BRUTALIDAD Y NEOFASCISMO EN LAS CALLES DE CARACAS
Estados Unidos se han sumado al pedido de la oposición y reclaman que las demandas de la misma sean atendidas para que el proceso electoral tenga credibilidad, pero el régimen se ha negado frontalmente y ha acusado de “fascistas” a sus detractores
Brutalidad y neofacismo en las calles de Caracas
Por Ricardo Angoso
Abril 18 de 2013
Siete muertos, varias decenas heridos y, al menos, 135 detenidos, es el saldo de la brutal represión iniciada por el régimen chavista tras producirse en las calles de Caracas una impresionante protesta por lo que ya parece haber sido un fraude masivo en las últimas elecciones presidenciales celebradas el 14 de abril. La reacción de la comunidad internacional, por su parte, ha sido decepcionante en líneas generales, ya que se aceptó sin titubear el controvertido proceso y sin apenas escuchar los reclamos de la oposición democrática. Por no hablar de la OEA y la UE, que se plegaron al sainete de Caracas sin rechistar.
El candidato oposición, Henrique Capriles, ha exigido un nuevo conteo de los votos y ha denunciado la rapidez con que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha reconocido los resultados, supuestamente alterados por el oficialismo, y ha designado como candidato ganador y presidente a Nicolás Maduro. El ungido por el difundo Hugo Chávez y designado por el régimen cubano como el sucesor, Maduro, se prestó rápidamente al juego y desautorizó de una forma abrupta y burda los argumentos de sus detractores. Los activistas de la oposición, junto con numerosas organizaciones independientes y observadores electorales, han denunciado centenares de irregularidades que afectan a miles de votos; Capriles habla de que el monto de votos robado podría superar el millón.
Luego, en nombre de una legitimidad que no le ha sido otorgada a través de las urnas, ya que el proceso presenta más sombras que luces, Maduro mostró su verdadera faz represiva, despiadada y ajena a los usos y formas democráticas. También dos parlamentarios de la oposición fueron golpeados brutalmente por diputados chavistas, al tiempo que les era negada la palabra en el legislativo a los representantes de la opositora Mesa de la Unidad Democrática por haber denunciado el “pucherazo” venezolano.
Fruto de este estado de cosas, los Estados Unidos se han sumado al pedido de la oposición y reclaman que las demandas de la misma sean atendidas para que el proceso electoral tenga credibilidad, pero el régimen se ha negado frontalmente y ha acusado de “fascistas” a sus detractores. España, por su parte, ya ha anunciado que el Príncipe Felipe no asistirá a la toma de posesión de Maduro y se ha mostrado distante y escéptica ante los resultados presentados por el CNE, de tal forma que el poder omnímodo de Caracas se sintió molesto y ordenó la retirada de su embajador en Madrid, Bernardo Alvarez.
Los resultados del domingo ofrecidos por el régimen castrochavista no se corresponden al deseo de los venezolanos, que anhelaban el cambio y deseaban pasar página del periodo más sórdido de la historia del país. El proceso electoral ni ha sido limpio, ni transparente, ni se ha ajustado a las normas que se ajustan a los estándares internacionales al uso. Por no hablar del descarado ventajismo y utilización de todos los medios del Estado al servicio de una causa partidista. Sin embargo, pese a todos estos elementos, que ya eran de sobra conocidos por todos, ahora hemos tenido la ocasión de conocer la peor de las caras del régimen: su brutalidad sin parangón y la utilización de la violencia para acallar a la disidencia. Caracas se tiño de rojo y las nuevas secciones de asalto de Maduro revivieron las viejas prácticas fascistas. En fin, el fascismo en estado puro.
Comentarios