EL MUNDO LLORA A FIDEL CASTRO Y OLVIDA A LOS VERDADEROS HÉROES
Lidia Pérez López fue asesinada a patadas en la cárcel de Guanajay, en 1961, cuando se encontraba en estado de gestación. Ernesto Díaz Madruga muerto a bayonetazos en el presidio de Isla de Pinos, cómo le arrancaron la vida a Julio Tang Texier, asesinado de la misma forma en el campo de trabajo forzado de Isla de Pinos el 3 de septiembre de 1966
El mundo llora a Fidel Castro y olvida a los verdaderos héroes
Lidia Pérez López fue asesinada a patadas en la cárcel de Guanajay, en 1961, cuando se encontraba en estado de gestación. Ernesto Díaz Madruga muerto a bayonetazos en el presidio de Isla de Pinos, cómo le arrancaron la vida a Julio Tang Texier, asesinado de la misma forma en el campo de trabajo forzado de Isla de Pinos el 3 de septiembre de 1966
Por Elizabeth Burgos
3 de diciembre de 2016
No deja de sorprender la ola de elogios a la figura de Fidel Castro y el carácter planetario que se le ha reservado a su desaparición. Era previsible. Es el resultado del inmenso capital que invirtió desde los comienzos de su irrupción en el escenario político cubano. Es de hecho una de sus obras mayores: la creación de su propio personaje. Genio de la propaganda política, forjador de su propia imagen, político convertido en actor, la presencia avasalladora del cuerpo expuesto en actitud incitadora al afecto, la performance antes de que existiera el género. Hoy cunde y se impone el modelo en el mundo.
Sugestión de las masas mediante promesas irrealizables, que la ilusión, la droga de los pobres, les enseña el arte de la espera. Fidel Castro logró imponer su imagen hasta convertirla en parte del imaginario colectivo de allí que no importara, durante el período senil de su vida, mostrar su decadencia física. Los diarios y los semanarios europeos vienen repletos de galerías de fotos del caudillo cubano durante los momentos estelares de su vida. Las del viejito senil de los últimos años, han desaparecido del escenario.
Para América Latina, la influencia del castrismo ha significado una involución de la democracia. De hecho, desde la llegada de Fidel Castro al poder en1959, la historia de América Latina se ha caracterizado por el forcejeo, no entre izquierda o derecha, sino entre democracia y totalitarismo. Forcejeo que debutó en Venezuela con la visita de Fidel Castro a Caracas en enero de 1959, en donde falló su capacidad de seducción. Rómulo Betancourt no sucumbió al encanto del cubano, poseía elementos para desconfiar de él.
El otro aspecto en el que destacó el genio de Fidel Castro, es en el sistema de control de la sociedad cubana, y en su complemento, donde el sistema carcelario alcanza niveles de perfección. El sistema represivo cubano es uno de los más sofisticados y crueles que existen. La represión, la tortura, los desaparecidos, las vejaciones, son métodos exclusivamente adjudicados a las dictaduras militares que han cundido en América Latina. El régimen cubano está eximido de eso, cuando en realidad, se le puede considerar como uno de los mayores logros. Convertir a todo un país en ciudadanos dóciles, infantilizados bajo el peso de un padre abusivo “al que le deben todo”, gracias al férreo e inhumano sistema de represión que se practica en la isla y sin embargo, lo de Castro, goza del privilegio de la legitimidad que se le reserva a los totalitarismos comunistas.
Sin embargo, muchos, miles de cubanos no han sido dóciles y desde muy temprano se rebelaron contra el régimen de Fidel Castro, pero el avasallamiento mediático del régimen impidió que se conozca la larga y heroica gesta de los miles de cubanos que desde 1960 emprendieron una lucha en solitario contra los designios totalitarios de Fidel Castro. La mayoría de estos “alzados” conocieron el paredón. Algunos, en tanto que rehenes, tras muchos años de prisión, fueron canjeados en diferentes momentos en que Castro, siempre seductor, deseaba obtener la simpatía de un Jimmy Carter, o de Danielle Mitterrand.
