EL PLAN LAZO O UNA DERROTA MILITAR DEL PCC-FARC

‘Tirofijo’, ‘Charronegro’ y ‘Líster’ establecieron todas las medidas de rigor que han imperado en cualquier régimen comunista. Los indios paeces fueron obligados a trabajar como esclavos y sus propiedades fueron arrebatas

Teófilo Rojas Varón, alias "Chispas"

El Plan Lazo o una derrota militar del PCC-FARC

El Plan Lazo impulsó cambios significativos en las operaciones del Ejército. El Mayor General Jaime Fajardo Pinzón cuenta que del empleo de los puestos fijos de orden público y de unidades tácticas regulares se pasó a las bases de patrullajes móviles y a los equipos de combate

Carlos Romero Sánchez
Carlos Romero Sánchez

Por Carlos Romero Sánchez

03 de abril de 2014

La derrota militar a que fueron sometidas las bandas armadas del Partido Comunista Colombiano, PCC, durante la presidencia del conservador-ospinista Guillermo León Valencia Muñoz (1962-1966), ha sido un capítulo brillante de la lucha de los demócratas colombianos contra el totalitarismo comunista. La decidida acción del presidente Valencia consistió en la ejecución del Plan Lazo, elaborado por el entonces ministro de Guerra, General Alberto Ruiz Novoa, cuando se desempeñaba como Comandante del Ejército antes de asumir la cartera ministerial. Entre las diversas operaciones cívico-militares que contenía ese plan estuvo la muy célebre Operación Marquetalia. No obstante, la valoración de esa acción militar ha corrido a cargo, casi que exclusivamente, de la izquierda marxista, la cual la ha presentado como un “triunfo” de la subversión, y no como lo que fue realmente: una primera gran derrota del vasto proyecto de lucha armada comunista contra Colombia. Tal inversión de la realidad no fue casual. Era indispensable hacerla para envalentonar a las tropas extremistas. La difusión de esa gran mentira corrió por cuenta de los talleres de impresión del PCC, de su militancia, de los sus compañeros de viaje y otros idiotas útiles.

La versión fabricada reza así: la Operación Marquetalia fue el ataque indiscriminado del Estado colombiano –o “estado fascista”,

Brigadier General Alberto Ruiz Novoa
Brigadier General Alberto Ruiz Novoa

según el lenguaje izquierdista– que envió a 16.000 soldados para enfrentar a cuarenta y dos “campesinos inermes” que estaban labrando la tierra con rudimentarios azadones. De esta manera, según ellos, el presidente Valencia cometió un grande “error” que derivó en la conformación y fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, para “luchar” contra la histórica explotación de la “oligarquía” o “clase explotadora”.

Esa artera explicación ideológica no se aproxima a la realidad y busca, por el contrario, soslayar varios aspectos importantes que es preciso tener en cuenta a la hora de hacer una evaluación adecuada del Plan Lazo, de la Operación Marquetalia y del peligro que se ha cernido sobre nuestro país hasta el día de hoy. Un aspecto esencial de esa falsa descripción es silenciar en qué consistió realmente el Plan Lazo.

Tras la entrega de las armas por las guerrillas liberales del Llano gran parte de la violencia rural tuvo un notable descenso; no obstante, otra guerrilla que operaba junto con la liberal no entregó las armas. Sus objetivos eran otros. Nos referimos a las sospechosamente olvidadas bandas armadas del PCC de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado que luego serán bautizadas por el Partido Comunista con la sigla FARC.

La entrada en vigor del Frente Nacional bajo la presidencia del liberal Alberto Lleras Camargo trajo consigo los planes de rehabilitación para los diversos jefes guerrilleros que se entregaran. Entre los jefes bandoleros del PCC que se colaron bajo el disfraz de militantes del Partido Liberal en la amnistía que otorgó la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla, beneficiándose así de los dineros estatales, estuvieron, entre otros, Pedro Antonio Marín Marín, alias ‘Tirofijo’; Jacobo Prias Alape, alias ‘Charronegro’ y Juan de la Cruz Varela Aldana, alias ‘Cornelio García’, ‘Luperto Montalbán’ o ‘Lucrecio Vanegas’. Ellos, desde sus bastiones rurales siguieron de forma discreta pero eficaz los planes trazados por el PCC de conducir a Colombia al bloque internacional comunista.

