ENCARTADO

Encartado está Santos con el tema de la impunidad y con su hermanito siamés, el de la elegibilidad

Encartado

Encartado está Santos con el tema de la impunidad y con su hermanito siamés, el de la elegibilidad

Fernando Londoño Hoyos
Fernando Londoño Hoyos

Por Fernando Londoño Hoyos
Julio 4 de 2016

En lenguaje curialesco, encartado es el que anda metido en procesos, en la incómoda posición del reo. En nuestro lenguaje paisa, encartado es el que está metido en la grande, como subiendo una escalera al carro. O como Santos, que no sabe cómo arreglar los entuertos de su paz.

Por lo que sabemos, Timochenko y sus muchachos le están recordando a De la Calle y los suyos que se les están quedando en el tintero las más de 40 salvedades que tienen guardadas para los puntos que dicen concluidos. Y en esas salvedades anda más o menos entero el prólogo que en común redactaron para ambientar los 6 puntos del acuerdo. Y ese prólogo o preámbulo juega, y es la parte más peliaguda del asunto. Por ahí anda el orden económico de la Nación y su estructura social. Para recordarlo de una vez, todo el Socialismo del Siglo XXI, que incluye temas tan apasionantes como la participación de la guerrilla en la Junta del Banco de la República. Y Santos quiere hacerse el pendejo, lo que le cuesta poco, y Timo y sus asesores no lo dejan. Pobre encartado.

Encartado está Santos con el tema de la impunidad y con su hermanito siamés, el de la elegibilidad. Cada que le sale una encuesta, como la última de Ipsos, en que le repite el pueblo, con más del 80 % de su opinión, que los criminales tienen que pagar sus crímenes, perogrullada a la que Santos quiere darle vuelta, tiene que pedir a la farmacia un remedio eficaz para la digestión alterada. Pobre encartado.

Encartado anda con la cuestión de las zonas de concentración o ubicación o normalización o como quiera llamarlas, tan fáciles de pregonar como difíciles de ejecutar. ¿Cuál será la superficie de cada zona? ¿Cuántos bandidos con cuánta familia y cuántas amistades reunirá en cada una? ¿Cómo le dará alojamiento y vestuario y comida y salud a tanta gente? ¿Cuántos observadores necesitará para cubrir el enorme perímetro de cada zona? ¿En qué va a movilizarlos? ¿Cómo va a mantener juiciosos a los que se normalizan en los meses o años que dure su proceso de preparación para la vida civil? ¿Cuánto le pagará de honorarios por servicios prestados a cada miembro de esa comuna? ¿Y cómo justificar y financiar esas cifras enormes?

Santos está encartado con todo el mundo
Santos está encartado con todo el mundo

Pero si anda encartado con la gente, lo está más con las armas que esa gente tiene. Porque lo pactado es que las entreguen todas en los seis meses siguientes a la firma de acuerdo final, que ya se ve que no tiene cuando. Pues a meterlas en un inventario verosímil, para luego meterlas en un container de donde saldrán para la gloria de los tres monumentos que las esperan, el más emocionante en las instalaciones de la ONU en Nueva York. La encartada es tan grande, que para resolverla están nombrando como coordinador a Simón Trinidad, que tiene que esperar 50 años para salir de una cárcel en los Estados Unidos. ¿Qué tal el encarte?

Entre chiste y chanza, Santos sabe que no puede darle capotazos a los toros bravos del narcotráfico y la producción ilegal de oro. El mundo va entendiendo que la suma de esas atrocidades supone la mayor destrucción medio ambiental del planeta en este tiempo. Y como dicen en México, ¿cómo le hacemos? Todo un encarte.

No es menor el encarte que tiene con las 14 instituciones que en medio de la euforia pacificadora acaban de crear para proteger a las Farc, pero sobre todo para atacar a sus enemigos, en cuyo inmenso número nos contamos. Es toda una reforma administrativa, que vendrá de la mano de la que ya está contemplada en los papeles firmados en La Habana. Tanto Consejo, tanta Mesa, tanto Bloque, tanta Unidad de Investigación, tantos medios de comunicación, ¿de dónde va a sacarlos? ¿Y cómo va a pagarlos, a ponerlos en marcha, a mantenerlos? ¿De dónde va a sacar tanto bandido que sepa leer y escribir para participar en este descomunal nuevo aparato de poder? ¡Qué encarte!

Y no es lo menos complicado, inventarse la pregunta con la que aspira a que los colombianos le aprueben en plebiscito tanto disparate. Una pregunta en la que no aparezca nada de lo que se sabe que el país no quiere, mejor, detesta, pero que sea atractiva, convincente, grata al oído o a la vista. Preguntemos si alguien quiere participar en el comité de redacción de esa mágica pregunta. Porque desaparecidos Hitler y Goebbels que eran tan duchos en la materia, la misión parece imposible.

En La Habana anda el general Flórez dibujando los nuevos mapas del país. Mezcla de Américo Vespucio y de Codazzi, no ha salido con nada. Porque está encartado. Tan encartado como Santos tratando de resolver estos enredos, hijos de su mente pobretona y febricitante.

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