COLOMBIA DEBERÍA SUSPENDER LA VACUNACIÓN CONTRA EL PAPILOMA
A pesar de las declaraciones del laboratorio Sanofi-Pasteur, en el sentido de que el Gardasil no es la causa de esas secuelas médicas, varios países tomaron medidas de protección de su población contra esa vacuna
La vacuna VPH (Gardasil) desató emergencia sanitaria en muchos países
A pesar de las declaraciones del laboratorio Sanofi-Pasteur, en el sentido de que el Gardasil no es la causa de esas secuelas médicas, varios países tomaron medidas de protección de su población contra esa vacuna
Por Eduardo Mackenzie – Colombian News, Paris
11 de septiembre de 2014
La campaña de vacunación masiva y obligatoria de niñas colombianas contra el cáncer uterino debería ser suspendida inmediatamente en vista de los graves estragos médicos que esa vacuna está causando en Carmen de Bolívar y en otras ciudades colombianas. El principio de precaución debe ser aplicado en este caso para evitar que el daño se extienda aún más. Las autoridades sanitarias de Colombia deberían investigar a fondo lo que está ocurriendo, prestar mayor atención a las niñas afectadas y adoptar una política de vacunación menos autoritaria. Es indispensable también lanzar una amplia campaña de información sobre el tema de la relación costo/beneficio humano en la utilización de esa costosa vacuna (Gardasil o Cervarix). La prudencia de otros países respecto del uso de esas vacunas debería ser examinada. En el presente artículo recordamos algunos aspectos de la experiencia de vacunación en Francia y mencionamos las conclusiones de un reciente coloquio internacional reunido en Japón que lanzó un llamado de alerta acerca del uso de las vacunas VPH.
El 25 de noviembre de 2013, la revista francesa en línea Doctissimo, especializada en cuestiones médicas, narró el caso de Marie-Océane, una niña de 15 años que había sido vacunada en 2010 con Gardasil. Pocos meses después ella descubrió que había contraído una terrible enfermedad: la esclerosis múltiple. Su calvario ha sido objeto de varios artículos en la prensa francesa.
Basado en un informe del Consejo regional de Aquitania, el abogado de la familia de Marie Océane presentó una denuncia penal contra el laboratorio Sanofi Pasteur MSD, fabricante del Gardasil, y contra la Agencia Nacional de Seguridad de la Droga. Otras quejas y demandas similares fueron interpuestas ulteriormente por otras presuntas víctimas, según la prensa. No obstante, el fabricante de la vacuna VPH se empeña en negar hasta hoy que hay un vínculo entre su producto y la aparición de esas enfermedades.
Marie-Océane recibió la primera dosis de la vacuna contra el VPH en octubre de 2010. Dos semanas después, empezó a tener deficiencias sensoriales y motoras pero éstas desaparecieron espontáneamente. Sin embargo, en diciembre del mismo año, ella recibió la segunda dosis de la vacuna. Nuevos efectos aparecieron tres meses más tarde: Marie-Océane sufrió alteraciones en su estado físico general, con nuevas parálisis musculares y sensoriales. Un test de resonancia magnética realizado en un hospital demostró que ella había contraído “lesiones cerebrales en la sustancia blanca”. El diagnóstico final no pudo ser más grave: esclerosis múltiple, encefalomielitis diseminada aguda (enfermedades inflamatorias del sistema nervioso central).
Desde la segunda dosis de Gardasil, Marie Océane empezó a vomitar y a sufrir fuertes vértigos. En pocos días terminó en una silla de ruedas, ciega y casi sorda. En 2013, informó el diario parisino Liberation, ella parecía estabilizada pero seguía sumamente cansada. Su familia teme que haya nuevas recaídas.
Según la Comisión de Indemnización, la culpabilidad de la vacuna Gardasil en esa dolencia fue del orden del 50%.
El Gardasil es una vacuna contra el cáncer del cuello uterino conocida bajo la sigla VPH. Esa substancia es comercializada en Francia desde 2006 y desde entonces estuvo bajo extrema vigilancia pues ha sido objeto de agrias polémicas y de varias demandas penales.
A diferencia de lo que ocurre en Colombia, esa vacuna (Gardasil o Cervarix) nunca fue obligatoria en Francia. La desconfianza ciudadana contra
las campañas masivas de vacunación es fuerte a causa de los desastres sanitarios ocurridos en la década de los 80, relacionados sobre todo con la vacuna contra la hepatitis B.
El alto precio de la vacuna VPH, que debe ser inoculada tres veces, disparó las primeras protestas. También molesta el hecho de que ese producto sea prescrito a niñas menores de edad, entre los 11 y los 15 años, que no han comenzado siquiera su vida sexual. En Francia, el cáncer del útero, originado principalmente por el papiloma virus humains (HPV), provoca cerca de mil muertes al año, en mujeres entre los 50 y 60 años.
En septiembre de 2011, más de dos millones de jovencitas habían sido vacunadas con Gardasil. Entre ellas aparecieron 1 672 casos de efectos nocivos. Algunas fuentes indican que el 60% de esos efectos fueron declarados anodinos y que el 20% fueron reconocidos como graves. En otros países los porcentajes de los efectos negativos del Gardasil parecen ser similares.
En julio de 2011, dos jovencitas francesas, Laura Agnès y Laetitia Celli, de 16 y 20 años, afectadas por la vacuna VPH, entablaron una demanda de indemnización ante la Comisión Regional de Conciliación e Indemnización de Accidentes Médicos (CRCI) de Lyon.
