¿LOS COLOMBIANOS APOYAN EL PROCESO DE PAZ?
Una de las justificaciones más infantiles para entablar diálogos de paz con las Farc es el supuesto apoyo de las mayorías a la vía negociada: hasta Falcao García le dio su respaldo
¿Los colombianos apoyan el proceso de paz?
Por Saúl Hernández
Septiembre 17 de 2012
Una de las justificaciones más infantiles para entablar diálogos de paz con las Farc es el supuesto apoyo de las mayorías a la vía negociada: hasta Falcao García le dio su respaldo. Sin embargo, esa no es más que una verdad de Perogrullo; todos los colombianos queremos la paz así como queremos ser felices, famosos y exitosos. Todos sabemos que es mejor ‘pasar bueno que maluco’ o ‘ser rico que pobre’, como diría Pambelé, y a todos nos encantaría ganarnos el acumulado multimillonario del Baloto o levantarnos a Sofía Vergara, en el caso de los varones.
Pero si vamos a la almendra de las encuestas nos encontramos con que los colombianos están muy lejos de darle carta blanca al gobierno para que pacte con las Farc una paz a cualquier precio, y que su ‘respaldo’ al proceso de paz es, más bien, la expresión del anhelo de que esta por fin se consiga pero sin hacer concesiones, en cuyo caso la gran mayoría se manifiesta en desacuerdo. Es decir, quien lea correctamente las encuestas tendrá que admitir que los colombianos no le jalan a una claudicación de ningún tipo con las guerrillas.
Por ejemplo, la última encuesta de Ipsos – Napoleón Franco (para Semana, RCN Radio, RCN TV y La FM), divulgada el pasado 10 de septiembre, trae unos datos sorprendentes. El 77% de los encuestados dijo aprobar la decisión de Santos de adelantar negociaciones de paz con las Farc contra el 23% que no. Pero solo el 54% de los encuestados dijo ser optimista de que los diálogos lleguen a un acuerdo de paz mientras que el 41% se consideró pesimista. Como puede verse, hay un 23% de encuestados que apoya los diálogos pero no es optimista; de hecho, casi todos se pasan al bando de los pesimistas. Luego, no parece haber de su parte un apoyo conciente y meditado sino apenas la manifestación de buenos deseos para algo que luce muy azaroso.
Esa incertidumbre frente al verdadero apoyo al proceso se profundiza ante la pregunta de si el país va a estar más seguro si se firma la paz con las Farc. Solo el 56% de los encuestados dice que sí frente al 37% que lo niega. Pero hay más: el 52% considera que “La guerrilla no tiene voluntad de paz y que los diálogos son un mecanismo de distracción para fortalecerse militarmente”, mientras que el 39% no está de acuerdo con esa afirmación. Por consiguiente, un 25% de los encuestados aprueba los diálogos a pesar de que consideran que se trata de un nuevo engaño por parte de las Farc.
Si lo anterior no es una muestra de incoherencia —y hasta de irresponsabilidad—, lo que sigue es una prueba irrefutable de que el tal apoyo a los diálogos es un espejismo. El 68% no está de acuerdo con que sean perdonados los guerrilleros si dejan las armas frente a un 27% que sí lo está; el 72% se opone a que los líderes de las Farc puedan participar en política y presentarse a elecciones frente a un 23% lo aprueba; el 78% quiere cárcel para los cabecillas contra solo el 16% que avala la impunidad; y el 80% se opone a que los guerrilleros que están presos sean liberados frente a un minúsculo 14% que admite el perdón.
Mejor dicho, lo que más del 70% de los colombianos apoya es un proceso de paz que tenga carácter de desmovilización, desarme y reinserción de las guerrillas —con verdad, justicia y reparación—, y no una negociación de igual a igual entre el Estado y los terroristas, con discusión del modelo económico, político y social, que es lo que está haciendo el presidente Santos, de espaldas a los colombianos.
Por ahora, gracias al anuncio de los diálogos con las Farc, la calificación de la gestión presidencial ha tenido un repunte importante, pasando de 42% en julio a 57% en septiembre. Pero, si se tiene en cuenta que aun así hay un 54% en contra de su reelección, es previsible una caída estrepitosa en cuanto se anuncien decisiones, en la mesa de diálogos, contrarias al sentir de los colombianos. Y el enojo colectivo de hace un par de meses, por los desafueros de la malhadada Reforma a la Justicia, será apenas un murmullo comparado con este cuando se haga evidente que, como a bestias mansurronas, nos están capando de pie.
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