Entonces, para lograr un mejor control de algunas zonas rurales del país, comenzaron a fomentar el resurgimiento, en los departamentos de Caldas, Valle, Huila, Tolima, Santander, Cundinamarca, Caquetá y los Llanos orientales, de bandas armadas de orientación comunista creadas y/o arropadas por el PCC y en menor medida por otros grupúsculos marxistas como el FUAR y el MOEC. En un primer momento, los crímenes que cometían aquellas bandas fueron endilgados a los restos de la violencia bipartidista. Muy pronto esa explicación demostraría ser equivocada.

Las mil caras del Partido Comunista
Las mil caras del Partido Comunista

La violencia impelida por los comunistas de diversas sectas comenzaría a hacerse evidente como también el doble juego que hacían algunos amnistiados “liberales” que en realidad eran cripto-comunistas. Fue el caso de Juan de la Cruz Varela. En 1959, durante varias sesiones de la Asamblea de Cundinamarca, el diputado liberal por Fusagasugá, Isidoro Mayorga, denunció que en el Sumapaz el marxista Varela fomentaba sus actividades comunistas camuflado en el MRL y sometía a los pobladores al constante terror utilizando sus numerosas cuadrillas de hombres armados. La denuncia del diputado liberal cayó en saco roto. Empero, Mayorga hablaba con la verdad. En 1960,  durante una visita que hizo a La Habana, Cuba, Juan de la Cruz Varela concedió una entrevista a la revista Bohemia. Reveló que en el Sumapaz él tenía bajo su bota 7.000 mil hombres armados y que  él le había dado el nombre propagandístico de “autodefensas de masas” a esa estructura. Éstas tenían como labor “vigilar” y “trabajar” la tierra, tal como sucedía en la Cuba de aquellos años. Varela agregó un dato importante: a inicios de 1954, hasta la instauración de la Junta Militar en 1957, él regresó a la subversión guerrillera y solicitó, de nuevo, la amnistía… pero sin entregar las armas. En los años sesenta,  alias ‘Cornelio García’ llegaría a ser diputado de la Asamblea de Cundinamarca por el MRL, movimiento liderado por Alfonso López Michelsen y Álvaro Uribe Rueda. Otra de las figuras que militaba en el MRL era Gerardo Molina Ramírez, quien hoy algunos pretenden hacer pasar como –por favor no se rían- un “eminente demócrata”.

A todo esto se sumó la poca experiencia que tenía el Ejército colombiano para enfrentar las novedosas tácticas de la violencia guerrillera comunista. Los cánones de la guerra regular no eran suficientes. Este contexto, resumido sumariamente, fue la antesala que originó el Plan Lazo el cual llenó el vacío doctrinal que existía para enfrentar con éxito al totalitarismo en el campo.

Guillermo León Valencia Muñoz
Guillermo León Valencia Muñoz

El Plan Lazo impulsó cambios significativos en las operaciones del Ejército. El Mayor General Jaime Fajardo Pinzón cuenta que del empleo de los puestos fijos de orden público y de unidades tácticas regulares se pasó a las bases de patrullajes móviles y a los equipos de combate. Con ello se deseaba rapidez en las operaciones mediante planeamiento centralizado y ejecución descentralizada para lograr mayor sorpresa. No sólo las armas fueron aliadas del Ejército para defender la democracia. Dentro de la población campesina existía cierta desconfianza hacia las tropas gracias a la propaganda de los adoctrinadores marxistas quienes,  ligados a las cuadrillas armadas, lograban inocular una imagen negativa de las Fuerzas Militares. Para disipar esa falsa imagen, el Plan Lazo incluyó, junto a las labores militares, las tareas de inteligencia, de acción civil y psicológica. A toda esa articulación se le conoció como Acción Cívico-Militar. En cambio, no hubo el tal “plan laso”, que la prensa comunista se inventó para dar a creer que todo eso había sido una realización del “imperialismo norteamericano”. Fue el semanario de Gilberto Vieira el que habló (traducción ideada por ellos) de “latin american solidarity operation” (laso). Eso es bueno aclararlo y no darle un plumazo como hace Eduardo Pizarro Leongómez.

