UNA NACIÓN ES SU GENTE
Reaccionemos, busquemos ser cultos, ser corajudos. Una Nación es su gente, no lo olvidemos. Otros no nos ayudarán
Una nación es su gente
Reaccionemos, busquemos ser cultos, ser corajudos. Una Nación es su gente, no lo olvidemos. Otros no nos ayudarán
Por Eleonora Bruzual
Septiembre 20 de 2014
Hay una gran propensión a confundir país o Estado con Nación… Lo primero se refiere a lo que podemos considerar un grupo social con una organización política común que actúan en un territorio y poseen órganos de gobierno propios. Que puede ser soberano e independiente políticamente y no dependiente de otro país u otras comunidades.
En cambio la Nación es lo integrado por un grupo humano con un origen étnico similar y que comparte vínculos históricos, culturales, religiosos, vivenciales… Los integrantes de una Nación poseen sentido de pertenencia, conocimiento y orgullo de su historia, sus tradiciones, su idioma y algo trascendente: Aman y defienden su territorio.
Escribo y mientras lo hago veo desde mi ventana un paseo madrileño, veo personas caminando, unas lentamente, otras de prisa. El verano ya de paso aún está enseñoreado de esta ciudad hermosa, donde su gente me motiva el tema de mi columna de hoy.
Toda la vida he amado la comunicación. Igual me emociona conversar con un personaje de esos que son considerados importantes, como con aquellos –también personajes- del pueblo llano. Gente de trabajo, de brega, ciudadanos de lo cotidiano… Tomo un taxi y converso con el conductor. Entro a un gran almacén y los dependientes, como en otros sitios, meseros o meros transeúntes me confirman que la gente de España en su gran mayoría es instruida, poseen esa cultura que permite la formación de lo que llaman el tejido social donde convergen las formas y expresiones de una nación.
La comparación, aunque chocante se impone. Comparo con esas poblaciones de América Latina, y en especial con Venezuela, que parafraseando a Unamuno, es mi país, y por tanto el que tengo más a mano. Comparo, añoro… Pregunto ¿Qué nos pasó? ¿Qué hizo que la gran mayoría cultivará la mala educación, la violencia, la retaliación, la chabacanería…?
¿Qué pasó con los principios éticos, con los referentes morales? Qué pasó con nuestra cultura, esa que permite al ser humano la capacidad de reflexión; la capacidad de corregir, de rescatar valores y conseguir nuevas significaciones. Qué ha pasado en Latinoamérica, qué nos pasó a los venezolanos… Más de uno me dirá ¿Pero mira a esos gamberros que han horadado con sus odios y sus resentimientos –por ejemplo- la capilla de la Universidad Complutense…? O me recuerden los que por twitter han sugerido crímenes horrendos y apoyan el terrorismo islámico.
Sí, ciertamente existen y los tengo muy claros, pero son minoría. Por ejemplo, converso con gente sencilla, con obreros, con trabajadores de hotelería, con taxistas… Hasta ahora ninguno celebra las gamberradas que proponen Pablo Iglesias y Monedero, dos compinches a sueldo del castrochavismo, dos que muchos señalan de asalariados del Irán tenebroso y cómplices de lo peor de este tiempo infeliz. Por el contrario, Pedro, un mesero me cuenta que votó a Podemos creyendo así dar un escarmiento a los partidos democráticos y ahora, reflexivo, acepta que cometió un error y que llevar al Poder a seres como los que integran esa agrupación sería atentar contra su libertad tanto ideológica como económica.
Sería trasladar a España al oscurantismo de los odios y a la mendicidad que requieren esos sociópatas para instalar sus aberrados propósitos…
Le escucho y me pongo a pensar en el venezolano. Sobre todo en ese porcentaje aún significativo (20 a 30 %) que según encuestas todavía apoya lo que sin dudas es la peste roja, esa que nos ha entregado a la tiranía cubana, ha arruinado nuestra economía, ha sembrado de odios nuestra tierra y cosecha eufórica y tenaz miles de muertos que bien sirven a la Miedocracia, sistema que conviene a sus planes de eternidad.
Escucho a ese hombre llano, sencillo pero con el conocimiento práctico tan fundamental y de inmediato pienso en uno de esos seudo líderes opositores. Uno de esos que tan bien sirven al horror que padecemos y le saca provecho… Ramos Allup con su pretendida dirigencia vitalicia de Acción Democrática, no más volverse a asomar la protesta en las calles retorna a la farsa de conversar para distraer, para demorar… Dice que cree que Samper puede reactivar el diálogo en Venezuela. Samper, ese personaje amoral, favorito de esa izquierda canalla, hoy cartel monolítico a la hora de hacer de su presencia un perpetuo mandato.
Por eso, vuelvo al título de esta columna: Reaccionemos, busquemos ser cultos, ser corajudos. Una Nación es su gente, no lo olvidemos. Otros no nos ayudarán, es nuestro compromiso, además de un reto extraordinario
@eleonorabruzual / ebruzual@gmail.com
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