A pesar de las declaraciones del laboratorio Sanofi-Pasteur, en el sentido de que el Gardasil no es la causa de esas secuelas médicas, varios países tomaron medidas de protección de su población contra esa vacuna. En junio de 2013, el gobierno de Japón decidió suspender la vacunación contra el papiloma virus en vista de los dolores crónicos que aparecieron en ciertas adolescentes vacunadas. En Francia, la Agencia Nacional de Seguridad de los Medicamentos y el Alto Consejo de Salud Publica insisten que el beneficio esperado entre la reducción del número de cánceres del útero “es superior al riesgo de efectos secundarios graves ligados a esa vacuna”.
Según un cable de la AFP, otras nueve mujeres, entre los 18 y los 24 años, víctimas presuntas de los efectos nefastos del Gardasil, entablaron demanda contra X , ante el tribunal de Bobigny (Seine-Saint-Denis), en diciembre de 2013, por “atentado involuntario contra la integridad física y engaño agravado”. Todas las jovencitas habían contraído “enfermedades invalidantes durante las semanas y meses que siguieron a la vacunación con Gardasil”, aunque todas ellas gozaban de perfecta salud antes de ser vacunadas.
Según el memorial de 74 páginas de los abogados, cinco de esas víctimas contrajeron diversas enfermedades: una padece ahora la enfermedad de Verneuil (aparición de nódulos cutáneos dolorosos y de abscesos provocados por la inflamación de las glándulas sudoríparas), otra desarrolló un lupus, otra la enfermedad de Guillain-Barré (el sistema inmunitario ataca el sistema nervioso ocasionando debilidad muscular y otros síntomas), otra es víctima de miastenia y la última sufre de hipersomnie idoiopática.
La vacunación con Gardasil es costosa. La revista francesa Le Point informó en octubre de 2011 que de las 78 millones de dosis vendidas en el mundo, 4 millones y medio de dosis, a 120 euros la unidad, lo fueron en Francia. El diputado francés Gérard Bapt critica ese gasto de la seguridad social y se pregunta si hubiera sido mejor utilizar esos 540 millones de euros en mejorar el rastreo sistemático de esa enfermedad. Sobre todo habida cuenta de que esa vacuna no ha demostrado su eficacia. El ginecólogo suizo Jean-Pierre Spinosa, declaró en efecto, al mismo semanario, que “la eficacia de ese producto (Gardasil) no está probada”. El laboratorio Sanofi admite que el número de cánceres del cuello del útero no ha disminuido y la página web de la FDA, la agencia norteamericana de medicamentos, fue la primera en constatar eso. “No estoy contra esa vacuna. Yo la inyecto si mis pacientes la exigen. Simplemente quiero que me demuestren que es útil”, reitera el doctor Spinosa.
Ante la gravedad y amplitud del fenómeno, decenas de médicos e investigadores de varios continentes se reunieron en Tokio, Japón, el 25 y 26 de febrero de 2014, para discutir acerca de los efectos nefastos encontrados por las jovencitas que son vacunadas contra el PVH (Gardasil y Cervarix) y sobre la eficacia y utilidad de esas moléculas. La página web Iniative Citoyenne, presentó un informe completo del citado debate en Tokio.
Cuatro investigadores y expertos médicos entregaron al coloquio internacional pruebas científicas originarias de nueve países que demuestran
que las vacunas contra el papiloma humano podrían causar la muerte (fueron mencionados tres casos en Japón y otro en Nueva Zelandia en ese sentido) así como “enfermedades autoinmunes o auto inflamatorias devastadoras cuyos síntomas corresponden a los denunciados por las personas vacunadas en el Japón y en el mundo entero”. El doctor Sin Hang Lee, habló en nombre de la doctora Mirna Hajjar, médica tratante de una jovencita de Connecticut, Estados Unidos, en buena salud, que había perdido completamente la vista diez días después de la segunda inyección de Gardasil en 2007. La doctora Hajjar corroboró ese informe durante el coloquio.
Los síntomas más comunes, subrayados por el coloquio, son de cuatro tipos: 1.Trastornos neurológicos; 2. Envenenamientos; 3. Reacciones inmunitarias; y 4. Reacciones psicosomáticas.
Contra la alegación del gobierno japonés –copiadas casi al pié de la letra en 2014 por el presidente colombiano Juan Manuel Santos– en el sentido de que esos trastornos y enfermedades pueden ser simplemente “reacciones psicosomáticas”, el coloquio internacional fue unánime en desestimar esa visión de las cosas. “Esa teoría no es ni lógica ni científica”, insistió el profesor Sin Hang Lee, ex profesor asociado de la Universidad de Yale y patólogo del Hospital Milford. “Yo no creo que las reacciones psicosomáticas puedan provocar la muerte súbita durante el sueño, o las lesiones inflamatorias en el cerebro que muestran los clichés IRM y el estudio histopatológico de una biopsia del cerebro con linfocitos, macrófagos peri vasculares y demielinizacion”, concluyó.
En una audiencia pública apoyada por el gobierno japonés, el doctor Harumi Sakai, ex profesor de la Facultad de Medicina de Tokai y ex jefe del equipo de investigación inmunológica de la Universidad de Galveston (Texas), lanzó, en nombre del grupo de investigadores reunido, un llamado de alerta sobre los efectos no deseados inducidos por las vacunas contra el HPV.
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