Conocí a algunos de estos héroes de la libertad. Muchos ya fallecidos, me han dejado un recuerdo inolvidable por su inmensa calidad humana, y su abnegación hacia los compañeros que han permanecido presos.
Ernesto Díaz Rodríguez, el más joven y todavía activo, fue condenado a 40 años de cárcel por enfrentarse al régimen. Liberado en marzo de 1991, después de pasar 22 años preso. Durante su cautiverio, escribió sus vivencias y la de sus compañeros que logró ir sacando en trocitos de papel biblia escritos con una letra mínima, apretujada, legible sólo por él, que al recobrar la libertad logró transformar en un libro, Rehenes de Castro, uno de los testimonios más trágicos y terribles sobre el universo penitenciario cubano y yo diría del mundo. En uno de los capítulos más conmovedores, narra el final de la vida del líder estudiantil cubano Pedro Luís Boitel tras 52 días de huelga de hambre. La figura de Pedro Luís Boitel es ejemplar para los demócratas cubanos, por tratarse de un líder estudiantil que se opuso desde muy temprano al régimen. Boitel tiene también un significado para Venezuela donde estuvo exiliado y se incorporó a la lucha contra Pérez Jiménez, prestando sus servicios de técnico radial en una estación de radio clandestina de la oposición en Caracas. Retornó a Cuba, y a la Universidad.
Fue postulado para ocupar la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la Universidad de La Habana. Fidel Castro intervino personalmente, como siempre lo ha hecho, e impuso su propio candidato. La orientación comunista y los rasgos totalitarios del liderazgo de Fidel Castro, manifestados muy tempranamente, condujeron al grupo de Boitel a quitarle el respaldo al nuevo régimen, y a integrar el Movimiento de Recuperación Revolucionario (MRR). Movimiento que surgió desde 1960 como respuesta a la traición de Fidel Castro que en lugar de la democracia prometida, instauraba un régimen abiertamente comunista. Detenido en 1961 y sentenciado a diez años de cárcel. En 1972, ya habiendo cumplido su condena, le imponen cargos adicionales extendiendo la sentencia. En realidad, el sistema carcelario cubano determina que el preso que se niega a “rehabilitarse”, es decir, a convertirse en colaborador del régimen, se le somete al sistema de “recondena”. Mantenido en régimen de incomunicación, como la mayoría de los presos políticos de Cuba, no le quedó otra alternativa como medio de presión que la huelga de hambre. “Tampoco él parecía respirar; aplastado en su cama por el peso del hambre, se iba muriendo a chorros ese día. Era el 24 de mayo de 1972. La víspera de su partida hacia la inmensidad de la nada. Su última jornada de vida”. “Cincuenta y dos días llevaba Pedro Luis Boitel sin ingerir alimento cuando cayó en estado de coma”.
Díaz Rodríguez va narrando en su libro las atrocidades cometidas contra los presos: Lidia Pérez López, asesinada a patadas en la cárcel de Guanajay, en 1961, cuando se encontraba en estado de gestación. Ernesto Díaz Madruga muerto a bayonetazos en el presidio de Isla de Pinos, cómo le arrancaron la vida a Julio Tang Texier, asesinado de la misma forma en el campo de trabajo forzado de Isla de Pinos el 3 de septiembre de 1966. Los jóvenes Raúl Valmaceda, Mario Fernández Rico y Rafael Peña Torres, ametrallados a mansalva en la cárcel de Boniato el 19 de marzo de 1971 y así sucesivamente, la lista de asesinatos se hace interminable.
