillas, junto a Piedad Córdoba; videos de orgías de delegados de las FARC y del gobierno en Cuba, videos de delegados drogándose, con prostitutas, en escenas de homosexualismo desaforado, videos de miembros de las FARC masturbándose en conversaciones con hombres y mujeres de esa banda terrorista en Colombia, casos de sesiones de pedofilia en medio de esas conversaciones de “paz”. Una porquería.
También me demostró que los tenía chuzados enseñándome una conversación que un terrorista sostenía en vivo y directo con otro bandido, donde se reían de la inocencia de los colombianos, de lo bueno que la estaban pasando, de las prostitutas de las filas, de cómo los delegados del gobierno participaban en ese bacanal.
Le pedí a Sepúlveda que me entregara ese material, pero no quiso. Fue cuando me contó que trabajaba para la campaña de Zuluaga y que los financiaba, pero que había un grupo de inteligencia del Ejército que tenía mucho más material y que necesitaba comprarlo, pero que la campaña uribista no le quería ampliar el presupuesto. Me pidió interceder ante Uribe para ese presupuesto extra, y le hice saber que estaba con el tipo equivocado, ya que ese tipo de cosas no las aceptaría Uribe (¡Qué ingenuo era yo!). Le sugerí que gestionara eso con el mismo Zuluaga, mucho más cercano a Uribe que yo, y mucho más importante que este servidor.
Dijo que Zuluaga le estaba embolatando la financiación prometida, y que me iba a dar una información próximamente; y nos vimos de nuevo en el mismo lugar, días después. No me entregó el material gráfico, pero me dio la grabación de Iván Márquez, en plenos diálogos de paz, ordenando el atentado con bomba en Pradera, Valle, donde casi un centenar de personas -entre muertos y heridos- resultaron afectadas.
Sepúlveda no quiso entregarme más material. Dijo que era más efectivo entregarlo a grandes medios de comunicación, con mucho más alcance en impacto que Periodismo Sin Fronteras, un argumento engañoso que compartían el coronel Plazas Vega y su esposa respecto a los descubrimientos que hice en el caso del Palacio de Justicia. Así se lo hice saber, pero Sepúlveda dijo que estaba haciendo gestiones para que ese material fuera divulgado por un “medio uribista”. Escogieron a RCN, dirigido por el marxista tramposo Rodrigo Pardo.
A RCN fueron Sepúlveda y Luis Alfonso Hoyos (llamado “asesor espiritual” de la campaña de Zuluaga), ambos idiotas útiles de este montaje, a presentar el explosivo material. Por supuesto, no fue publicado. En cambio, Rodrigo Pardo denunció esa “infiltración ilegal”, y Sepúlveda y Hoyos fueron procesados.
En mayo de 2014, Sepúlveda fue capturado.
Alrededor de un mes antes, en abril de 2014, fui contactado por quien yo reconocí como jefe de Sepúlveda en la operación. Me citó en el centro comercial La Gran Estación, relativamente cerca de mi apartamento. “Coincidencialmente”, también recibí una llamada de alguien que dijo ser de inteligencia del Ejército, y me dijo que quería reunirse conmigo para compartir información. Para el mismo día.
Acudí a la cita con el jefe de Sepúlveda, y fue muy directo conmigo. Se identificó como el ya famoso “Bambino”, y me dijo que tenía información de que Andrés Sepúlveda me estaba vendiendo información sobre las interceptaciones a las delegaciones en La Habana. Me dijo, también, que el verdadero ´hacker” era él mismo y que Sepúlveda no era más que un miembro de su equipo que quería lucrarse de esa operación.
Me preguntó si Sepúlveda me había pedido dinero. Le mentí y le dije que no. “Bambino”, con su chamarra de la aviación no me creyó, y me preguntó varias veces. Y varias veces le dije que no.
La verdad es que Sepúlveda me pidió dinero para seguir financiando- eso me dijo- la operación; era tanta su insistencia que hoy día creo que Sepúlveda me contactó por “sugerencia” de sus jefes.
Ni siquiera nos tomamos un café con –‘Bambino’, el jefe de Sepúlveda. Fue una conversación muy rápida. Luego de que se fue, recibí la llamada de quien me había citado en el mismo sitio. Me encontré con dos personas que dijeron ser miembros de Inteligencia del Ejército. Me invitaron a un sitio espectacular, de comida boyacense, ahí mismo en ese centro comercial.
