PATADÓN A MORA
Mora fue manipulado, usado para tranquilizar a las Fuerzas Militares y a un sector significativo de la población para quienes, como yo, su presencia daba la tranquilidad de que no se firmaría nada que le hiciera daño a la democracia y a las Fuerzas Armadas
Patadón a Mora
Mora fue manipulado, usado para tranquilizar a las Fuerzas Militares y a un sector significativo de la población para quienes, como yo, su presencia daba la tranquilidad de que no se firmaría nada que le hiciera daño a la democracia y a las Fuerzas Armadas
Por Rafael Nieto Loaiza
Marzo 22 de 2015
¿Por qué ahora el Presidente saca al general Mora de las negociaciones de La Habana? ¿Por qué lo devuelve a Bogotá exactamente cuando deben abordarse los asuntos cruciales que pueden afectar a las Fuerzas Militares y que están en el corazón del conflicto?
Absolutamente nadie se cree la excusa de que lo quiere en Colombia para que convenza a los militares en activo y en reserva de las bondades del proceso. Para empezar, porque Mora cada vez que venía a Bogotá dedicaba el grueso de su tiempo a eso, a hablar con el mando, con los alumnos de las escuelas y con los oficiales y suboficiales. Esa tarea nunca le supuso retirarse de Cuba. De hecho, la hacía porque estaba en La Habana y su conocimiento de primera mano le permitía hablar con autoridad y conocimiento. El hecho de no estar allá lo deja sin base y sin credibilidad para hablar de lo que ocurre.
Al contrario, su salida siembra toda clase de dudas. Porque, no nos digamos mentiras, Mora era un seguro, una garantía para los militares y para medio país. No solo por ser excomandante del Ejército y de las FF. MM., de esos hay varios. Pero ninguno, ni uno solo, a pesar de algunos muy buenos, tenía la credibilidad, el prestigio, el liderazgo de Mora, no solo dentro sino también fuera de los uniformados. Su carrera militar impecable, su honestidad a toda prueba, su reforma al Ejército que permitió después golpear con tanta efectividad a la guerrilla, su verticalidad durante el Caguán, su convicción de que el respeto de los derechos humanos es fundamental para la legitimidad de las Fuerzas, su visión estratégica, su defensa férrea de la institución militar, le granjearon un prestigio y un liderazgo únicos que le permitían hablar y ser oído.
Mora sabía que todo eso se ponía en riesgo al entrar a la mesa de La Habana. El solo hecho de estar sentado en Cuba hacía mella en su reputación. Y así ocurrió. Y sin embargo, se la jugó porque creía que era mucho más importante estar ahí, adentro y presente, para defender las instituciones. Yo no dudo que eso hizo. Y que si se tragó algunos sapos fue porque no eran de esos que él creía inaceptables para las Fuerzas o para la democracia.
Pero hoy me temo que Mora fue manipulado, usado para tranquilizar a las Fuerzas Militares y a un sector significativo de la población para quienes, como yo, su presencia daba la tranquilidad de que no se firmaría nada que le hiciera daño a la democracia y a las Fuerzas Armadas y que no se tomarían decisiones que, mientras tanto, afectaran de manera grave su capacidad de combate.
Por eso el General fue útil al Gobierno durante un tiempo. Pero estoy convencido de que Mora se fue convirtiendo en una piedra en el zapato para Santos y su voz firme se tornó insoportable. Y que el punto de quiebre fue la inexplicable decisión de suspender los bombardeos. No sobra recordar que la capacidad aérea y la inteligencia han sido los dos factores decisivos para quebrar el espinazo a una guerrilla que había salido envalentonada del Caguán y para decantar la victoria estratégica a favor de la institucionalidad democrática. Que este gobierno haya decidido sentarse como igual con la guerrilla, como si el Estado no la hubiera derrotado estratégicamente, es inexplicable. Y una insensatez.
El punto es que renunciar a los bombardeos es darle en bandeja de plata a la guerrilla una ventaja única. Y para rematar, desmoraliza a la Fuerza Aérea. Si a eso y a la salida de Mora se suman los rumores sobre el retiro del ministro Pinzón, el revuelo, la incertidumbre, la desazón al interior de las FF. MM. deben ser monumentales. El General, que era su garantía, ya no está.
Y no, los generales de la subcomisión técnica no lo reemplazarán. Ellos no están en la mesa sino en el “cuarto de atrás”. Y todos juntos, por buenos que sean, no tienen ni su conocimiento ni su liderazgo ni su credibilidad. Y el país no los conoce. Y además, no pueden hablar.
¿Qué será entonces lo que va a entregar Santos ahora que Mora no está? ¿De qué tamaño será la bajada de pantalones? ¿Qué sapo monumental se cocina a espaldas de las Fuerzas Militares y del país?.
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