ESTADO DE NEGACIÓN
A diferencia de Ingrid Betancourt, a Salud no hubo autoridad que le advirtiera que seguía el camino bajo su propio riesgo, que es como vivimos todos en este país
Estado de negación
A diferencia de Ingrid Betancourt, a Salud no hubo autoridad que le advirtiera que seguía el camino bajo su propio riesgo, que es como vivimos todos en este país
Por Saúl Hernández Bolívar
Junio 1 de 2016
No hay duda de que Juan Manuel Santos es un rehén de su proceso de negociación con las Farc, lo demuestra a menudo. La obsecuencia que exhibe en todo lo que se relaciona con las guerrillas es francamente vergonzosa, sobre todo si tenemos en cuenta la majestad de su cargo. Él piensa(?), dice y hace todo lo que les convenga a los terroristas con tal de mantenerlos sentaditos a la mesa. No de otra manera se explica tanto esfuerzo para negar lo que todos sabíamos: que Salud Hernández-Mora había sido secuestrada.
Y es que este gobierno vive en estado de negación; todavía cree que los bajísimos resultados que revelan todas las encuestas son producto de no saber comunicar sus ‘gestas’ y no de sus protuberantes desaciertos, como el inútil y penoso empeño de sacarles las castañas del fuego a estos criminales recurriendo a toda clase de eufemismos para encubrir la verdad: “está desaparecida”, “está retenida”, “se fue a hacer un trabajo periodístico por su propia voluntad”…
Según el Código Penal, retener es igual a secuestrar (“El que arrebate, sustraiga, retenga u oculte a una persona”), pero suena más aséptico y ambiguo, como si no se tratara de ese abominable delito sino de algo más ‘inocente’, como bloquear un camino. En el fondo, una insignificancia si se compara con la declaración de que Salud estaba haciendo unas entrevistas, como si la connotada periodista fuera tan insensible que no le importara poner al país en vilo por una chiva, sin avisar que estaba bien. Solo les faltó decir que andaba de parranda.
Claro que otros, como el alcalde de El Tarra (donde fue secuestrada Salud), no se fueron por las ramas. Él reconoció que se trataba de un secuestro, pero culpó a la reportera dizque por violar los ‘protocolos de seguridad’. ¿Se refería a la monjita que le aconsejó no ir por allá? Porque, a diferencia de Ingrid Betancourt, a Salud no hubo autoridad que le advirtiera que seguía el camino bajo su propio riesgo, que es como vivimos todos en este país.
No hay duda de que ella es intrépida, valiente y, tal vez, poco prudente, pero la negación de este secuestro fue un enorme desacierto de Santos. Ni los secuestros sobrevinientes de los periodistas de Caracol, agencia Efe y RCN le sirvieron de prueba al Gobierno del rapto de una de sus más ácidas críticas. Pareciera que de tanto mentir, se perdió la vergüenza.
El supuesto “laboratorio de paz” que es el Catatumbo es un mar de coca controlado por un Estado confederado de bandidos a los que el ‘business’ les marcha viento en popa. Eso explica la convivencia de las Farc, el Eln, el Epl, ‘los Úsuga’, ‘los Rastrojos’ y quién sabe qué otras malas yerbas, con la ventaja de estar en plena frontera con el narcoestado venezolano, hacia donde trafican sin impedimento alguno. Es que si no ha disminuido la presencia de las Farc en la frontera con Perú, según se denuncia, ¿qué puede esperarse del Catatumbo?
Lamentablemente, esto parece ser un siniestro anticipo de lo que serán las zonas de reserva campesina plasmadas en el acuerdo con las Farc. En la práctica, serán republiquetas cocaleras bajo el control político, social, económico y territorial de las Farc, y con proyección electoral. En el 2014, Santos obtuvo el 94,73 % de la votación en El Tarra, mientras en el 2010 solo había alcanzado el 24,14 %. Los votos en blanco, nulos y no marcados fueron el 14,61 % en el 2010, y apenas el 2,55 % cuatro años después. ¿Fue una votación libre? Muchos han ido a la cárcel por atipicidades similares. [Ver gráfico]
El Presidente afirma, con la misma cara de palo que puso para negar el secuestro de una voz opositora, que las Farc se están sometiendo a nuestras instituciones. Y así pretende que le creamos.
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