CURIOSA REUNIÓN SEMI SECRETA EN BOGOTÁ
Nadie en ese falso seminario defendió los intereses de Colombia. Sólo invocaron los intereses de las Farc y del castrismo continental, que pierde terreno en todas partes. No hubo una sola palabra en favor de las víctimas “del conflicto
Curiosa reunión semi secreta en Bogotá
Nadie en ese falso seminario defendió los intereses de Colombia. Sólo invocaron los intereses de las Farc y del castrismo continental, que pierde terreno en todas partes. No hubo una sola palabra en favor de las víctimas “del conflicto
Por Eduardo Mackenzie
15 de abril de 2016
¿Sabe quien estuvo en Bogotá la semana pasada para discutir, comer y beber, durante varios días, bajo la protección discreta del gobierno de Juan Manuel Santos? Los voceros de los que han tratado de quitarle a Colombia el archipiélago de San Andrés y Providencia, con los resultados que todos conocemos. Esa gente poco recomendable, y sus compinches colombianos y latinoamericanos, tuvieron reuniones en la capital para coordinar acciones con agentes de fuerzas nefastas que obran en Latinoamérica. La logística de todo eso estuvo a cargo del Polo Democrático. Sus activistas estaban uniformados con chaquetas amarillas. No se sabe de dónde salió el dinero para pagar ese evento, sobre todo los pasajes de avión, los hoteles y los otros gastos de los invitados.
La docena de activistas extranjeros que vinieron a dictarles la línea al PD era gente del Partido Comunista de Cuba y del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, el que rechazó el tratado Bárcenas-Esguerra de 1928 y lanzó, después, el pleito contra Colombia en la Corte de La Haya. Esa gente estaba allí, en Bogotá, tranquilamente, y ningún diario, de los que se declararon escandalizados con la pérdida de una parte de nuestro mar territorial en el Caribe, se atrevió a denunciar esa presencia ni a pedir la expulsión de esa chusma. La prensa optó por rodear de silencio ese coloquio.
Hubo también representantes del Frente Farabundo Martí de El Salvador, y del PT de Brasil, del PRD de México, de la Alianza País de Ecuador y hasta de Sortu, la fachada legal de ETA.
El Partido Comunista colombiano y sus variantes –el PD, la Marcha Patriótica, la Unión Patriótica, la Alianza Verde, la Coordinadora Socialista y el Movimiento Progresistas–, fueron también anfitriones. Ellos y los citados grupos extranjeros hacen parte de un mismo núcleo internacional fundado en julio de 1990 por Fidel Castro e Ignacio Lula da Silva, quienes trataban de responder así, al menos a nivel regional, a la caída del Muro de Berlín y al derrumbe del comunismo que ya se veía en la URSS. Es lo que ellos denominan Foro de Sao Paulo (FSP). Romenio Pereira fue el representante del FSP en el “seminario” de Bogotá.
El común denominador de las discusiones del 10 y 11 de abril pasado fue el llamado “proceso de paz” en Colombia. Todos los oradores, sin excepción, estimaron que Santos debe acoger las condiciones de las Farc. Carlos Lozano, del PC colombiano, lo formuló así: “El gobierno se debe plegar a las exigencias de las FARC para firmar el acuerdo”. Andrés Álvarez, del mismo grupo, lo completó pidiendo “un acompañamiento internacional del Foro para la implementación y verificación de los acuerdos alcanzados”. Marcos Calarcá, cabecilla de las FARC, les envió un saludo en video desde Cuba. Las Farc y el Eln hacen parte de la dirección del FSP desde el primer día. La propaganda del FSP dice que el congreso anterior, en México, reunió partidos comunistas y de izquierda “de 150 países”. En Bogotá solo había un puñado de ellos.
El jefe del comunismo colombiano, Jaime Caicedo, se pronunció contra el proyecto de “zonas de ubicación” de las Farc y contra el plebiscito que Santos, según él, “quiere imponer”. Subrayó que si Santos no acoge las “reformas” que piden las Farc seguirá vigente el “régimen de contrainsurgencia”, y que no se podrán resolver los puntos más claves de las Farc: “justicia, amnistía, víctimas y narcotráfico” (léase impunidad, garantías electorales para un partido armado, zonas de reserva, tierras y narcotráfico).
Al senador comunista Iván Cepeda le correspondió lanzar el ataque más violento contra el expresidente Álvaro Uribe. La
gran culpa de éste, según Cepeda, es “oponerse a la paz”, “apoyar la oposición de países como Venezuela, Ecuador y Nicaragua” y “exportar” su modelo de seguridad democrática a nivel global: “Se ha pasado de un modelo de guerras contra la izquierda a un modelo de guerra permanente global, en la cual se busca la reproducción del capital y un poder político fuerte de la derecha”, recitó Cepeda. En eso fue secundado por David Flórez, del grupo Marcha Patriótica, quien embistió también contra el Centro Democrático, el Procurador Ordóñez y Fedegan.
