RUSIA ABRIRÍA TALLERES PARA SUS BUQUES DE GUERRA EN LATINOAMÉRICA
Putin apoya la tiranía de Nicolás Maduro y está utilizando el triángulo Caracas-La Habana-Managua para hacer demostraciones belicosas de su fuerza armada en el Mar Caribe
Rusia planea abrir en Latinoamérica “talleres” para sus buques de guerra
La Rusia de Putin se prepara para realizar una vasta operación de expansión militar naval en los Océanos Atlántico y Pacífico con ayuda de Nicaragua, Cuba y Venezuela.
Por Eduardo Mackenzie
30 de marzo de 2014
El gobierno ruso admitió en las últimas horas que está programando crear nuevas bases militares en países de América Latina –Venezuela y Nicaragua en particular–, bajo el disfraz de la construcción de “centros de mantenimiento para los buques de guerra” de su Armada.
Difundida por la agencia Ria-Novosti, tal información confirma lo que algunos observadores vienen denunciado desde 2013: que la Rusia de Putin, a partir de sus bases en Cuba, se prepara para realizar una nueva operación de expansión militar en el Mar Caribe y en el Océano Pacífico, a partir de las costas de Nicaragua.
Esa inquietante información fue obviamente condimentada con una dosis de desinformación, como es obligatorio en este tipo de operaciones, para hacer tragar la amarga píldora a los pueblos y a los Estados latinoamericanos: que Rusia no tiene la intención de instalar bases militares ofensivas en varios países sino que lo que busca es dotarse de pacíficos y defensivos “talleres” para el mantenimiento de sus barcos de guerra. Anatoli Antonov, viceministro de Defensa ruso, ha recibido la misión de orientar de esa manera este tema, para tratar de desviar la atención de los medios y de las opiniones públicas sobre los nuevos designios del Kremlin para la región.
El anuncio del vice ministro Anatoli Antonov sobre la sorpresiva movida naval rusa en Latinoamérica, sobreviene pocos días después de que tropas rusas penetraran ilegalmente en Ucrania donde militarizaron las instalaciones gubernamentales, civiles, militares de Crimea, antes de anexar oficialmente esa península a Rusia, tras un referéndum local que fue rechazado por la comunidad internacional.
De manera preventiva, Antonov se fue lanza en ristre contra los medios de información que traten de develar el verdadero sentido de los planes de Putin en Latinoamérica al decir que hablar de expansión militar rusa en nuestro continente sería incurrir en “falsos rumores” y fomentar la “guerra de información contra Cuba, Venezuela y Nicaragua”.
El funcionario militar ruso subrayó que los citados planes tienen un carácter “mutuamente beneficioso” para “la cooperación militar y técnico-militar” de esos dos países con Rusia. Agregó que la expansión militar rusa podría contar con el apoyo ulterior de otros países de América Latina deseosos, según él, de “mantener la estabilidad y seguridad internacional” y “favorecer el progreso económico”.
Refiriéndose a los “centros de mantenimiento naval”, el viceministro de Defensa ruso indicó que la intensificación de la presencia naval rusa en el continente latinoamericano busca ante todo “crear condiciones que permitan simplificar los procedimientos para la entrada de sus barcos en puertos de la región”.
Según Antonov, no hay nada que temer pues los barcos de guerra rusos se dedicarán a misiones muy pacíficas y a transportar alimentos: “Debido a la gran distancia de las costas de Rusia, también nos interesa repostar alimentos y agua, y en algunos casos tener la posibilidad de hacer pequeñas y medianas reparaciones en los buques”.
La Rusia de Putin ha contribuido al armamentismo de la Venezuela de Hugo Chávez. Putin apoya la tiranía de Nicolás Maduro y está utilizando el triángulo Caracas-La Habana-Managua para hacer demostraciones belicosas de su fuerza armada en el Mar Caribe. El sobrevuelo ilegal de dos aviones rusos de combate, tipo Tupolev 160, portadores posibles de armamento atómico, por el espacio aéreo colombiano, en noviembre de 2013, anunciaba ya las nuevas amenazas que se ciernen contra la libertad y soberanía de Colombia y de otros países del continente americano.
El 27 de marzo de 2014, Vladimir Putin se entrevistó por teléfono con Cristina Fernández de Kirchner, la presidente de Argentina, para agradecerle la actitud de “solidaridad” que ella había tenido con él al criticar las sanciones de las potencias occidentales tras la anexión rusa de Crimea. En efecto, Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Japón, Italia y Canadá, entre otras medidas, excluyeron a Rusia de las reuniones del grupo de países más industrializados del mundo, el G-8, que volvería a llamarse G-7.
En ese contexto, Putin podría tratar de sacar provecho de la disputa que Kirchner sostiene con el gobierno británico, quien se niega a dialogar con ella sobre el destino de las islas Malvinas o Falkland. ¿Buenos Aires estaría dispuesto a seguir el ejemplo de los regímenes de Nicaragua, Cuba y Venezuela y entrar a colaborar abiertamente para que la Armada rusa tenga “talleres de mantenimiento” de sus buques de guerra en aguas del Atlántico sur?
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