FAMILIA EN CRISIS
La familia debe gozar de especial protección por parte del Estado, el libre desarrollo de la personalidad no puede ser un pretexto para incumplir este mandato constitucional
FAMILIA EN CRISIS, SOCIEDAD EN DECADENCIA
Por Alberto Acosta Ortega
Juan Pablo II nos dijo que la familia es la iglesia doméstica y santuario de vida; así mismo podemos afirmar con radical certeza que la familia es la patria doméstica y escuela de virtud. Todos los hombres pasan por esa primera escuela de formación humana, es su inaugural y más definitiva aproximación a la sociedad, en ella aprende, se forma y se entrena para la vida y para la Nación. Una familia sana es una familia de vida, como madre y maestra se constituye en la más importante institución de cualquier sociedad.
¿Qué pasa cuando ese pequeño núcleo social se distorsiona y se debilita? Ya lo estamos viviendo: Hogares disfuncionales donde los hombres maltratan a sus mujeres, padres que abusan de sus hijos, pequeños asesinados por sus propios progenitores, infantes que asesinan sin compasión a sus hermanos y compañeros, donde el afecto es sustituido por drogas, vicios, violencia, delincuencia generalizada, convirtiéndose estos en referentes de hombres y mujeres en formación y modelos que replicaran para toda su vida. Privados de un referente de fe, de cultura, de tradiciones y valores, estos nuevos ciudadanos se preparan para convertirse en el gran problema social del mañana. ¿Cuántos gastos no nos evitaríamos en leyes, cárceles y policía si la familia fuera ese santuario de vida y ejemplo de Iglesia, del que hablaba Juan Pablo II?
La tradición, fuente de sabiduría acumulada por generaciones como resultado de experiencias de nuestros antepasados, confirma que la familia debe ser la institución de mayor importancia para una sociedad. Pero hoy las instituciones liberales han bajado de categoría poniéndola al mismo nivel de un trato comercial en notaría, para estos subversivos el individuo se ha convertido en el sujeto de todos los derechos y privilegios sin más límite que el que imponga su propio egocentrismo, como si la persona se debiera a si misma y no a la sociedad. Para quienes desconfían de la tradición y de la historia, también existen estudios científicos que confirman esa verdad histórica, muchas universidades de Europa y de EE.UU han concluido que la familia es “la estructura ideal para criar a los hijos, apoyada por un matrimonio estable, el divorcio representa un riesgo para la salud psicológica y física de los pequeños, los hijos de parejas divorciadas o de hogares monoparentales e incluso los nacidos en unión libre tienen más probabilidades de cometer actos delincuenciales, suicidarse y abusar de drogas ilícitas.” Es decir es la sociedad en general la que al final de cuentas es la que paga más caro esa destrucción familiar.
Las uniones libres, las uniones de hecho, el concubinato, el divorcio y la poligamia, han creado una sociedad que se caracteriza por vivir para el placer y no disfruta del placer de vivir. Con el pretexto de la libertad de los individuos y el libre desarrollo de la personalidad, la Constitución del 91 y su principal órgano interpretativo le han dado certeras puñaladas al pilar de la sociedad, para derribarla y subvertir con ello el orden social. No contentos con esto, estos subversivos constitucionales quieren demolerla definitivamente tumbando su principal característica distintiva: la diferencia sexual que debe haber en el vínculo matrimonial; que la confundiría con cualquier otro tipo de sociedad, quitándole el valor, la función y el modelo que representa esa minúscula primera sociedad natural y precursora del orden social.
Entre tantos tipos de sociedad que se pueden dar entre dos personas, el matrimonio es la única que exige la
participación de un hombre y una mujer, en todas las demás no es indispensable ni excluyente. Es una diferenciación que no la establece las constituciones, ni los hombres, ni otras instituciones, sino la misma naturaleza, que le ha asignado funciones definidas y especiales a cada sexo, característica en las especies animales y en los humanos. Para los subversivos constitucionales no fue suficiente aprobar, sin la intervención del pueblo o de sus legítimos representantes en el Congreso, la unión conyugal entre personas del mismo sexo sino que ahora quieren aprobar el sodomonio y la adopción de niños, como si este ultimo fuera un derecho de los adoptantes y no de los infantes, como si se trataran de juguetes destinados a complacer o llenar el vacío de aquellos que por su propia voluntad han optado por no engendrar vida.
