EL SEÑOR DON JUAN MANUEL

EL SEÑOR DON JUAN MANUEL

Por Fernando Londoño Hoyos

Tenemos que confesar difícil esta tarea de seguir a nuestro Presidente. Y más aún, la de conservar intacto el entusiasmo con que libramos por él la ruda batalla electoral que le permitió recaudar los nueve millones de votos uribistas que lo eligieron.

No nos hemos cansado de aplaudir un gran número de sus iniciales nombramientos. En la gran mayoría de los ministerios, de los departamentos administrativos, en casi todos los institutos y establecimientos públicos, la selección ha sido más que afortunada, casi perfecta.

[ad#center]Por eso nos pareció tan extraño que dañara la plana en los cruciales ministerios del Interior y de Agricultura, a los que llevó dos personajes de talento, que harán mucho más por sus cuentas políticas que por las necesidades del Gobierno, y que obrarán en función de su larga lista de adversarios y contradictores, mejor que en la de cumplir los mandatos de su jefe.

No nos pareció mal que montara gobierno con el parecer de casi todos. Se le escapó el Polo Democrático, que por poco cae en la red de sus encantos burocráticos. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, diría nuestro viejo consultor de cabecera. Y así decimos que una cosa es conseguir apoyo de ciertas minorías y otra entregarles el poder entero. Don Juan Manuel no olvidará que el Partido Liberal se escapó de perder el umbral y hoy es el más poderoso elemento del Gobierno. Lo que terminará por gustarle poco a los que se batieron como leones para apoyar al candidato cuando su candidatura naufragaba.

[ad#right]Tiene el doctor Santos un mundo por hacer, diríamos recordando la obra de Eduardo Caballero Calderón. Pero ha resuelto jugarse entero en un programa de retrospectiva en el que no lo hubiéramos acompañado de saberlo a tiempo. La Ley de Víctimas arruinará el Fisco y la de Tierras es una convocatoria a una Guerra Civil que no estamos necesitando. Cuando tenía todos los instrumentos disponibles para redimir afrentas y recuperar predios robados por las mafias, se ha dado este paseo inútil y peligroso en búsqueda de absoluciones que no necesita y de ayudas que no serán sinceras y tampoco duraderas. Otra incógnita para descifrar.

Hugo Chávez es el más peligroso sujeto que exhibe poder en Latinoamérica. Nadie se opondría a que Santos se esforzara en neutralizar sus odios y contener sus desvaríos. Pero vaya uno a descifrar para qué le jura amor a quien sigue manteniendo en su suelo los campamentos de las Farc y del Eln. A quien conserva relaciones pecaminosas con la mafia colombiana. A quien es tan enemigo de nuestro amigo más importante, los Estados Unidos de Norteamérica. A quien confisca los bienes de empresarios locales y extranjeros, para avanzar en esa locura del Socialismo del Siglo XXI. A quien mantiene en la cárcel presos políticos como Alejandro Peña Esclusa, o persigue gente que juzga opositora como Guillermo Zuluaga u Oswaldo Álvarez Paz. A quien es el peor enemigo de la prensa libre en América. A quien se arma escandalosamente para amedrentarnos, en el mejor de los casos.

A quien no paga lo que debe y no cumple lo que promete en el terreno comercial. De amigazos así, Dios libre a nuestro Presidente. Y a nosotros también.

Rematando esta faena de inconsecuencias, ahora cambia la terna para Fiscal, con el obvio propósito de absolver de toda culpa a la Corte y de condenar al presidente Uribe ante la Historia. Y la compone con dos ilustres juristas que jamás se entretuvieron en las páginas del Código Penal, y con una dama que cabalga a horcajadas entre el samperismo más hirsuto y la izquierda menos prometedora. ¿Será para elegirla, Señor?

Confesamos que más de una vez al día sentimos pesada la cruz de este entusiasmo.

Noviembre 04 de 2010