FRANCIA: EL PRECIO DEL ANGELISMO
El angelismo es un rictus psicológico alimentado por la creencia idiota de que la seguridad es un enemigo de la libertad. El angelista es un pacifista irresponsable, un hipócrita que desmoviliza a quienes se oponen a sus prejuicios
El precio del angelismo
El angelismo es un rictus psicológico alimentado por la creencia idiota de que la seguridad es un enemigo de la libertad. El angelista es un pacifista irresponsable, un hipócrita que desmoviliza a quienes se oponen a sus prejuicios
Por Eduardo Mackenzie
20 de noviembre de 2015
Si la coordinación entre los servicios antiterroristas europeos hubiera funcionado, y si los organismos de inteligencia franceses, dentro y fuera del país, hubieran descubierto a tiempo lo que se preparaba, la matanza islamista del viernes 13 de noviembre en París y en Saint Denis habría sido impedida o limitada. Tal es la amarga constatación que hacen las autoridades francesas y de otros países de la Unión Europea una semana después de la inmensa tragedia. El precio de esa falla de seguridad le costó la vida a 130 personas, 17 de las cuales eran extranjeras (8 europeos). Otras 350 quedaron heridas (57 en estado grave).
Esa coordinación existía en el papel pero no en la realidad. El ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, lo admitió ayer al declarar: “Ninguna información [sobre la presencia en Europa del organizador de los atentados del viernes, Abdelhamid Abaaoud] nos fue comunicada por los países europeos” antes de los atentados. Sin embargo, ese terrorista de 28 años estaba en Bélgica. Había viajado de Bélgica a Siria y de allí había pasado a Grecia para regresar a Europa. Grecia, que es incapaz de registrar los nombres de todos los refugiados que utilizan esa frontera para llegar a Europa, tiene ahora esa cuenta pendiente con Francia. Abaaoud, en Bélgica desde hacía un mes y medio, partió el jueves de allá con su trinca de asesinos armados hasta los dientes en tres automóviles.
La única información que París recibió el lunes, después de los atentados, provino de un organismo de inteligencia
(¿de Marruecos?, ¿de Siria?) quien dijo que sabía que Abaaoud había ingresado a Europa por Grecia. Cuarenta y ocho horas después, la policía cercaba y destruía en nido yihadista en Saint Denis, donde Abaaoud fue abatido. Hoy viernes, la policía informó que ese criminal pudo haber participado en los ataques a las terrazas de café el viernes. Una cámara de vigilancia del metro captó la imagen de ese individuo a las 10 y 15 de la noche, en la estación Croix de Chavaux, en Montreuil, a 200 metros del lugar donde fue encontrado el carro Seat, uno de los tres que utilizaron los asaltantes.
Contra Abaaoud cursaba una orden de captura internacional pues Bélgica lo había condenado como reo ausente a 20 años de cárcel por el ataque abortado en Verviers, en enero pasado. Según el ministro Cazeneuve, ese miembro de Daech había promovido entre cuatro y seis atentados que fueron evitados en Francia en 2015. Pese a ello, el extremista de origen marroquí y nacionalidad belga, pudo reclutar, financiar y armar, con Kalashnikovs y chalecos explosivos, en Molenbeek, una barriada de Bruselas con 22 mezquitas y una alta tasa de desempleo, no menos de seis islamistas para cometer los atentados en Francia del 13 de noviembre.
Esa enorme falla es el fruto de la incompetencia y del angelismo de los gobiernos del continente, sobre todo de Bélgica y Grecia. Ninguno de ellos informó a París, ni a otras capitales, acerca de los movimientos de ese prófugo altamente peligroso. Esos gobiernos, en manos Charles Michel y Alexis Tsipras, respectivamente, ambos “progresistas”, vulneraron la seguridad europea. El angelismo de ellos apareció así con su verdadero rostro: el de un demonio que está ahí para ayudar a los delincuentes en sus peores propósitos.
