BOLIVIA: SI HAY ORIGINALES NADIE QUIERE COPIAS
Es el mismo error de siempre, gravísimo, de toda la derecha en América Latina: querer parecerse a la izquierda. Habla y actúa como la izquierda, para sacar votos. Pero no sirve
Si hay originales nadie quiere copias
Es el mismo error de siempre, gravísimo, de toda la derecha en América Latina: querer parecerse a la izquierda. Habla y actúa como la izquierda, para sacar votos. Pero no sirve
Por Alberto Mansueti
Agosto 22 de 2014
El 12 de octubre de este año hay elecciones en Bolivia. El Presidente Evo Morales se presenta a la reelección, por segunda vez (para su tercer mandato), por su partido el Movimiento al Socialismo. Y con el apoyo internacional del Foro de Sao Paulo, ente rector del “Socialismo del siglo XXI” en la región, que no casualmente escogió como sede la ciudad de Cochabamba, aquí en Bolivia, para su próxima reunión de 2014, poco antes de la elección.
Hoy en día todos los presidentes de Latinoamérica responden al “Foro”, con las solas excepciones de México, algunos países centroamericanos, y Paraguay.
¿Por qué esta hegemonía? ¿No cayó el Muro de Berlín y desapareció la URSS? Como he explicado en libros y artículos, en este siglo la ideología socialista se “reinventó”: ha saltado del marxismo económico al marxismo cultural, y de la Modernidad a la “Pos-modernidad”. Y de aquel vetusto “Bloque Soviético”, pasó a una nueva “alianza de civilizaciones” (Huntington), entre la vieja Rusia y países de su órbita de siempre, China “globalizada”, el islamismo, y los multiculturalistas de Obama en EEUU.
En los ‘90 el profesor Fukuyama se hizo famoso con su tesis de “El fin de las ideologías”; y a poco las Torres Gemelas, símbolo del capitalismo global, fueron tumbadas con dos tremendos “avionazos” dirigidos por fanáticos suicidas de ideología islamista. En el siglo XXI las ideologías ¡están más vivas que nunca! Sus componentes religiosos alimentan su dinamismo; y Fukuyama no quiere admitir su error, pero los cambios, avatares y adaptaciones de las ideologías son signos inequívocos de su vitalidad.
Lo que hay que lamentar es que las más vitales son las malas ideologías, como el socialismo, en todas sus variedades. Y que las buenas y viejas doctrinas de la derecha, liberales y conservadoras, no dan señales de vida: sin creatividad ni imaginación, las derechas sólo atinan a copiar las políticas de izquierda diciendo que “¡también nosotros tenemos sensibilidad social!”, acotando “y somos mejores administradores”. Pero se ve que no funciona.
Y esa asimetría entre derechas e izquierdas, es precisamente lo que explica la hegemonía casi total de la izquierda en América latina. Y en Bolivia.
El Foro de SP ha sido muy imaginativo y creativo; sus presidentes llevan muy avanzada la Agenda del marxismo cultural: ecología “profunda”, feminismo, indigenismo y sincretismo religioso, “de construcción” del lenguaje y la parafernalia de la “Política Correcta”. Y en su política económica ya han descartado aquel impresentable “cepalismo” de los’70, con sus catastróficos resultados, y en su lugar han adoptado muchas pautas del “Consenso de Washington”, a fin de hacer “prolijo” el control estatal de la economía; en este punto el Gobierno de Bolivia está siendo presentado en el exterior como un modelo.
El Gobierno de Morales también es un modelo en el hábil manejo de la propaganda. Se sabe que la gente no vota por ideas racionalmente calculadas, sino por impulsos emocionales y prejuicios irracionales. Pero la propaganda es la que traduce las premisas ideológicas en consignas, imágenes, palabras, sentimientos y símbolos, que conectan con esos impulsos y prejuicios, y les movilizan en favor de un candidato.
¿Tiene contendores el Presidente? Hasta este mes, sólo el empresario Samuel Doria Medina. Pero sin chance: representa el viejo mercantilismo, a pesar de su esfuerzo por disimularlo. El mercantilismo es una deformación del capitalismo, en beneficio exclusivo de oportunistas oligarquías económicas que consiguen privilegios de parte del poder político y que se niegan a la competencia.
El socialismo es algo todavía mucho peor: la supresión del capitalismo en la economía, y su reemplazo en todo o en parte por una dictadura económica, en el marco de una reforma “total” (totalitaria) del entero orden social, mediante una “revolución” en sus patrones culturales, conforme al viejo plan marxista. Y la propaganda socialista le gana al mercantilismo porque apela a los prejuicios más atávicos, primitivos; por ej. el odio a la empresa privada, la iniciativa, a la propiedad y a todo lo que sea privado.
Este mes irrumpió en la liza el ingeniero Jorge Tuto Quiroga, contando con la ventaja de haber sido ya Presidente por unos meses en el año 2001. Podría representar el ideario liberal, traducido en un programa desafiante, viable, modernizador, atractivo, creíble. Pero lamentablemente comenzó mal, afirmando “¡No vamos a privatizar!” Lo cual equivale a decir: “Admitimos que privatizar es un crimen; lo privado es malo, y los socialistas tienen razón”.
Es el mismo error de siempre, gravísimo, de toda la derecha en América Latina: querer parecerse a la izquierda. Habla y actúa como la izquierda, para sacar votos. Pero no sirve. Porque las copias no tienen credibilidad: si un candidato no socialista promete no privatizar, nadie le cree; y la gente asume que “si los socialistas tienen razón y privatizar es un crimen, entonces mejor votamos a los socialistas para estar seguros”.
O sea: que si hay originales, nadie quiere copias. Faltan cerca de dos meses para las elecciones; Quiroga puede rectificar. Ojalá no haga como Fukuyama.
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