TIRANÍAS CONSTITUCIONALES
Libre Dios a Colombia de caer en manos de estos “demócratas” mesiánicos que tras de si mismos solo traen la miseria, la locura y la muerte
TIRANÍAS CONSTITUCIONALES
Por: Juan Carlos Camacho Castellanos (analista venezolano)
En 1998, en diciembre, al anochecer, en Venezuela comenzaría una etapa desoladora que a los verdaderos demócratas nos costará años asimilar, el nacimiento de una nueva Tiranía Constitucional.
Todo comenzaría realmente en el año 1982, a raíz del llamado “Caracazo” promovido por los sectores más radicales de la izquierda venezolana en contra del paquete de medidas promovido por el entonces Presidente Carlos Andrés Pérez, recientemente fallecido. Fue un día terrible, las calles de las ciudades principales del país se teñirían de sangre y el miedo haría de las suyas en medio del incomprensible momento histórico que generaría el monstruo que hoy conocemos como el “socialismo del siglo XXI”. El gobierno de aquel entonces lograría aplacar a sangre y fuego la revuelta, los muertos desbordaron las morgues, y, la última victima sería el plan económico que impulsaban los llamados “Chicago Boys” y que era el que lograría, de haberse dado, una prosperidad económica que colocaría a Venezuela en la senda del desarrollo para ubicarse entre las economías desarrolladas del mundo. Desafortunadamente los venezolanos no estaban preparados ni a nivel social, ni a nivel cultural para entrar por la puerta grande del crecimiento económico, la ignorancia había vencido a la razón y los oscuros intereses del Foro de Sao Paulo comenzaron a fortalecerse en las turbias mentes de los llamados “comacates”, un grupo de izquierdosos que parasitaban impunemente en las filas del ejercito venezolano, “forjador de libertades” alguna vez y hoy en día “formador de iniquidades”.
El año 1992, febrero, día 4, un grupo de resentidos sociales, traidores a un juramento ante la bandera de su país (a la que terminarían cambiándole su configuración agregándole otra estrella representando a la tiranía cubana de los Castro) dan un golpe de estado, cientos de muertos, y un emblemático cobarde que se convertiría en el asesino de la democracia, Hugo Rafael Chávez Frías, fracasado congénito, verborreico insoportable, mitómano clínico e hipócrita contumaz, ese fantoche, con el tiempo y montado en un pútrido corcel de falsedades llegaría un día de diciembre del año 1998 al cargo de Presidente de Venezuela, país al que pocos meses después cambiaria la Constitución y le abriría el paso a los mastines inmisericordes del socialismo a la cubana, es decir, a una tiranía tremebunda y cruel.
Nace así una nueva forma de ejercer la dictadura, una que se cubre con el níveo manto de la constitucionalidad, que es vista de reojo por muchos países y muchas veces, bajo el podrido argumento de la “soberanía de los pueblos”, se recibe a estos tiranuelos con honores militares y se les denomina “mejores amigos”. Esta hipocresía diplomática, este silencio cómplice, esta actitud llena de desprecio por los principios humanos fundamentales no habla nada bien de los países que gozosos reciben al sátrapa venezolano.
Es así como hoy en día todo el izquierdoso trasnochado que llega al poder en olor de multitudes y en ignorancia de las masas, lo primero que hace es disolver el congreso, convocar una constituyente y diseñar está a su medida. Todo en nombre del bienestar del pueblo, de la lucha contra el imperialismo opresor y con la insignia roja (por la sangre que le exprimen a sus pueblos) que exhibe la figura del psicópata asesino Ernesto “Che” Guevara. Transforman así a sus naciones en copias groseras del Castrismo que oprime al pueblo Cubano, del Islamismo que pisotea los derechos humanos en Irán y (ahora en ascuas) Libia. Es el “ejemplo de democracia” de un Mugabe en Zimbawe o de un Kim Jong-Un en Corea del Norte.
Es así como ahora las tiranías se hacen elegir en elecciones populares, controlando el sistema electoral y manipulando el voto, es así como se abrazan con los Santos inocentes que coquetean abiertamente con la izquierda y pervierten las decisiones de sus electores. Por eso la verdadera democracia los rechaza, los verdaderos demócratas los adversan y los pueblos conscientes los acusan. Las nuevas tiranías se visten de constitucionalidad, pero por dentro están carcomidas por el gusano cancerígeno de la opresión y la ruina. Libre Dios a Colombia de caer en manos de estos “demócratas” mesiánicos que tras de si mismos solo traen la miseria, la locura y la muerte.
Marzo de 2011
Comentarios