Jorge Valls (1933 – 2015), escritor, poeta, poseedor de una erudición ilimitada, es uno de los personajes más conmovedores que he conocido. Cristiano, escribió un bello y terrible testimonio de su experiencia en la cárcel. Mi enemigo mi hermano, en el que no menciona nunca el nombre de Fidel Castro. Narra el calvario que vivió y el de sus compañeros, sin jamás manifestar odio contra sus carceleros. Desde el golpe de estado de 1952 se rebeló contra el régimen de Batista; participó junto a José Antonio Echeverría en la fundación del Directorio Revolucionario.
Por decisión de Fidel Castro se le condena a 20 años de prisión en 1964 por defender a un amigo Marcos Rodríguez, acusado de delatar a las víctimas de una matanza que tuvo lugar en La Habana tras el fallido asalto al Palacio Presidencial. En realidad se trataba de una de esas puestas en escena organizadas por Fidel Castro con el objeto de deshacerse de aquellos que obstaculizaran su poder absoluto, en este caso, los antiguos comunistas de los cuales ya se había servido y ya no necesitaba más y podían hacerle sombra. Valls no ignoraba lo inútil de su gesto, y “ser el único elemento discordante de aquella cuidadosa coreografía”, porque sabía que Rodríguez estaba condenado de antemano, pero concurrió a declarar en el juicio de su amigo. Fue apresado y condenado a 20 años de cárcel que cumplió hasta el final. Al ser liberado, fue recibido por Juan Pablo II, al que le entregó un puñado de tierra que había recogido del terreno en donde habían fusilado tantos compañeros suyos.
Eusebio Peñalver, (1936 – 2006) un mulato fornido que respiraba la vitalidad, quien tras el golpe de Batista se unió a la guerrilla. Se dice que Mandela fue el prisionero negro que más años pasó en la cárcel: 26 años. Eusebio Peñalver, pasó 28 batiendo el record, pero el mundo lo ignora. Fue uno de los guerrilleros del Che Guevara en los últimos días de la guerra. Pero muy pronto se percató de que Fidel Castro “se había burlado del pueblo cubano”. Fue hecho prisionero en 1960 por haber tomado de nuevo las armas contra la dictadura en ciernes de Castro. No fue fusilado, como lo fue la mayoría de los “alzados”, gracias a su piel negra pues se suponía que la misión de la revolución era la liberación de los negros por lo que había que cuidar las relaciones con ese sector de la población.
Así me narró sus experiencias en los diferentes lugares en donde cumplió condena: “Estuve en la prisión de Isla de Pinos; luego La Cabaña y Boniato, en la que dejamos a tantos compañeros asesinados a tiros, bayonetazos o en huelga de hambre. El plan de trabajos forzados de Isla de Pinos fue brutal, sádico y asesino: seres humanos comiendo hierbas, sumergidos en “mojoneras” (en la zanja donde desembocaban todos excrementos del presidio de Isla de Pinos), masacrados a mansalva. Después vino “Boniatico”, es decir, una prisión dentro de otra prisión, construida para un grupo de más o menos 110 hombres, donde estuvimos 10 años “tapiados”, desnudos, prácticamente olvidados por el mundo, aunque no por aquellas bestias carcelarias que hacían todo lo posible para que nuestro diario vivir fuera un infierno, como en efecto lo fue. El confinamiento en celdas donde sólo se podía permanecer de pie por la gran cantidad de presos que metían en ellas, las requisas desnudando a nuestros familiares, los guardias lanzando orines y excrementos sobre los confinados en celdas de castigo. ¡Cuántas salvajadas no habré visto! ¡Cuántas golpizas ha sufrido mi cuerpo! Siempre he vivido orgulloso de ser cubano, pero jamás pensé que pudieran existir cubanos tan malos, de tan bajos sentimientos… porque la mente se me resiste a creer que por el mero hecho de tener ideas contrarias al gobierno, se pueda traspasar a un ser humano con una bayoneta, o cortar un brazo, un muslo con un machete, a sangre fría. No es fácil, sin faltar a la verdad, describir cómo esos esbirros, machete en mano, protegidos por los fusiles de la guarnición, golpeaban hasta el cansancio a uno o varios presos hasta dejarlos sin conocimiento en el suelo. Algunos no se levantaron jamás, otros como yo, llevamos en nuestros cuerpos las cicatrices de tan bárbaros castigos”.
