BALTASAR GARZÓN EN EL FILO DE LA NAVAJA
Es evidente que el polémico juez español aspira a utilizar a Colombia como trampolín para darse un baño de renombre internacional. ¿Quiere llevar a la picota a dos ex presidentes colombianos, Belisario Betancur y Álvaro Uribe..?
BALTASAR GARZÓN EN EL FILO DE LA NAVAJA
Por Eduardo Mackenzie
El juez Baltasar Garzón, que algunos quieren ver instalado como asesor judicial del Presidente Juan Manuel Santos, no logra salir de problemas con la justicia española. Por el contrario, el está, ahora más que nunca, en el filo de la navaja. Hasta el punto de que en días pasados declaró a la prensa de Barcelona que estaba viviendo un verdadero “calvario”.
No hay que exagerar. Sin embargo, es cierto que la investigación que cursa contra él en el Tribunal Supremo por cohecho y prevaricación presuntos, por la forma como financió su serie de cursos y conferencias en Estados Unidos, entre 2005 y 2006, está desembocando en nuevas curiosidades.
Según Manuel Marchena, el magistrado instructor de la causa penal de Garzón, es probable que otras empresas y fundaciones españolas hayan sido objeto del curioso “esquema recaudatorio” del juez Garzón. Las empresas y bancos que financiaron la aventura intelectual de Garzón en Nueva York son el Banco Santander, BBVA, Caixa Catalunya, Telefónica, Endesa y Cepsa.
Marchena reveló que en el presupuesto que la Universidad de Nueva York envió al Banco Santander para uno de los seminarios de Garzón, y bajo el epígrafe “benefactores principales”, figuraban ocho nuevas entidades: Altadis, Caja Madrid, Coca-Cola España, Iberdrola, La Caixa, Telefónica, Fundación Ramón Areces y Fundación Carrol and Milton Petrie.
La duda que asiste a los investigadores es si tal financiación es el resultado de favores hechos por el juez a esas empresas. Por eso el magistrado reclamó a las firmas patrocinadoras de los cursos de Garzón que identifiquen “todos los procesos penales tramitados por el juez que hubiesen afectado a esas entidades.”
Garzón se queja de que es víctima de una “caza de brujas” pues, según él, hubo ampliación de la investigación “a hechos distintos a los que originaron la querella” inicial. Marchena responde que ello no es exacto pues él se ha limitado a investigar “a aquellas entidades a las que el propio querellado se dirigió solicitando una aportación económica” para sus conferencias.
Pero hay más. Oigamos lo que dice Manuel Molares do Val, un agudo comentarista español: “El 4 de mayo de 2006 el juez Fernando Grande-Marlaska, sustituto de [Baltasar] Garzón mientras éste estaba en EE.UU., ordenó hacer una redada en el bar de Elosua [en Irún, Guipúzcoa], para detener a los cobradores de ETA y estrangular los ingresos de la banda. Pero desde el interior del ministerio [del socialista] Alfredo López Rubalcaba se avisó al Faisán de que iban a producirse las detenciones, lo que desbarató la operación antiterrorista. Grande-Marlaska ordenó investigar ese delito que podía considerarse de colaboración con banda armada. Por entonces, debe recordarse, José Luís Rodríguez Zapatero trataba de alcanzar un acuerdo con ETA y pasar a la historia como el Gran Pacificador. Cuando volvió Garzón se quedó con el caso. El trabajo de Grande-Marlaska se abandonó y se olvidó. […] Pasaron dos años hasta que Garzón fue apartado de la Audiencia Nacional por presuntos delitos relacionados con sus actividades personales, lo que ha permitido que otro juez, Pablo Ruz, reabra el caso.”
Ahora la justicia española quiere saber por qué Garzón congeló durante dos años esa investigación sobre ETA y qué lazos existen entre Garzón y el ministro Rubalcaba y su patrón Zapatero. Garzón, por otra parte, está encausado por vulnerar el derecho a la defensa de unos acusados al haber ordenador que les grabasen sus conversaciones con sus abogados en la cárcel.
¿En esas condiciones, qué puede esperar la ciudadanía colombiana del juez Baltasar Garzón si llega a ser nombrado asesor del presidente Santos? ¿Una consejería equilibrada, racional, no ideológicamente motivada? ¿Qué puede decir Garzón sobre los famosos “pinchazos del DAS” cuando él los ordenaba alegremente en España?
Garzón ha demostrado ser incapaz de respetar ciertos equilibrios y ser el principal agente de la politización de la justicia en Europa. ¿Cómo podría él aportar la serenidad y la ponderación que tanto necesita el poder judicial colombiano en estos momentos de gran crisis y agitación, de “choque de trenes” y de otras desgracias, como los procesos inicuos del Palacio de Justicia, las excarcelaciones escandalosas de horribles delincuentes, el auge de las Bacrim y de las FARC y las amenazas apenas veladas de futuros procesos infames contra el ex presidente Álvaro Uribe, contra algunos ex ministros y altos mandos militares?
Es evidente que el polémico juez español aspira a utilizar a Colombia como trampolín para darse un baño de renombre internacional. ¿Quiere llevar a la picota a dos ex presidentes colombianos, Belisario Betancur y Álvaro Uribe, como la prensa bogotana cree saberlo, para obtener una revancha sobre las humillaciones sufridas por cuenta de la judicatura española? Todo es posible. En todo caso, Baltasar Garzón está en problemas y unas vacaciones en Colombia, así sea como asesor de Santos, no cambiará las cosas.
¿Cómo quedaría el presidente Juan Manuel Santos si su flamante asesor llega a ser llamado a Madrid?
¿Quién puede creer que, en esas condiciones, traer al juez Garzón, concesión evidente a la clique que dirige hoy la CSJ, hará que ésta renuncie a sus “conquistas” y planes, y a sus febriles aspiraciones de consolidar un gobierno de los jueces?
8 de febrero de 2011
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