COLOMBIA 1986, EL MUNDIAL QUE NUNCA FUE
Veintiocho años después, nos preguntamos: ¿Dónde quedaron los colegios y hospitales que nos prometieron a cambio de no hacer el Mundial..?
Colombia 1986, el Mundial que nunca fue
Veintiocho años después, nos preguntamos: ¿Dónde quedaron los colegios y hospitales que nos prometieron a cambio de no hacer el Mundial..?
Por Enrique Saavedra Valdiri
Junio 16 de 2014
Brasil-2014 es la ocasión para recordar historias insólitas, entre las cuales figura la malograda Copa del Mundo Colombia 1986.
Todo inició en 1970, cuando Alfonso Senior Quevedo, por entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, soñó con que Colombia realizara un mundial.
Don Alfonso vio realizado su sueño el 9 de junio de 1974 en Alemania, cuando logró convencer la FIFA de otorgarle a Colombia la sede para el mundial que se realizaría doce años después.
Al poco tiempo Joao Havelange reemplazaría a Stanley Rous como presidente de la FIFA, mientras en el ejecutivo colombiano Alfonso López Michelssen sucedía a Misael Pastrana.
Durante el gobierno de López apenas se concretó una reunión con Havelange, en la que el presidente de la república expresó su respaldo a la sede.
El país parecía dormido en los laureles, y en octubre de 1980, faltando casi seis años, el presidente Julio Cesar Turbay envió una comunicación al Congreso para que señalara las fuentes de financiación, como quiera que no era “posible asumir los costos con recursos del presupuesto general de la nación”.
Jaime Castro, en su condición de miembro principal de la comisión, entregó al presidente Turbay el anteproyecto de Ley, por el cual se creaba la entidad comercial del Estado “Colombia-86”, destinada a financiar el mundial con recursos de la empresa privada. Dicho anteproyecto presentó siete fórmulas para recaudar fondos. Turbay lo aceptó pero anotó que no era prioridad para el gobierno:
“…en lo social es mucho lo que se puede hacer… “Quiero que se haga no tanto porque lo considere conveniente, ya que no es una de las prioridades importantes del país, sino por respetar la decisión del Parlamento”
Entre ires y venires, pasó casi un año hasta agosto de 1981, cuando Joao Havelange dio el ultimátum para que antes del 10 de noviembre de 1982, el gobierno informara a la FIFA si llevaría o no a cabo el evento.
Entre tanto, Alfonso Senior, sabedor de que el tiempo se agotaba y del desprecio de los gobiernos al Mundial, tocó puertas en la empresa privada encontrando más interés allí. Los empresarios colombianos, en cabeza del Grupo Gran Colombiano, manifestaron patrocinar el mundial. Sin embargo, las exigencias de la FIFA demandaban también acciones del gobierno, tales como medidas económicas, infraestructura y telecomunicaciones. Requerimientos a los que el presidente Belisario Betancur respondía:
“el gobierno respalda la realización del Mundial, siempre y cuando no le cueste un solo peso”.
Por su parte, desde Zúrich (Suiza), la FIFA observaba la incompetencia de la dirigencia política colombiana y manifestaba:
“La organización y realización de una Copa Mundial no es posible sin el esfuerzo directo y apoyo eficiente del gobierno del país
en cuestión. No basta que la asociación nacional afiliada ofrezca garantías para el torneo en asocio con un conjunto de patrocinadores, por lo que es indispensable que exista una decisión gubernamental que acoja favorablemente el certamen y ofrezca directamente todas las garantías para que sea un éxito”
Esta desidia llevó al vicepresidente de la FIFA, Hermann Neuberger, a endurecer las condiciones, obligando al país a cumplir requisitos como:
12 estadios. De ellos 6 con aforo superior a 40 mil espectadores; 4, superior a 60 mil; y, 2 más para más de 80 mil.
Una completa red de carreteras para el transporte de los aficionados entre las diferentes ciudades sede.
Una red de ferrocarriles que comunicara a todas las ciudades.
Aeropuertos en todas las ciudades que cumplieran con las especificaciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA)
Una robusta flota de limusinas a disposición de los directivos de la FIFA y de las federaciones participantes.
La negligencia del ejecutivo sería capitalizada por Estados Unidos con su ‘Plan B’ presentado a la FIFA durante el mundial de España-82. Por algo, en su ceremonia de clausura se invitó a la “próxima Copa del Mundo de 1986”, sin mencionar el nombre de Colombia.
La estocada final llegó el 25 de octubre de 1982, cuando Belisario Betancur pronunció estas palabras:
“Anuncio a mis compatriotas que el Mundial de Fútbol de 1986 no se hará en Colombia… no se cumplió la regla de oro, consistente en que el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial. Aquí tenemos otras cosas que hacer, y no hay siquiera tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios.”
Veintiocho años después, nos preguntamos: ¿Dónde quedaron los colegios y hospitales que nos prometieron a cambio de no hacer el Mundial..? En cambio, como lo afirma Saúl Hernández, “no fue el gol de Maradona lo que nos perdimos, sino el tren del futuro. Un tren que partió hace rato y al que sólo podemos acceder con un esfuerzo colectivo”.
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