Mario Chanes de Armas, (1927-2007) es el preso que más años ha pasado en la cárcel: 30 años sin haber cometido delito alguno: simplemente se negó a colaborar con el régimen por el que había combatido más que ningún otro, pues participó en el célebre “Ataque del Cuartel Moncada” y en el desembarco del yate Granma. Tras el ataque del Moncada, fue condenado junto a sus camaradas de entonces entre los que se encontraba Fidel Castro a la prisión en Isla de Pinos, más tarde con el indulto de Batista en 1955 se asila en Miami, es convocado por Fidel Castro para viajar a México para que participe en la expedición del yate Granma, desembarca en Cuba el 2 de diciembre de 1956. A partir del 1° de enero de 1959, colabora con el alto mando de la revolución. Se da cuenta de los manejos internos del nuevo poder para limitar la recién conquistada democracia, decide alejarse del entorno de los hermanos Castro y se aísla en su casa, negándose a continuar colaborando con la nueva clase dirigente. Fidel Castro no admite ese tipo de desacato. Prisionero, es condenado a 30 años de cárcel que cumple hasta el final. En la cárcel supo del nacimiento y luego la muerte de su único hijo Mario, de veintidós años, al que no se le permitió asistir al entierro. Como todos los presos llamados “Los Plantados” (se negaron a rehabilitarse y a colaborar con el régimen), pasó siete años en una celda de castigo, desnudo, sin ver el sol, durmiendo sobre una laja de cemento.
Huber Matos, (1918-2014) comandante de la revolución, formó parte del grupo de los comandantes históricos, se le ve al lado de Fidel Castro sobre un tanque cuando llegan a La Habana en enero de 1959. Matos también renunció cuando se hizo evidente que la revolución se encaminaba hacia el comunismo y decidió también irse a su casa. Fidel Castro percibió el peligro que significaba tener de opositor a un hombre que gozaba de un inmenso prestigio en las filas de las nacientes FAR. Castro, bajo el pretexto de que Matos se había “alzado”, le ordenó al popular Camilo Cienfuegos arrestarlo, con la intención de que Matos prestara oposición y Camilo se viera obligado a abrir fuego y terminara matándolo, o que se mataran entre ellos. Al no oponer resistencia Matos, y entregarse a Camilo, el escenario forjado por Castro no se realizó. Camilo desapareció en un avión una semana después del arresto de Matos. Sus restos
nunca fueron encontrados. Matos no fue fusilado para no crear ronchas en las filas del ejército en donde gozaba de gran prestigio. Terminó siendo sentenciado a 20 años en prisión. Pese a haber cumplido su sentencia, su liberación se debe a la presión del gobierno de Venezuela de entonces y el de Costa Rica.
Eloy Gutierrez Menoyo (1934-2012) Fue uno de los comandantes de la Revolución Cubana de 1959. El tercero, junto al Che Guevara y William Alexander Morgan (este último, norteamericano, fue fusilado). Pero en enero de 1961, contrario a la línea marcada por Fidel Castro, abandonó Cuba. A finales de 1964 retornó clandestinamente a la isla para organizar un movimiento armado contra Fidel Castro, pero fue capturado, condenado a muerte, y finalmente la pena le fue conmutada por 30 años de cárcel. Fue liberado en diciembre de 1986 tras la gestión del entonces presidente del Gobierno español Felipe González.
Ninguno de estos ex presos políticos mencionado colaboró con la dictadura de Batistas: todos lucharon contra, al igual que lucharon contra la dictadura de Fidel Castro. Hoy el mundo los ignora, mientras llora por el que les destruyó la vida.
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Nota del Editor:
Aunque William Morgan fue el mejor ayudante del Che en la cabaña fusilando, también se alzó contra Castro
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