EL PRESIDENTE URIBE, EL GRAN LUCHADOR

El presidente Uribe, el hombre que ejecutó estas políticas, hoy es acusado nada menos que por Iván Cepeda, el amigo de las Farc, es decir el amigo de los narcotraficantes de hoy

El presidente Uribe el gran luchador

El presidente Uribe, el hombre que ejecutó estas políticas, hoy es acusado nada menos que por Iván Cepeda, el amigo de las Farc, es decir el amigo de los narcotraficantes de hoy

Fernando Londoño Hoyos
Fernando Londoño Hoyos

Por Fernando Londoño Hoyos*

18 de septiembre de 2014

En el debate de ayer, en la comisión segunda del Senado, contra el presidente Álvaro Uribe Vélez, tuvimos que oír muchas majaderearías. Tuvimos que recibir los miasmas de antiguos resentimientos. En ese debate se eludieron los temas esenciales que, sin embargo, alcanzaron a ser mencionados. En algunos momentos quienes adelantaban esta discusión descubrieron y propusieron el tema central: que la cuestión del paramilitarismo es la cuestión del narcotráfico.  Al comienzo, las autodefensas nacieron como una manera de hacer alianza entre  las fuerzas militares y los campesinos desprotegidos porque no había suficientes militares. Los campesinos eran los que a través de radioteléfonos se comunicaban con los comandantes de la Brigada y les pedían auxilio y el auxilio llegaba. Era una forma de defender un país inerme. Eso está claro.

Pero rápidamente, todos esos movimientos se convirtieron en movimientos armados que encontraron su satisfacción plena en el negocio del narcotráfico.  Y todos se volvieron narcotraficantes porque era una fuente de enriquecimiento gigantesco. De manera que iban de la mano la necesidad o la voluntad de ofender al país, como lo hacían las Farc, y la voluntad de defender ciertos grupos y de defender ciertos territorios como lo hicieron los tan mal llamados paramilitares, que también se metieron en el negocio del narcotráfico porque era la manera de enriquecerse, porque era la manera de vivir en un mundo independiente y porque era la manera de construir unos Estados independientes [dentro del Estado].

El presidente Álvaro  Uribe fue acusado de ser paramilitar, que es lo mismo que ser acusado de ser narcotraficante. Como yo no tengo sobre esto informaciones de segunda mano sino que fui actor fundamental de este tema rindo aquí mi testimonio sobre lo que hizo el presidente Álvaro Uribe Vélez para destruir paramilitares y miembros de las Farc, para construir un Estado de Derecho, para devolverle a Colombia la confianza en sus instituciones. Ese debió ser el debate central, el debate capital.

Álvaro Uribe Vélez
Álvaro Uribe Vélez

¿Qué hizo el presidente Uribe y qué hicimos los ministros, quienes estábamos siguiendo sus instrucciones? Desde antes de posesionarse, con el presidente Uribe tomamos un punto de partida, un punto esencial, y llegamos a una conclusión profunda, capital, que salió del fondo del alma del presidente Uribe que era, obviamente, el gran inspirador de estas políticas y nosotros sus ejecutores: el narcotráfico es el combustible que alimenta todas las guerras en Colombia, la guerra paramilitar, la guerra de las Farc, la del Eln, todo está transido de narcotráfico. Luego o es narcotráfico o es Colombia.

Luego vamos a derrotar al narcotráfico en todas sus instancias, en todas sus formas, pues de esa manera vamos a derrotar la violencia en Colombia. Ese punto de partida es esencial. ¿Por qué de eso no se discutió ayer? ¿Por qué no se analizó? Porque Iván Cepeda estaba buscando ver si Álvaro  Uribe había rejoneado en compañía de algún rejoneador que tuviera vínculos con los paramilitares.  ¿Qué hizo el presidente Uribe?  Destruirlos a todos porque el narcotráfico era el combustible que alimentaba todas las guerras.

¿Eso cómo se hizo?  Se hizo, queridos amigos, con una combinación. Ahí sí la combinación de las formas de lucha, pero la combinación legítima de las formas de lucha para llegar a un resultado: a una Colombia libre de narcotráfico.

Lo primero fue reconstituir una institución que existía pero nominalmente: el Consejo Nacional de Estupefacientes (CNE). Lo revivimos por orden del presidente de la República. En esto, mis merecimientos, si existieron, fue por haber cumplido cabalmente las órdenes de Álvaro  Uribe Vélez. El Consejo Nacional de Estupefacientes tiene que ser el órgano central de una política contra las drogas, es decir contra los paramilitares, contra los miembros de las Farc, contra todos los bandidos de Colombia. Ese CNE estaba integrado por seis ministros de Estado, por el director de la Policía nacional, por el director del DAS, por el Procurador General de la Nación, por el Fiscal General de la Nación (1). Como nos pareció muy poco, por razones que vamos a explicar y esto fue una falla en el CNE, teníamos como invitados principales y de honor al comandante de las Fuerzas Militares, al comandante del Ejército, al comandante de la Fuerza Aérea y al comandante de la Armada Nacional. Y que digan ellos si no fue así.