La unanimidad también reinó frente a otros seis temas: ganar las elecciones de 2018 en Colombia; revisión del sistema electoral; retoma de tierras como prevén los acuerdos Farc-Santos; imponer la Asamblea Constituyente; controlar y censurar la prensa y las redes sociales y, finalmente, combatir la “extrema derecha de corte fascista de Colombia”, como vociferó la dirigente del PD, Clara López. Este punto fue rabiosamente retomado por oradores como Jaime Caicedo, Nidia Solano y Aida Avella de la UP, Paola Cabezas del partido ecuatoriano y, obviamente, Omar García del PC de Cuba. Aida Avella señaló en particular a la “extrema derecha que estuvo reunida en el cumpleaños de Vargas Llosa”. Todos quieren barrer físicamente a los “anticomunistas” y “paramilitares”. En los debates esa gente no dijo cómo piensan liquidarlos. Pero le sugieren a Santos que se ocupe de eso. ¿En conciliábulos más discretos pasaron las consignas precisas?
Nadie en ese falso seminario defendió los intereses de Colombia. Sólo invocaron los intereses de las Farc y del castrismo continental, que pierde terreno en todas partes. No hubo una sola palabra en favor de las víctimas “del conflicto”, de sus derechos en la negociación de La Habana. Solo hubo la cantilena de siempre: que la “extrema derecha es un peligro para el proceso de paz por sus tentáculos en el congreso, en empresarios y actores internacionales” y que el otro peligro es “el refuerzo de las políticas neoliberales”. Y que tras la firma de la paz “se debe estar muy atento a la distribución de la tierra y su uso”.
La ceguera es idéntica ante las dificultades del FSP en el ámbito internacional. En lugar de admitir que el ex mandatario brasileño Lula y la actual presidente Dilma Rousseff pagan los escándalos de corrupción que les descubrieron, los asistentes al seminario adoptaron la línea de La Habana: lo que hay en Brasil es un “intento de golpe de Estado de la derecha reaccionaria” y hay que hacer reelegir a Lula. La miseria y la opresión que existe en Cuba desde los años 60 y la destrucción de la economía y de las libertades en Venezuela tampoco es culpa del socialismo castro-chavista. Para el FSP, eso es fruto de la “contraofensiva del imperialismo”. Los agitadores congregados en Bogotá estiman que la crisis que viven Bolivia, Ecuador, Nicaragua y El Salvador, tiene el mismo origen. Ni una gota de reflexión seria hubo sobre lo que sufren los pueblos de esos países. El léxico usado allí sale del viejo recetario del estalinismo de los años 1930. “Se deben socializar los bienes industriales en esos países” y de América Latina, recomendó el vocero del PC cubano.
Ninia Díaz contó cómo fue el proceso de paz en El Salvador y admitió en parte el fracaso de éste. En un momento, lanzó una frase que develó un objetivo central de ellos, el mismo que tratan de imponer en Colombia: “El ejército se redujo en un 51%, hay que desmontarlo”. Por algo otro tema reiterado pero falso fue el de Colombia como “el país más militarizado después de Brasil”. Como Venezuela no envió delegados al seminario, nadie pudo preguntar por la militarización de ese país con ayuda de Rusia. Idéntico frente a la compra reciente de armas pesadas de Nicaragua a Putin.
Antonio Sanguino, de la Alianza Verde, sorprendió al auditorio al tirar línea como si fuera la eminencia gris de la reunión. Estimó que el proceso de paz de Colombia busca “lograr la reinvención de las guerrillas como lucha política” y “modificar el Estado colombiano” en virtud “de los acuerdos donde tendrían participación las FARC y eventualmente el ELN”. Para eso, explicó, es indispensable acudir a una Asamblea Constituyente. Advirtió que es indispensable conformar “un gobierno de transición que permita la implementación de los acuerdos alcanzados, y buscar que los opositores al proceso no gobiernen porque pondrían en riesgo todo el proceso, por lo cual se necesita un candidato de unidad” para las presidenciales de 2018. David Flórez de Marcha Patriótica prefiere la fórmula de “gobierno de avanzada”. Para ambos ese tipo de “gobierno” deberá incluir a las Farc y al Eln y deberá excluir a los “opositores al proceso”.
Un punto final: el asunto de “la verdad” acaparó la atención de los profesionales de la mentira. Esperan que una “comisión de la verdad” diga que las Farc siempre fueron los buenos del paseo. Abordaron ese punto, en especial, Jaime Caicedo, Ninia Díaz y David Flórez. Este último hizo el indiscreto al decir: “Si queda que la izquierda es culpable de todo va a ser muy difícil para las futuras generaciones”. Lo que quiere decir que intentarán suplantar la verdad histórica por un texto acomodaticio de historiadores militantes. Ya se sabe en qué terminan esas supercherías.
Comentarios