REVOCATORIA CONTRA PETRO
Que sus funcionarios nos recuerden que Petro es un “guerrero” y que esto es una “guerra”, como ha dicho el Secretario de Gobierno, busca intimidar. Que se sugiera que revocarlo pone en peligro la desmovilización futura de la guerrilla, una mentira. A Petro no se le quiere sacar por ser de izquierda o por ex guerrillero
Revocatoria contra Petro
Por Rafael Nieto Loaiza
Junio 30 de 2013
Petro, como esquizofrénico, cambia de opinión todos los días sobre el referendo que un grupo de ciudadanos impulsa para revocar su mandato. Si un día acusa de un “enorme fraude” a quienes quieren moverle la silla, al otro dice que renuncia a los recursos legales contra la decisión de la Registraduría que avala las firmas para la convocatoria y al siguiente se echa para atrás de nuevo y sostiene que nombrará grafólogos para la revisión de las mismas, como se lo autorizó el Tribunal Administrativo de Cundinamarca. Un proceso que genera incertidumbre porque no es para nada claro cómo se van a verificar las 630 mil firmas que entregaron quienes pretenden la revocatoria. ¿Contra la de la cédula de ciudadanía y que está en el Archivo Nacional de Identificación? Ahí sí apague y vámonos, porque no hay un adulto que hoy firme como lo hacía cuando sacó por primera vez su cédula.
El referendo revocatorio es un mecanismo de participación que otorga el derecho político a los ciudadanos para terminar el mandato de un gobernante que eligieron, siempre que haya transcurrido al menos un año desde su posesión. Para que proceda, se requiere que solicite la revocatoria un número no inferior al 40% de los votos que sacó el alcalde, en este caso 288.524 ciudadanos (Petro obtuvo 721.308 votos). La Registraduría ha reconocido la validez de más de 357 mil firmas de las presentadas. Ahora bien, convocado el referendo se requiere la aprobación de la mitad más uno de los votantes, siempre que vote al menos un número igual al 55% de quienes lo hicieron el día en que se eligió al funcionario.
En el caso de Petro, para que prospere la revocatoria se necesitan que participen en el referendo algo más de 1.200.000 ciudadanos y que la mitad más uno de quienes lo hagan voten por la salida del Alcalde. En la última encuesta de Gallup, el 79% de los posibles votantes lo haría por sacar a Petro. Pero solo dice estar dispuesto a salir a votar el 52%. Es decir, no se alcanzaría el umbral. Por eso entre los progresistas hubo fiesta cuando se enteraron que la Corte Constitucional había devuelto al Congreso, cambiando una vez más su jurisprudencia, una ley que bajaba el umbral de las revocatorias al 40%. ¿Hubo consideraciones políticas en esa decisión? Con estas cortes nuestras…
Como sea, ahí va a estar la batalla principal. Está fuera de discusión el apoyo mayoritario de los votantes para revocar a Petro, pero no es claro para nada si se alcanzará el umbral. Para que triunfe la revocatoria se necesita que salgan a votar cerca del 78% de quienes votaron por candidatos distintos a Petro en el 2011. Y no va a ser fácil moverlos. Si el día de las elecciones se pone en marcha toda la maquinaria política y la competencia introduce un conjunto de estímulos de todo tipo a los votantes, en el de la revocatoria ello no va a ocurrir. Además, la orden del petrismo a sus seguidores será el de abstenerse.
Quizás, entonces, Petro se mantenga en su puesto. Con todo, en cualquier caso saldrá derrotado. No es lo mismo que se hunda un referendo constitucional por no alcanzar el umbral, a que por la misma razón no prospere el revocatorio contra Petro. En el primer caso la discusión ciudadana es teórica y conceptual sobre la conveniencia o no de un cambio constitucional; en el segundo hay un mensaje político. Novecientos mil o un millón de votos contra Petro serán una carga enorme.
Con todo, el ejercicio de la revocatoria es profundamente estimulante. Y no solo porque manifiesta la profunda inconformidad de un grupo sustantivo de ciudadanos con la gestión del alcalde más importante del país, sino porque muestra una ciudadanía que no se resigna a ser gobernada por un incompetente. Que sus funcionarios nos recuerden que Petro es un “guerrero” y que esto es una “guerra”, como ha dicho el Secretario de Gobierno, busca intimidar. Que se sugiera que revocarlo pone en peligro la desmovilización futura de la guerrilla, una mentira. A Petro no se le quiere sacar por ser de izquierda o por ex guerrillero. Eso no lo hace mejor o peor alcalde. A Petro hay que botarlo pero porque como alcalde es un soberano paquete.
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