FORO AGRARIO IMAGINABLE Y MANIPULABLE
Desde ya se puede saber qué dirá el texto que aterrizará en La Habana en enero: que si queremos la paz habrá que “dejarles a las Farc el territorio que han dominado”
Foro agrario imaginable y manipulable
Por Eduardo Mackenzie
17 de diciembre de 2012
Los mamertos, en materia de discusión, son, definitivamente, incurables. Hoy están tratando de hacer lo que hacen desde hace más de seis décadas: hacer pasar sus ideas dictatoriales minoritarias como si fueran las ideas de las mayorías. O, lo que es peor, substituir las tesis pluralistas y libres de unos, por las tesis cerradas de ellos.
Eso se ve en la forma como están abordando el llamado “foro agrario” que sesionará en Bogotá durante tres días a partir de este 17 de diciembre. Según ellos, ese escenario se convertirá en un “mecanismo de participación de la sociedad civil” en las negociaciones entre las Farc y el gobierno de Santos en La Habana. Alfredo Molano, uno de los impulsores del “foro”, asegura que éste recogerá las propuestas de los “colombianos sin fusil”, para llevárselas, deducimos, a los “colombianos con fusil”, que es como algunos quieren que veamos a las angelicales Farc.
En un artículo, Molano indicó quien podrá participar en el “foro agrario” organizado por un grupo de profesores de la Universidad Nacional con ayuda de la Oficina de las Naciones Unidas en Bogotá: “los académicos, empresarios, indígenas, afros, campesinos, organizaciones sociales y un variado espectro de la sociedad organizada”.
Ese “foro”, promete Molano, será muy “democrático” pues allí se “escucharán todas las opiniones”. Los ciudadanos que quieran, a título personal o de un grupo, podrá presentar las “propuestas agrarias” que quieran. ¿Sera verdad tanta belleza?
No es sino leer lo que escriben los inventores del “foro” para ver más claro. ¿Irán realmente los representantes de los gremios, sobre todo el agrario y ganadero, los sectores privados y públicos que tienen que ver con la realidad de ese sector? ¿O sólo tendrán la voz cantante los grupúsculos, las misteriosas “organizaciones campesinas”, o las Ong involucradas en atrocidades como las de Curbaradó y Jiguamiandó, en 2009 y 2010?
En el mejor de los casos, el “foro” no escuchará realmente a todos. Ese foro que nadie estaba pidiendo y que emerge como una iniciativa de las Farc, está concebido como un corsé que impedirá que el pensamiento de todos sobre el tema agrario y sobre las conversaciones “de paz” en La Habana, sea escuchado y respetado. Será un foro para dar la sensación, sobre todo en Europa y Estados Unidos, de que los colombianos sin voz son oídos por los negociadores en La Habana. En realidad, al final, las ideas de todos ellos se habrán esfumado.
El “foro agrario” abrirá con una “ponencia” de Darío Fajardo, un profesor de la Universidad Nacional, quien dará el tono y la orientación general a la discusión. Después, durante tres semanas, los 1.200 asistentes (no admitirán a nadie más), podrán tomar la palabra pero sólo durante ocho minutos cada uno. Y ahí termina la intervención de los ciudadanos, pues lo que viene enseguida es la puesta en marcha de una maquinaria para pulverizar lo que ellos dijeron y sacar varios textos nuevos, los cuales terminarán convertidos en otros textos, y finalmente en una suerte de síntesis, o de texto final único, que alguien llevará a La Habana, sin que nadie haya tenido ni tiempo ni posibilidad de discutir una sola de las líneas finales.
No exagero. Alejo Vargas, otra eminencia de la Universidad Nacional, explica la metodología que aplicará en el foro. Primero, en el panel, algunos asistentes “presentan unas breves ponencias sobre el desarrollo rural integral”. Después, dice Vargas, “entre la tarde del primer día y la mañana del segundo, los asistentes, distribuidos en 20 mesas [cada una de 60 personas], presentarán sus propuestas. En la tarde del segundo día se recogerán las propuestas. De allí se sacarán 20 relatorías, que posteriormente se reunirán en diez y, finalmente, en un solo texto.”
Vargas no explica quien redactará las primeras 20 propuestas ni quien las reducirá a diez, ni quien la convertirá en texto final. No dice si el texto final será sometido a la aprobación de los participantes. No lo dice, pues no habrá tal mecanismo que podría contrariar a los que quieren imponer una línea determinada. El hecho de cómo se pasa en sólo unas horas de 1.200 textos o declaraciones iniciales, a una síntesis final, escrita tras bambalinas, es un misterio. Por otra parte, la clausura del “foro” estará a cargo, anuncia Alfredo Molano, del polémico cura Francisco de Roux, que es un sabio, como todos saben, en cuestiones de agricultura y ganadería capitalista.
El foro que comienza con Darío Fajardo y termina con Francisco de Roux será controlado en todos sus detalles, de principio a fin, y de manera excluyente, por miembros de grupúsculos de izquierda.
¿Alguien puede creer que en esas condiciones, el texto que saldrá de ese evento habrá sido redactado con la transparencia, neutralidad y equilibrio que la ciudadanía puede esperar?
La meta de ese tinglado es muy claro: llevar a La Habana un documento agrario que coincida con lo que piensan las Farc del agro colombiano. Que los “colombianos sin fusil” digan que concuerdan, en esa crucial materia, con los “colombianos con fusil”. ¿Y ante semejante movida qué podrán hacer los negociadores de Santos? Someterse. ¿No es esa una manera insidiosa de ponerles una mordaza más a la tímida y callada comisión gubernamental en La Habana?
Desde ya se puede saber qué dirá el texto que aterrizará en La Habana en enero: que si queremos la paz habrá que “dejarles a las Farc el territorio que han dominado”; que la pequeña propiedad es mejor que los grandes cultivos, que hay que oponerse al desarrollo capitalista del agro, que hay que “acabar” con los propietarios de tierras, que hay que discutir una “estrategia de choque que nos lleve a una redistribución de la tierra”, que hay que favorecer un “modelo de desarrollo campesino” y no un modelo de desarrollo empresarial, etc.
¿No es eso, precisamente, lo que los amigos del “foro agrario” están diciendo en estos días? Uno de ellos, el columnista León Valencia, es el autor de este simpático ultimátum: “o se pacta con los grandes terratenientes o se los doblega, no hay otra alternativa”. Marco Palacios, polémico ex rector de la Universidad Nacional, autor de la frase sobre “dejarles a las Farc el territorio que han dominado”, estima que el país necesita una “reforma agraria radical”. Esta consistiría, según él, en “redistribuir tierras a los trabajadores del campo y a los pequeños propietarios, quitándole poder político a los dueños de la tierra.”
Estas son las lindezas, dignas de Pol Pot, que hacen parte del imaginario de estos ilustres guías de la izquierda colombiana. ¿La síntesis final del “foro agrario”, donde cientos de colombianos prestarán de buena fe su concurso, escapará a la funesta ideología?
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