Bradford Wilcox, un sociólogo de la Universidad de Princeton y actual director del National Marriage Project de la Universidad de Virginia afirma con absoluta verdad que “El matrimonio es algo más que una relación privada emocional. También representa un bien social“, las conclusiones de sus investigaciones fueron presentadas en Bogotá invitado durante el Congreso Internacional de la Familia, realizado en la Universidad de la Sabana. También comprobó que los hijos de madres solteras, de uniones libres o de divorciados son más propensos a generar inadaptabilidad en la sociedad y a riesgos como la drogadicción, la delincuencia y la deserción escolar o a conseguir un buen título profesional o un trabajo. En el caso de niños criados por homosexuales, una investigación, elaborada por el doctor George A. Rekers, profesor de neuropsiquiatría y ciencias del comportamiento en la escuela de medicina de la Universidad de Carolina del Sur, en EEUU plantea que la mayoría reconoció haber padecido fuertes emociones, tales como miedo, ansiedad, aprehensión, vergüenza, enojo y mayores niveles de estrés, ya que no sólo tienen que enfrentar su condición de huérfanos abandonados sino la de no tener padre o madre, lo que provoca en los menores diversos traumas y trastornos del comportamiento que incluso llegan a tendencias e intentos suicidas o homicidas.
La figura materna y paterna son el entorno ideal para el buen desarrollo de los niños, en eso coinciden así lo numerosos expertos que demostraron con cifras en la mano las tendencias de problemas psicológicos que presentan a futuro las personas criadas por homosexuales. Aseguraron por ejemplo, que el 36% de los casos de los mujeres que crecieron bajo la tutela dé una pareja legal formada por dos mujeres presentan una tendencia a la homosexualidad, en contra del 2% delas que provienen de una madre soltera. Cifras mayores resultaron en el caso de los hombres, eso sin tener en cuenta que el promedio de duración en las relaciones entre personas del mismo sexo es de un año y medio, lo que origina inestabilidad afectiva y emocional para las pequeñas criaturitas. Otro dato trágico es que entre los homosexuales la pederastia es más común, poniendo en grave riesgo a los niños que son adoptados por homosexuales. Se concluye entonces, de acuerdo a la experiencia internacional y apoyándose con diversos estudios e investigaciones, que en materia de adopciones debe prevalecer el derecho de los niños o niñas con posibilidad de ser adoptado, no el de posibles adoptantes.
Quienes promueven el sodomonio son una minoría entre la minoría, en los mismo homosexuales no existe el mínimo interés de casarse, un ejemplo es Dinamarca, donde la unión civil homosexual es permitida desde 1989, allí solo el 3% de los homosexuales se casa, y no les interesa porque su misma condición les impide tener relaciones afectivas estables, son altamente promiscuos, su motivación es el placer sexual, son narcisistas, egocéntricos y utilitaristas.
Esperamos que la Corte Constitucional, renovada en un 70%, ponga fin a esta pretensión de una minoría en contra de la institución familiar. Confiamos que no desafíe, como es de costumbre, al Congreso y a la sociedad; ya que en ese caso estaría violando directamente la Constitución de Colombia que define expresamente que “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla. El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia“ – Art 42 C.P.C.
Es hora de reaccionar y oponernos a este igualitarismo constitucional, no esperemos que se incrementen los índices de violencia familiar, la delincuencia juvenil, el maltrato infantil y los abusos sexuales para alertarnos; entonces ya será demasiado tarde para enfrenta una sociedad en caos, una humanidad en decadencia, una Nación derrumbada.
Agosto 31 de 2010
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