CUBA, MIEMBRO DEL CONSEJO DE DERECHOS HUMANOS DE LA ONU
La reelección de Cuba al Consejo de Derechos Humanos, es otra evidencia más de la gran dicotomía que aqueja hoy en día a la Humanidad
Cuba, miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU
La reelección de Cuba al Consejo de Derechos Humanos, es otra evidencia más de la gran dicotomía que aqueja hoy en día a la Humanidad
Un grupo de activistas y defensores de Derechos Humanos, que continuamente protesta y alerta sobre las vejaciones a que está siendo sometido el pueblo cubano, nos hace llegar esta noticia que ha pasado desapercibida: Cuba, el mayor violador de Derechos Humanos del Hemisferio, es reelegida como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas. Inaudito.
Acá está la esclarecedora nota:
El pasado 28 de octubre, el gobierno cubano fue reelegido como miembro del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. A pesar de tratarse de un hecho vergonzoso, la noticia no resulta sorprendente, debido al pésimo historial del Consejo en su selección de miembros, desde su creación en 2006, tras la disolución de la desprestigiada Comisión de Derechos Humanos.
No se trata de un simple fallo de procedimiento, sino de una tendencia que se observa como consecuencia de lo que se conoce hoy en día como la “aldea global” y su llamada real politik, la cual se caracteriza por su corto alcance y sobre todo por su ineficacia. Al estar basada en soluciones de compromiso por encima de las soluciones de principios, a la larga, los problemas lejos de resolverse, terminan por agravarse. Siria y Venezuela son dos buenos ejemplos recientes. La lógica más elemental dicta que los problemas se solucionan a partir de su origen, y no de sus consecuencias.
Tras darse a conocer la nueva composición del Consejo, el señor Hillel Neuer, director ejecutivo de UN Watch, expresó lo siguiente: “La reelección de China, Cuba y Arabia Saudita —regímenes que violan sistemáticamente los Derechos Humanos de sus ciudadanos— proyecta una sombra sobre la reputación de las Naciones Unidas”. Por su parte, antes de la votación, la Fundación para los Derechos Humanos había señalado al gobierno de La Habana como no apto para juzgar a los demás países, pues no permite elecciones libres y justas, realiza sistemáticos arrestos políticos, violenta a la disidencia, y limita el ejercicio del periodismo y la libertad de asociación. Ninguna de estas opiniones fue tomada en cuenta.
Esta forma de lidiar con el castrismo no es nueva ni mucho menos. Fue ensayada el siglo pasado en Sudáfrica sin resultado alguno. Tras años de debatirse entre las sanciones internacionales o el “compromiso constructivo”, el apartheid fue desmontado tras una huelga general que forzó la salida de la cárcel de Nelson Mandela y la celebración de elecciones libres, multirraciales y multipartidistas.
La cruda realidad es que las dictaduras se mueven de acuerdo a su conveniencia, por lo que su principal objetivo radica en la conservación del poder, y hoy en día utilizan todas las ventajas de las autopistas de la información para apoyarse mutuamente en los foros internacionales, y transferir conocimientos entre ellas. Un compromiso con esta nueva realidad, lejos de ser constructivo, pasa a ser muy destructivo.
El artículo 30 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece claramente que “nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración”. Por lo tanto, la evaluación de su cumplimiento no puede estar sujeta a decisiones geopolíticas.
El mundo de hoy no puede ser regido por instituciones o reglas de funcionamiento concebidas hace sesenta o setenta años. Naciones Unidas y todo el sistema de organismos políticos regionales y multinacionales precisa de una profunda revisión, so pena de convertirse en totalmente obsoletos.
La reelección de Cuba al Consejo de Derechos Humanos, es otra evidencia más de la gran dicotomía que aqueja hoy en día a la Humanidad. El progreso tecnológico puede, y debe, ser el camino hacia la búsqueda de un mayor progreso social, pero para arribar a esa meta, dictaduras como la existente en Cuba, lejos de ser premiadas, tienen que ser desmanteladas. En eso consiste el verdadero compromiso constructivo.
Por OML
Comentarios