MANUEL CEPEDA, CON CUADRILLA EN LAS FARC

GUIÓN PARA EL HOMENAJE A MANUEL CEPEDA

Por José Obdulio Gaviria

‘Armas y urnas’ (Planeta, 2008) es la historia de la masacre de la UP. El libro, escrito por Steven Dudley, impacta. Jon Lee Anderson dice que está escrito “con una mezcla conmovedora de pasión y honestidad”. Pero, según alguna izquierda, tiene un gran defecto: ser tan rabiosamente imparcial.

Una corte internacional condenó al Estado colombiano a pedir perdón por el asesinato de Manuel Cepeda, a pagarles a sus deudos una millonada y a producir un documental sobre su vida (en formato de “Vidas ejemplares”), para que sea transmitido por la televisión pública. Propongo a Dudley, el historiador de la UP, y a Álvaro Delgado, el autor de Todo tiempo pasado fue peor, para que escriban el guión al alimón.

¿Por qué Delgado? Él y Cepeda militaron más de 40 años en el Partido Comunista. Le bastará transcribir unas cuantas escenas del libro que ya escribió y queda listo su aporte al guión. Insinúo estas: 1) de cómo el Partido Comunista de Cepeda fue el real fundador y director colectivo de las Farc; 2) sobre la degradación de esa guerrilla que comenzó a asesinar dirigentes campesinos, sindicales y a los disidentes del propio Partido Comunista; 3) de cómo Gilberto Vieira, secretario general del Partido, anonadado ante los crímenes del monstruo que había creado, intentó desactivarlo; 4) de cómo Manuel Cepeda se enamoró del monstruo (las Farc) y logró que el Partido lo siguiera amando y apoyando incondicionalmente; 5) de cómo Manuel Cepeda interceptaba cartas de los disidentes del PC y la UP, quienes, casualmente, después terminaban amenazados de muerte por la gente de las Farc.

Dudley también tiene el trabajo casi hecho. Le bastará adaptar las escenas más dramáticas de su libro Armas y urnas: 1) los testimonios de miembros de las Farc sobre la consigna del Secretariado de utilizar a la UP como simple semillero de guerrilleros; 2) del trato de “desechables” que ‘Jacobo Arenas’ daba a los UP, porque mientras más muertos tuviera, más se aceleraba la conciencia de la necesidad de la insurrección armada; 3) de cómo las Farc, con consentimiento del PC, secuestraron y asesinaron a miembros disidentes de la UP; 4) de cómo Rodríguez Gacha, alias ‘El Mexicano’, y las Farc se ensartaron en una guerra a muerte por líos en sus negocios de droga y cómo la primera víctima fue la militancia de la UP; 5) verán la persecución, envidia y odio de ‘Jacobo Arenas’ contra Bernardo Jaramillo, presidente de la UP y candidato presidencial; 6) de cómo ‘Jacobo Arenas’ ordenó perseguir a muerte a los perestroikos (comunistas desilusionados de la violencia) y cómo su mejor aliado (de Arenas) dentro del Partido fue Manuel Cepeda.

Al principio de la película, propongo que una voz en off lea este párrafo de Dudley: “(…) la franqueza (contra los militares) y su reconocida posición pro Farc (se volvieron en su contra). Manuel Cepeda era un comunista ‘ortodoxo’ que primero marginó a los socialistas democráticos (…) que defendió la combinación de todas las formas de lucha. Usar al mismo tiempo medios legales e ilegales para tomarse el poder, era el credo de Manuel y, como miembro del PC, tenía entre sus responsabilidades mantener contacto con las Farc (…) sus indiscreciones le costaron la vida”.

Las Farc no son ingratas. Su cuadrilla más sanguinaria, epónima de Manuel Cepeda, honra diariamente su memoria. Iván, su hijo, no se inmuta por ello y, en cambio, se ufana de que nuestra justicia está condenando a “mandos del Ejército y a líderes políticos como ‘autores mediatos’ (…) por ser dirigentes de aparatos de poder destinados a cometer crímenes de lesa humanidad”. ¡Qué casualidad! Esa es la conducta que Dudley y Delgado les cuestionan a Manuel Cepeda y al Comité Central: ser autores mediatos de los horrores cometidos por el aparato criminal llamado Farc.

Julio 7 de 2010