GOBIERNO DE TRANSICIÓN

Colombia no había votado por un ‘mejor acuerdo’, ni por un ‘si pero no así’, ni por un ‘renegociemos el acuerdo’, sino por un rotundo, explícito, cortante y definitivo NO

Castro y Santos

Gobierno de Transición

Señor Director: 
Espero que esté bien, usted y su familia. Le estamos enviando estas reflexiones con el fin de que- si así lo considera -pueda ser publicado en su portal de noticias Periodismo Sin Fronteras. Muchas gracias

Advertimos hace dos meses que los auto denominados líderes del NO se prestaban para la trampa que Santos preparaba para desconocer el veredicto del 2 de octubre. Tal vez por ignorancia o por ingenua complicidad, una vez el pueblo colombiano derrotó al régimen y su pretendido acuerdo con el hampa, estos corrieron prestos al palacio presidencial a poner a los pies del derrotado mandatario el veredicto popular.

Santos, puesto en jaque por la ciudadanía, no le quedaba otro camino que renunciar y suspender el proceso de negociación de La Habana; pero sorpresivamente se le apareció la virgen con poncho y sombrero ofreciéndole sanar sus quemaduras. Uribe, Ordoñez, Ramírez y Pastrana se adjudicaron una victoria que solo pertenecía a Dios y al pueblo colombiano; y con esa representación que no habían recibido expresamente en la urnas, se exhibieron ante el quemado presidente y le arrojaron un salvavidas. Bajo el pretexto de buscar un mejor acuerdo, le permitieron recuperarse.

Los líderes del NO
Los líderes del NO

Colombia no había votado por un ‘mejor acuerdo’, ni por un ‘si pero no así’, ni por un ‘renegociemos el acuerdo’, sino por un rotundo, explícito, cortante y definitivo NO. Pero gracias a la tergiversación de este resultado los opositores compartieron mesa con los vencidos y le permitieron al derrotado presidente recuperarse y darle un nuevo hálito de vida a su funesto acuerdo. El nefasto resultado de esta rendición de la oposición y su desconocimiento del mandato popular dio al traste con una apabullante derrota que sin medios, sin dinero, y sin maquinarias políticas le propinamos al siniestro régimen. Los opositores se dejaron enredar por el tramposo, logrando neutralizar una reacción popular para hacer respetar la voluntad del constituyente primario. Mientras tanto ganaba el tiempo necesario para que la euforia del NO se aplacar, para fraguar el conejo a los colombianos y prepar el autogolpe que ayer puso en escena en la obra teatral del 24 de noviembre.

Colombia presenció entonces con asombro e indignación el deplorable espectáculo montado en el Teatro Colón por el régimen; en el que, contrario a las magnas obras que acostumbra hospedar ese noble monumento, se presentaba una escena más de esa espantosa tragicomedia en la que el pueblo colombiano ha sido meramente espectador de oídas.

Una obra concebida por una mente siniestra, escrita en Cuba por un avieso tirano, y dirigida por un caballero ruin, infame e impostor. Tal director de orquesta pareciera más la encarnación de un personaje de una obra de Molière que el dirigente de un pueblo lúcido, valiente, y guerrero. Nefasto que sea este impostor, un avaro y tramposo; un mediocre y ladino; estafador e hipócrita quien determine el curso de la historia que nuestro pueblo aguerrido deba proseguir.

Santos engañó a Colombia
Santos engañó a Colombia

El Tartufo engañando a su benefactor se quedó con su herencia, y presentándose como fiel devoto tramó un ardid para seducir a la esposa, enamorar a su hija y quedarse con su casa. Pero algo diferencia a este personaje de Molière con nuestro Tartufo. Todo ese complot y engaño lo tramó no para apoderarse él mismo de todo lo mal adquirido, sino para favorecer al principal enemigo de su benefactor, con el que hizo alianza.

Este tartufo entregó las instituciones del Estado, la Constitución de la República y el territorio colombiano a esa bestia monstruosa, que pareciera surgida de alguna obra mitológica, representada por una alianza perversa entre las Farc, el Castrocomunismo y la corrupta oligarquía, comparable tal vez a esa figura deforme, infame y contradictoria que con solo mirarla causaba la muerte: El Basilisco. Y como si se tratara de un maestro del engaño, emulando a otro camarada también con Nobel, quiso construir un nuevo género de la literatura política: El Pacifismo Trágico, una mezcla de farsa, tragicomedia, sainete y mitología, a la que están invitados toda la élite política, empresarial, militar y hasta clerical, menos el mayoritario pueblo colombiano.

Montado sobre el tinglado de la Paz, ese artilugio usado como talismán para taimar a la población, convoco a todos los poderes. Como si se tratara de una obra palaciega, todos acudieron al sainete, que fue el preludio de una obra más atroz: El Gobierno de Transición, cuyo primer acto empezó con la firma del acta de defunción de la Republica.

Hoy la situación es mucho más catastrófica que antes del plebiscito, por cuanto desesperados y avisados por los resultados del 2 de octubre, han dado inicio al proceso de consolidación de un régimen de transición liberal-comunista para evadir el proceso electoral de 2018; y que si no reaccionamos pronto, ya no habrá nada que hacer para evitar semejante catástrofe.

Algunos les parecerá exagerada tal afirmación ¿Cómo se va atrever a cancelar elecciones y establecer un Co-Gobierno de hecho, con las Farc? Como si lo que ha hecho hasta ahora el Tartufo no fuera golpes continuos a la institucionalidad, desprecio de la ley y autocracia para hacer lo que se le da la gana. Pero quienes tan ingenuamente proceden también nos cuestionaron cuando afirmamos a tiempo que Santos era un caballo de Troya en el uribismo, que traicionaría a su patrocinador y establecería un régimen exclusivo y excluyente, llamando a gobernar a su histórico partido familiar. También advertimos que Santos negociaba en secreto con el grupo narcoterrorista de las Farc, y hasta locos nos dijeron. Otra hubiera sido la historia de Colombia si la dirigencia opositora hubiera escuchado esa voza que gritaba en el desierto.

Queda al pueblo colombiano asumir el combate contra este golpe de Estado propiciado por Santos en complicidad con el Congreso para encumbrar en el poder a la banda mas criminal de la historia de Colombia con una ideología criminal, el marxismo-leninismo, como norma supra constitucional. ¡Compatriotas! No esperemos hacerlo de mano de los políticos que entregaron nuestro triunfo al régimen derrotado. No pensemos tampoco que estamos bajo un sistema democrático, respetuoso de las instituciones o de la voluntad popular. Desgraciadamente estamos bajo una tiranía, que no desafío en las urnas y ganamos, y que ahora nos declara la guerra. ¿Vamos a permitir que Santos haga lo que se le de la gana? ¿O vamos a armarnos de valor para enfrentarlo, y decirle que somos un pueblo soberano, valiente, digno y patriota que no entregara su destino y el de sus hijos a una banda narco comunistas para que nos oprima?

Por Restauración Nacional
@ColombiaDerecha

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