SIMÓN BOLÍVAR, ¿LIBERTADOR O VIOLADOR E INCENDIARIO?
Las mujeres corrían por las calles gritando, presas del pánico. Los hombres, amarrados, los hacían presenciar la violación de esposas e hijas. Los que se enfrentaban eran pasados a cuchillo. Las tropas de Bolívar eran tropas que venían urgidas de calmar necesidades biológicas y primarias tras las largas campañas de Venezuela
Simón Bolívar, ¿Libertador? O ¿violador e incendiario?
Extracto del libro “Al oído del Rey” sobre el asalto de Bolívar para someter a Santa Fe*
Las mujeres corrían por las calles gritando, presas del pánico. Los hombres, amarrados, los hacían presenciar la violación de esposas e hijas. Los que se enfrentaban eran pasados a cuchillo. Las tropas de Bolívar eran tropas que venían urgidas de calmar necesidades biológicas y primarias tras las largas campañas de Venezuela
Por Pablo Victoria
Junio 12 de 2018
@PabloVictoriaW
Corría diciembre de 1814. El poder ejecutivo de Tunja estaba regido por un triunvirato compuesto por Castillo, Joaquín Camacho y José Fernández Madrid, y a instancias de éste se encomendó al Libertador el sometimiento de la antigua capital del Nuevo Reyno. La división de Urdaneta pasó a órdenes directas de Bolívar, quien fue ascendido a General de División, con el salvamento de voto de Castillo y Rada. Había que utilizar tropas venezolanas para someter a Santa Fe, pues ya los granadinos no se sentían capaces de marchar contra ella.
Santa Fe estaba horrorizada. Venía Bolívar, el monstruo de Venezuela, el jefe de los Hunos a causar horrores semejantes a una ciudad que era centro de la cultura granadina y denominada por Humboldt ‹‹Atenas de América››, centro también de progreso y civilización de todo el país. Bolívar avanzaba contra ella, se oía por todas las calles. Los bárbaros venezolanos se aproximaban, aquellos que habían asesinado a sangre fría a miles de españoles y realistas en el vecino territorio. Ya os podréis imaginar la conmoción que se sentía en una ciudad cuyas costumbres eran un trasunto de los hábitos recoletos españoles, una ciudad cuya vida había transcurrido siempre en paz y era tranquila y ordenada como podía serlo una ciudad asentada en las frías y brumosas cimas de los Andes.
Los crímenes cometidos por el Libertador en su Guerra a Muerte se divulgaron de tal manera por la Nueva Granada que su solo nombre infundía un pánico no disimulado por unas gentes acostumbradas al disimulo como parte vital y constitutiva de su esencia. Avanzando por el altiplano cundi-boyacense, Bolívar, pluma en mano, escribe a los santafereños: ‹‹¿Qué debía yo hacer sin guarnición en La Guaira y con cerca de 1.000 españoles en las bóvedas y castillos?››. Esa pregunta fue hecha por un hombre que había adoptado el utilitarismo benthamita como su única ética, como el motor de su moral pública. Era una afirmación presentada como pregunta. Continúa: ‹‹Contrayéndome ahora al estado actual de Vmds. digo y protesto bajo mi palabra de honor, que ni el gobierno ha declarado la guerra a muerte, ni yo la he hecho, ni la haré nunca en este país pacífico donde los españoles se han portado de un modo muy diferente que en Venezuela››. Acto seguido, y sin vergüenza alguna, amenazaba con la Guerra a Muerte, después de haber negado que la haría: ‹‹Mi objeto es ahorrar la sangre hermana y para eso deseo que Vds. entren en negociaciones que pongan a cubierto a esos habitantes de los horrores de un sitio y de un asalto que dentro de poco tendré que dar; entonces morirán millones de víctimas inocentes y no quedará vivo un solo godo o regentista››.
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*Extracto del libro sobre el saqueo y violación de mujeres por orden de Bolívar el 12 de diciembre de 1814. Cuando Victoria presentó este episodio, fue negada su entrada a la Academia de Historia de Bogotá.
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