El Ejército con su acción civil se transformaba en un importante instrumento para el mejoramiento del nivel de vida de los campesinos. Allí donde acampaba el terror de las bandas comunistas los militares lo enfrentaron tanto con las armas de la República como con la construcción de escuelas, carreteras,  puestos de salud y mediante conferencias y charlas acerca de la sanidad y la higiene. En consecuencia, los campesinos vieron en las tropas a un amigo y aliado, y no un “enemigo de clase” como mentirosamente han pregonado las distintas sectas izquierdistas.

Qué se deseaba lograr con la articulación de la Acción Cívico-Militar confeccionada en el Plan Lazo: quitarle a los cabecillas de las bandas armadas marxistas y a sus dirigentes urbanos el apoyo temeroso que recibían de los campesinos. El General Ruiz Novoa lo dejó claro al expresarlo mediante la renombrada frase del genocida Mao Tse Tung: “la guerrilla debe moverse en el territorio donde opera como pez en el agua.” Es decir, era necesario arrebatarles el agua –la población civil– a los timadores marxistas.

No sólo eso alentaba el Plan Lazo. El General Ruiz Novoa escribió que, además “de lograr un efectivo mejoramiento de la situación de la población, la acción cívico-militar acrecienta el apoyo popular hacia el régimen legítimamente constituido y hacia las instituciones armadas, da una nueva muestra de la utilidad de éstas y ayuda a desvirtuar los ataques de quienes ven en los gastos militares solo un drenaje inútil de los dineros públicos y niegan la importancia de la misión de las Fuerzas Militares dentro del Estado. Además de cumplir este objetivo que previene las campañas que los comunistas adelantan entre el pueblo contra las instituciones armadas, la acción cívica lleva a los menos favorecidos la preocupación del Gobierno por su situación, contrarrestando de esa manera la acción de quienes estimulan la insurrección y demostrando que el bienestar y el mejoramiento pueden llegar por las vías de la legalidad y el orden.”

Tanto el Gobierno en sus diversos estamentos como la empresa privada, ciudadanos del común y autoridades eclesiásticas, participaron en la Acción Cívico-Militar apoyada, no sobra reiterarlo, irrestrictamente por el entonces presidente Guillermo León Valencia.

Andrés Pastrana con el bandido terrorista "Tirofijo"
Andrés Pastrana con el bandido terrorista “Tirofijo”

Con la ejecución del Plan Lazo, y la inestimable ayuda de valientes campesinos, comenzó la senda de una de las derrotas de las bandas armadas más peligrosas del PCC. Entonces fueron cayendo ‘Desquite’, ‘Sangrenegra’, ‘Tarzán’, ‘capitán Ceniza’, ‘Memo Tróchez’, ‘Zarpazo’, ‘Paticortico’, ‘Pedrito’, ‘Punto Rojo’, ‘Puente Roto’,  ‘Pedro Brincos’ o ‘Julio Calle’, ‘capitán Richard’, ‘Diamante’, ‘Chispas’, ‘Vencedor’, ‘Mediavida’, Federico Arango Fonnegra y muchos más. En las diferentes operaciones se les encontró a los bandidos propaganda comunista proveniente de Moscú, Pekín y de La Habana. Además de hallárseles carnés del PCC y de su cipayo, el MRL, con frecuencia se les incautó el “manual” Guerra de Guerrillas del asesino de La Cabaña, Ernesto che Guevara. A varios jefes de bandas armadas o a sus cuadrilleros se les descubrió propaganda de la ANAPO. No menos interesante es evocar la Campaña de Vichada de 1961-1962 donde operaba el médico bandolero Tulio Bayer con el apoyo del MOEC, movimiento que mudará de nombre por el de MOIR y que en los años setenta saludará a ‘Tirofijo’.

