TODOS CONTRA URIBE
Pero detener a Uribe es un trabajo complejo, que requiere artillería pesada; basta ver que al analista Pedro Medellín y al exjuez Baltasar Garzón se “los comió crudos”, a juicio de Antonio Caballero, en una entrevista en el Canal Capital. Por eso, los opositores radicales recurren al montaje criminal
Todos contra Uribe
Por Saúl Hernández
Noviembre 25 de 2012
Una encuesta dice que si Uribe se lanza al Senado, arrasa. Arrastraría, con su inmensa favorabilidad, 30 o 40 senadores. O más. Hasta una cifra modesta, digamos 20, convertiría esta lista en una bancada con un poder nada despreciable, en representación de una amplia mayoría de colombianos que apoyan la corriente de pensamiento que lidera el expresidente.
Y la perspectiva de que Uribe ya no sea tan solo un sirirí que trina día y noche, sino que vuelva al poder, aunque en otra rama, de manera legítima e incuestionable, tiene con dolor de estómago a mucha gente; los ataques de aquí y de allá no son meras coincidencias ni son casuales; la intención es pararlo como sea. Y esto da para todo, desde el juego político hasta la acción criminal.
Algunos opositores moderados tratan de hacerlo desistir con argumentos sutiles pero traídos de los cabellos, como ese que ha sido desestimado por expertos constitucionalistas: el cuento de que el senador Uribe no estaría cobijado en materia judicial por la Comisión de Acusaciones de la Cámara, sino que quedaría a merced de la Corte Suprema de Justicia para todo efecto de investigación y juzgamiento, incluyendo sus acciones como Presidente. De ahí que surjan interpretaciones acomodaticias y sugerentes, como esas de que Uribe se lanzaría al Senado, pero no tomaría posesión del cargo o que ocuparía un renglón muy abajo en una lista cerrada para arrastrar a otros sin él salir elegido.
Sin embargo, la normatividad vigente no deja dudas en cuanto a que las actuaciones de un Presidente siempre tendrán como juez natural a la Comisión de Acusaciones. Claro que estamos en Colombia y no puede descartarse que magistrados de la Suprema se arroguen el derecho de cambiar la jurisprudencia así sea “por una sola vez”, aunque ya la Corte no sea aquella de la que hacían parte algunos togados que decían que lo iban a sacar del poder.
En otros opositores, el nerviosismo ha llegado a extremos sorprendentes, cosa que demostró el exministro Silva con su deslenguada en una emisora. No hace mucho, Uribe dijo que le había faltado tiempo para dar con los líderes de las Farc en Venezuela. De inmediato se armó el escándalo de los malquerientes: “¡Qué irresponsabilidad!”, “¡qué cerca estuvimos de una guerra!”. Ahora, el doctor Silva sale con que él era el “irresponsable” que iba a ir por ‘Márquez’ a Venezuela y que Uribe no lo dejó. Insólito. Y, como para meterle miedo al expresidente, acotó que él impidió que Estados Unidos lo capturara. ¡Vaya adalid! Silva, el hombre que salvó al hombre que salvó a Colombia.
Pero detener a Uribe es un trabajo complejo, que requiere artillería pesada; basta ver que al analista Pedro Medellín y al exjuez Baltasar Garzón se “los comió crudos”, a juicio de Antonio Caballero, en una entrevista en el Canal Capital. Por eso, los opositores radicales recurren al montaje criminal. Yair Klein dice que le dijeron que uno de los ganaderos del Magdalena Medio que pagó los cursos que impartió en los ochenta fue Álvaro Uribe. Pero Uribe ni tenía tierras en esa región ni era tan conocido como para que se lo mencionaran a Klein y para que este se acordara 25 años después.
Ya Mancuso había salido con el cuento de que el triunfo de Uribe en el 2002 se debe a su donación de camiseticas de apoyo a la campaña y la semana anterior apareció un tal ‘JL’ con la acusación de que Uribe le pidió a Castaño instruir gente para las Convivir. Y vendrán más. El uribismo es la única fuerza que puede oponerse al asalto a la democracia que se prepara en Cuba -donde les negaron el ingreso a las “intrascendentales” víctimas-, y la estrategia para neutralizarlo es amedrentar a Uribe con meterlo en prisión.
Excipit. Tras el despojo de ayer, ¿qué sigue? ¿Que Venezuela nos quite la Guajira? Es hora de desconocer la jurisdicción de la CIJ.
Comentarios