“Sabemos que su abuelo, el asesinado por el M19, era boyacense, y por eso lo queremos invitar acá, dr.”, me dijeron.
“Si ud. nos ordena ya que hay que matar a ese hijueputa de Iván Cepeda, en menos de cinco días quebramos a ese hijueputa. Solo dé la orden, doctor”
“Como prueba de nuestra fidelidad y prueba de lealtad a ud, dr., díganos ya mismo a quién hay que matar. Si ud nos ordena ya que hay que matar a ese hijueputa de Iván Cepeda, en menos de cinco días quebramos a ese hijueputa. Solo dé la orden, doctor.”
Yo, terminando el costoso almuerzo que me invitaron, no lo tuve que pensar dos veces.
“No quiero que maten a ese bandido. Eso sería convertirlo en mártir. Yo vi material de ese sinvergüenza en La Habana, en medio de drogas y sexo, incluso con homosexuales de las FARC. Si quieren uds, que son de inteligencia, hacer algo por Colombia, no necesitan matar a nadie. Solo entréguenme ese material y yo lo publico. Igual el material de Piedad Córdoba y las delegaciones del gobierno y las FARC en Cuba. No hay necesidad de más.”
El par de bribones insistieron para que yo “diera la orden” de asesinar a Cepeda. Como no lo lograron, y como yo tampoco sospechaba nada y les solicitaba el material, se dieron por vencidos. Se levantaron de la mesa luego de pagar la cuenta, y se fueron mientras yo me terminaba mi platillo boyacense tranquila e ingenuamente.
Sepúlveda sería capturado en mayo de ese mismo año. La oficina de Andrómeda había sido cerrada en febrero, y la prensa revelaría que los tontos de Andrómeda y Sepúlveda tenían negocios comprando y vendiendo información privilegiada. Luis Hoyos fue vinculado al proceso y, años más tarde, sería exonerado de todos los cargos.
La gran prensa divulgaría los videos de Zuluaga en compañía de Sepúlveda, cosa que benefició la campaña de Santos. Tanto, que Zuluaga salió a reconocer prematuramente que había sido vencido por Juan Manuel Santos.
Durante estos años no podía entender cómo Julián Quintana, director del CTI de la Fiscalía, cabeza del montaje de esa entidad en mi contra, acosador brutal de Sepúlveda en su reclusión, terminó en las filas del uribismo, en el Centro Democrático. No podía entender muchas cosas.
Hoy, ya veo las cosas mucho más claras. Los escándalos de Andrómeda y el “hacker” Sepúlveda fueron un par de piezas más para la destrucción del Ejército de Colombia. Los idiotas que participaron allí, con excepción de los mandos, ignoraban que solo eran porcinos destinados al matadero. Creían que estaban haciendo algo por la patria pero cayeron en esa trampa donde los hicieron sentir importantes, parte de la historia, desconociendo la triste verdad de que eran solo descamisados, basura, en ese montaje.
Las conversaciones de paz con el ELN no son invento de Petro; fueron iniciadas en el gobierno de Uribe y quisieron adelantarlas en el gobierno de Santos. Así lo denuncié hace muchos años, como también denuncié -siendo el primer periodista en hacerlo- el inicio de conversaciones con las FARC en Venezuela.
También he denunciado que todo esto que sucede fue planeado en 1997 en la reunión en Quirama, donde se diseñó el futuro de Colombia, que se ha cumplido al dedillo, en lo que los traidores definieron como “Destino Colombia”.
Y alerté, con años de anticipación, que Petro era el ungido por Uribe, Santos, las FARC y Cuba para ser elegido presidente, como sucedió. Y como sucedió con mis advertencias sobre Santos y Duque.
Aunque todo parece estar perdido, mi firme creencia en Dios y mi conocimiento de las Escrituras, me obligan a seguir alertando y ofreciendo soluciones viables.
No hay necesidad de asesinar a bandidos como Iván Cepeda. Hay que conocer todas las triquiñuelas de esta caterva de hampones, junto a sus defensores, para ir en búsqueda de la verdad y libertad cristianas como fuente ideológica y doctrinal para la reconstrucción de nuestra nación.
Porque no hay otra solución. Ninguna otra.
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