Una de esas operaciones cívico-militares fue el asalto al lugar atrincherado denominado Marquetalia, acción que hacía parte de  la Operación Soberanía, planeada por el Comando General de las Fuerzas Militares. El desplazamiento forzado al que venían siendo compelidos los campesinos por el terror sistemático en aquellos embriones de laogais o gulags –llamadas “repúblicas independientes”– fue uno de los detonantes que desembocó en el diseño de la Operación Soberanía. Ésta incluía el desmantelamiento de  la “república independiente de Marquetalia” dirigida por el PCC mediante el diligente fusil de alias ‘Tirofijo’, a la sazón miembro del comité central de ese partido.

Dentro de aquella republiqueta de Marquetalia –por eso el nombre del plan cívico-militar Operación Marquetalia– no había

Facsimil propagandístico de lo que se llamó "La Toma de Marquetalia"
Facsimil propagandístico de lo que se llamó “La Toma de Marquetalia”

cuarenta y dos campesinos arando la tierra. La población que allí moraba estaba bajo la férula de ‘Tirofijo’. Llamada originariamente El Támaro, hombres y mujeres provenientes de El Davis capitaneados por Benjamín Isauro Yosa Vanegas, alias ‘Líster’; Jacobo Prías Alape, alias ‘Charronegro’ –los dos miembros del comité central del PCC- y de su lugarteniente ‘Tirofijo’ tomaron posesión ilegal de aquel lugar a inicios de los años cincuenta. Como cuartel general eligieron la finca El Uvital. Para tal efecto, amenazaron a su dueño, Efraín Bonilla, para que les “entregara” la propiedad. El señor Bonilla se negó. Furiosos, los marxistas lo asesinaron y, por consiguiente, su familia huyó despavorida. Jamás hubo una finca “abandonada” como gesticulan los agitadores de izquierda.

‘Tirofijo’, ‘Charronegro’ y ‘Líster’ establecieron todas las medidas de rigor que han imperado en cualquier régimen comunista. Los indios paeces fueron obligados a trabajar como esclavos y sus propiedades fueron arrebatas. Cualquier resistencia a los mandatos de los socialistas era castigado con azotes o con el paredón de fusilamiento. Fue lo que padecieron el jefe de los paeces Corpus Falla y al también indígena Domingo Yule. Éste último fue asesinado junto con su hermano Vicente Yule.

El rescate de El Támaro no fue fácil y numerosos soldados cayeron en las emboscadas urdidas por ‘Tirofijo’. No obstante, el pabellón nacional fue izado y el Ejército fue recibido con aplausos pues el régimen dictatorial comunista había finalizado. ‘Tirofijo’ no hizo frente a las tropas sino que huyó hacia Riochiquito, lugar donde se había atrincherado su camarada Ciro Trujillo. Luego de la recuperación de Marquetalia para la legalidad democrática, entre 1965 y 1966 caerían las zonas comunistas del Pato, Guayabero y Riochiquito al tiempo que seguían siendo perseguidos otros jefes de bandas armadas dirigidos por el PCC como alias ‘La Gata’, ‘Zarpazo’ y ‘Punto Rojo’.

A mi juicio, decir que fue en Marquetalia la derrota militar de la guerrilla del Partido Comunista Colombiano olvidamos a los demás jefes bandoleros abatidos antes y después de la Operación Marquetalia. Jefes que estuvieron bajo el manto protector del PCC. En consecuencia, al echar por la borda a esos criminales encuadramos a Marquetalia como si fuera el único foco guerrillero terrorista que tenía el PCC. Y seguimos, sin querer, alimentando uno de los mitos izquierdistas más falsos y nefastos: el Plan Lazo y la Operación Marquetalia  como ataque contra un pequeño grupo de campesinos que recibía el “apoyo moral” del PCC. No fue así. La Operación Marquetalia fue otro paso de la aplanadora de las FF.MM en la derrota militar -ojo, sólo militar- del PCC durante el cuatrienio del presidente Guillermo León Valencia Muñoz. A pesar de esa derrota, aparecerá, en enero de 1965, otra banda terrorista marxista financiada y controlada de lejos por el dictador Fidel Castro: el Ejército de Liberación Nacional, ELN. No obstante, los llamados “elenos” fueron derrotados en 1973 en la Operación Anorí, derrota de la que jamás se recuperarían.

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