JUAN MARRULLAS Y SU AMAPOLA
Presentar el plebiscito como el de la paz es un engaño para desviar la atención de los colombianos hacia el punto en que todos están de acuerdo, y no hacia los puntos más controversiales negociados en La Habana
Juan Marrullas y su amapola
Presentar el plebiscito como el de la paz es un engaño para desviar la atención de los colombianos hacia el punto en que todos están de acuerdo, y no hacia los puntos más controversiales negociados en La Habana
Por Horacio Puerta Cálad*
Marzo 14 de 2016
Cuando los “Crupieres” del Congreso Nacional aprobaron las cartas marcadas del plebiscito para que “Juanpa” presidente y Enrique el “Izquierdoso”, los hermanitos Santos, pudieran ganar con ventaja la apuesta por la paz que hicieron en La Habana con las Farc, me acordé que en los exclusivos círculos de la rancia aristocracia bogotana “Juanpa” presidente es tenido por un astuto jugador de póquer, por sus naturales dotes para el disimulo y la mentira, dos cualidades necesarias para que un buen jugador induzca a su rival a una apuesta, o a desistir de ella, con una buena o mala mano.
Pero el estilo ladino de “Juanpa” presidente me llevó a recordar también a “Juan Marrullas”, un personaje de mi pueblo, tunante como él en el juego del póquer, como lo demostró el día en que un modesto campesino llegó hasta su mesa de juego a pedir puesto para echar también unas manos. El desprevenido campesino se sentó, y con los pocos conocimientos que tenía sobre las reglas básicas del juego empezó a apostar cuando creía tener una buena mano, o a no hacerlo cuando la duda así lo indicaba. Todo iba muy bien hasta el momento en que el campesino quedó confrontado solo contra “Juan Marrullas”, que había hecho una apuesta grande por tener en la mano dos Ases acompañados de dos K, que el campesino le ganó con su terna de jotas, lo que alertó al marrullero jugador.
Pasadas otras rondas se repitió de nuevo el mismo lance, y “Juan Marrullas”, que había apostado duro en el primer descarte buscando una Q para hacer una escalera que no logró, dobló la apuesta para hacer creer al rival que tenía un póker por haber pedido solo una carta, fanfarronada que el campesino no creyó aceptándole la apuesta, al tiempo que le mostraba su juego de tres Ases y dos Jotas, un full, que “Juan Marrullas” ni siquiera miró, y con la seriedad propia de los embusteros, le replicó que el ganador era él, y mostró su juego, que al ser estudiado por el campesino, dijo que “eso no era nada porque ni escalera llegaba a ser”, a lo que “Marrullas”, perfilando todavía más su expresión tramposa, lo refutó diciendo “que ese era el mayor juego que se podía hacer con las cinco cartas de la mano del póquer, el que le ganaba a todos los demás juegos posibles, el que solo unos pocos, como él, tenían la inteligencia de hacer, y que ese juego se llamaba “AMAPOLA”.
El campesino miro las cinco cartas abiertas sobre la mesa y cuando las gravó en su memoria, sin decir nada, dio por perdida la mano.
El juego siguió su curso hasta un rato después cuando se repitió otra vez el mismo duelo anterior, pero con la diferencia que esta vez el campesino era quien tenía en sus manos el juego de la AMAPOLA, y apoyado en lo que había escuchado decir a su rival, no dudo en apostar todo el dinero que tenía a la vista, y cuando “Juan Marrullas” la aceptó, el campesino declaró triunfante que había ganado por tener una AMAPOLA, a lo que el colega de “Juanpa” presidente, sin contraer ni un musculo de su cara, sentenció que AMAPOLA solo podía ganar una vez en el juego, y estirando la mano, se llevó toda la apuesta a su faltriquera.
Por eso, el plebiscito diseñado a la medida del talante ventajista de “Juanpa” presidente por sus “enmermelados” congresistas, para que lo gane fácilmente con un umbral de 4.4 millones de votos y no con los 7.7 millones de su reelección que según dijo en su momento eran producto del respaldo de los colombianos a su proceso de paz; es una jugada de AMAPOLA:
Primero, porque obliga a los colombianos a tragarse entero los venenosos sapos políticos cocinados en La Habana entre “Juanpa” presidente y las Farc.
Segundo, porque la opción de votar entre un “si” o un “no” es un burdo cara o sello de tahúr de esquina: con cara gano yo y con sello pierde usted.
Tercero, porque no pregunta a los colombianos si quieren que “Timochenko” y sus compinches no paguen ni un día de cárcel tras de rejas, y que tampoco pierdan la elegibilidad política a los cargos de elección popular, así todos ellos sean responsables de crímenes de guerra y lesa humanidad.
Cuarto, porque presentar el plebiscito como el de la paz es un engaño para desviar la atención de los colombianos hacia el punto en que todos están de acuerdo, y no hacia los puntos más controversiales negociados en La Habana.
Quinto, porque el “sí” por la paz induce tramposamente a ganar, pues nadie quiere la guerra.
Sexto, porque es un formato reduccionista, tramposo, y peligroso, con una tremenda coacción implícita que invita a votar entre el dilema de la paz o la guerra.
Séptimo, porque hace realidad lo dicho por Piedad Córdoba en un twitter: “gracias presidente Chaves, la sacamos toda del Estado”.
Octavo, porque el plebiscito de bolsillo de “Juanpa” presidente será financiado por el Fondo para la paz de la presidencia de la república que en 2015 repartió más de 40.000 millones de pesos en contratos promocionales del acuerdo de La Habana (“El Cartel de la paz” http://periodicodebate.com), cuando quienes vayan a promocionar el “no” tendrán que hacerlo con sus propios recursos.
Noveno, porque según los últimos sondeos de opinión el 69% de los colombianos cree que lo acordado en La Habana favorece más a las Farc que a los colombianos.
Décimo, porque el plebiscito insulta la inteligencia de los colombianos al negarle la opción de votar el acuerdo de la Habana con la razón para hacerlo en cargazón.
Por último, si la Corte Constitucional no declara inexequible la Ley del Plebiscito, lo único que los colombianos tienen para que “Juanpa” Presidente y a las Farc comprendan que el acuerdo no les satisface, es abstenerse de votarlo o hacerlo por el “no”, que de resultar exitoso, no podrán interpretarlo como un llamado a la guerra sino a que debe ser modificado porque el deseo de todos los colombianos es que haya una paz negociada pero no a ese precio, porque las Farc resultaron ganando en la mesa lo que no pudieron lograr con las armas.
*Horacio Puerta Cálad es un economista antioqueño
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