El angelismo es un rictus psicológico alimentado por la creencia idiota de que la seguridad es un enemigo de la libertad. El angelista es un pacifista irresponsable, un hipócrita que desmoviliza a quienes se oponen a sus prejuicios. El lucha contra la legislación que busca proteger a la gente y trata de reducir su alcance con argucias de leguleyo. Trata de que la gente olvide qué es la violencia legítima, necesaria para defender los valores democráticos. El angelista pretende que la lucha contra el extremismo es “inútil”, que la sola salida es negociar y ceder. Dice que es preferible apaciguar a los criminales que perseguirlos y erradicarlos; que el discurso terrorista no es delito, que antes de encerrar a los yihadistas hay que “comprenderlos”. El angelista estima que las fallas en la seguridad, incluso las más pequeñas, no tienen consecuencias. El abre así, en fin, las puertas a la barbarie. Contra esa corriente hay que oponer el argumento de que la primera línea de defensa de las libertades y del Estado de derecho es la seguridad, que sin ésta no hay libertad ni civilización.
El grupo neutralizado en Saint Denis en la noche del miércoles estaba listo a cometer un atentado en el distrito financiero de La Defensa, según el Procurador François Molins. El Estado Islámico (o ISIS) ha hecho saber en un comunicado que está en “guerra total” contra el mundo, especialmente contra Francia, Estados Unidos, Rusia, Turquía, Líbano y muchos otros países. Mathieu Guidère, un experto francés en geopolítica e islamismo, advierte que Daech probablemente lanzará “otras operaciones importantes con kamikazes y otros elementos” y que lo ocurrido en Francia muestra que las capitales occidentales “son menos seguras de lo que pensaban”.
Para encarar ese terrible desafío, el gobierno y el poder legislativo francés tomaron por unanimidad (si se exceptúan tres diputados verdes y tres socialistas) decisiones que van en la buena dirección: el estado de excepción fue prolongado por tres meses (falta el voto del Senado). Ello permitirá continuar los allanamientos (414 hasta hoy, lo que ha permitido la detención del 64 personas y el decomiso de 705 armas). Los policías podrán conservar sus armas fuera de sus horas de trabajo y la policía municipal podrá portar armas de fuego. Los prefectos de policía podrán decretar la casa por cárcel a personas cuya actividad es calificada de “peligrosa para la seguridad y el orden público” y podrán bloquear los sites internet y redes sociales que inciten a cometer actos terroristas. Y la idea de crear una Guardia Nacional, como la de Estados Unidos, con los veteranos, hace camino. Además, en la reunión de hoy viernes el ministro del Interior francés Bernard Cazeneuve, pedirá a sus homólogos europeos agilizar y modernizar el intercambio de informaciones de seguridad. La tendencia general es hacia un restablecimiento de controles en las fronteras interiores del espacio Schengen, pues las exteriores son altamente porosas. El angelista Parlamento Europeo se oponía hasta hace poco a la creación del fichero PNR, destinado a incluir los nombres de las personas que viajan por avión. Ese fichero existe en Estados Unidos, Gran Bretaña y Dinamarca. ¿Será aprobado ahora sí?
El expresidente Nicolas Sarkozy, dirigente de Los Republicanos, el principal partido de oposición, apoyó el viraje del presidente François Hollande en favor de la seguridad pero lamentó, al mismo tiempo, que las medidas hayan sido tomadas tan tarde. Los atentados de enero pasado en París invitaban a reforzar realmente los servicios de vigilancia y combate antiterrorista. En realidad, el problema viene de más lejos. Frenado por la pavorosa enfermedad del angelismo, el gobierno socialista perdió tres años antes de hacer eso. Las atrocidades de Mohamed Merah, en marzo de 2012, en Toulouse y Montauban, donde ese terrorista mató a 3 militares y 4 civiles (tres de éstos eran niños judíos), exigían eso. Empero, la ideología paralizó lo esencial y las leyes aprobadas dieron pocos resultados.
La unidad nacional que emergió tras los atentados del viernes pasado está en peligro de hundirse si los angelistas intentan frenar la dinámica de seguridad actual. Bernard Saquarcini, ex director de un servicio de inteligencia, acusó este 19 de noviembre al primer ministro Manuel Vals de haber “rechazado por razones ideológicas”, hace dos años, una lista de franceses que combatían con Daech contra el gobierno sirio. Los servicios de Bachar el-Assad condicionaban la entrega de esa lista a que Francia cooperara con ellos en materia de inteligencia. “Era una buena propuesta para reanudar esas relaciones y conocer la identidad” de esos individuos. Sin embargo, nada fue hecho pues la línea oficial de París era, como la de Washington, “ni con Assad ni con Daech”. Hollande parece dispuesto a cambiar también al respecto.
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