No era un consejo de relumbrón o aparente. Nos reuníamos todos los últimos viernes del mes en el Hotel Tequendama de Bogotá, en desayunos

Álvaro Uribe Vélez y Martha Lucía Ramírez
Álvaro Uribe Vélez y Martha Lucía Ramírez

que empezaban a las 7 y media de la mañana y terminaban al filo del medio día, para trazar una política antidroga, porque  era Colombia o eran los narcotraficantes, de cualquiera especie que fuere. Y eso funcionó y funcionó a la perfección, con unos resultados que el país, al parecer, ha olvidado.

Esos ministros asistían. Nosotros ordenábamos las reuniones y a los ministros les exigíamos que fueran ellos personalmente. Ay de un ministro que me fuera a mandar a un vice ministro a la reunión.  Eso no valía. Tenían que ir personalmente pues esa era, después del consejo de ministros, la organización más importante del país. Eso lo hacía Álvaro Uribe Vélez. ¿Sería para proteger a los narcotraficantes y a los paramilitares?

Había que nombrar un hombre excepcional, valeroso, dispuesto a jugarse la vida en la lucha contra del narcotráfico, para ejecutar las órdenes del CNE. Y nombramos como director del CNE a uno de los militares retirados más probos, más resueltos, más valerosos que en Colombia hemos tenido: el coronel Luis Alfonso Plazas Vega, quien se metió en esta causa con todo el corazón. Y teníamos las reuniones. ¿Para hacer qué, queridos amigos? ¿Qué fue lo que se hizo bajo las órdenes de ese Consejo Nacional de Estupefacientes?  Primero: arrasar con los cultivos ilícitos. En esto nuestra cercanía con la embajada americana, y con los Estados Unidos, fue inocultable y fue definitiva.

Se estaba fumigando, miren ustedes, hasta ese momento,  con una composición de glifosato  que servía de abono para los cultivos ilícitos. Fue lo primero que me dijo la embajadora Anne Paterson: mientras ustedes sigan fumigando con esa concentración de glifosato pues estarán abonando los cultivos de coca y las Farc y los paramilitares y todos van a estar encantados. ¿Cuál es la concentración debida?, le preguntamos. Nos la dieron. ¿Sabe cuándo la aprobamos, presidiendo obviamente el presidente de la República el consejo de ministros? El primer día de gobierno. El primero, no el segundo. Y se fumigó como era. Y de 145 mil hectáreas de coca sembrada pasamos a 70 mil en un año. En un año redujimos a la mitad la superficie sembrada de coca y, por supuesto, la producción de coca, coca que tenían los paramilitares y que tenían las Farc. Eso era lo que hacía el presidente Álvaro Uribe Vélez. Pero eso para empezar, apenas para empezar.

Había que interrumpir el flujo de precursores químicos, en lo que hay una gran mutabilidad porque estos bandidos contratan buenos ingenieros químicos que cambian el ácido sulfúrico por el clorhidrato de no sé qué diablos. Hay dos precursores químicos que no se podían cambiar: el cemento y la gasolina. Y esto era una operación militar, y que el general Mora nos desdiga, o que el general Ospina nos desdiga si no dábamos las órdenes de paralizar el flujo de cemento y el flujo de gasolina. Algunos protestaban. Miembros del Congreso,  gobernadores de departamento, protestaban todos los que por interés o por miedo estaban al servicio del narcotráfico. Era una operación militar que ordenábamos desde el CNE, asumiendo nosotros la responsabilidad política de esa decisión.

Uribe,  el gran luchador
Uribe, el gran luchador (Foto Periodismo Sin Fronteras)

Y los narcotraficantes empezaron a quedarse sin cemento y sin combustible. Es decir, les disminuimos dramáticamente su negocio. Las fumigaciones, sea dicho al paso, eran operaciones de guerra. Eran momentos en que las Farc y los narcotraficantes eran dueños de vastas zonas de cultivo y disparaban hacia el aire a los aviones  de fumigación. Había que entrar con aviones de bombardeo y después con helicópteros artillados para que, después, pudieran entrar los aviones de fumigación. Y fumigamos y fumigamos y fumigamos, y cortamos la marcha de los precursores químicos. Todo por orden del presidente Álvaro Uribe que supuestamente estaba protegiendo a sus amigos paramilitares.

Pero eso no era suficiente. Todos estos bandidos, de cualquier corte y de cualquier pelambre que fueran, le tenían terror a la extradición. Ya habían asesinado a dos ministros de Justicia y habían dejado a otro ministro, al doctor Parejo González, con dificultades y problemas después de unos balazos que le dieron en Budapest, Europa del Este. Nosotros asumimos la responsabilidad y extraditamos a todos los bandidos que nos pidió el Departamento de Estado de los Estados Unidos, a través de la embajada americana. Pueden preguntarle a la embajadora Anne Paterson si el presidente Álvaro Uribe se negó alguna vez a la extradición de un bandido de estos. Ejecutamos esa política asumiendo un riesgo que sabíamos era riesgo de vida. Pero había que salvar a Colombia. Y extraditamos a todos los bandidos. Y esto se hizo por centenares.

La extradición  estaba paralizada. Por cualquiera razón que fuera el presidente Andrés Pastrana había paralizado de hecho la extradición de nacionales. Nosotros la revivimos. Recordamos que en alguna ocasión hablando con la embajadora Paterson, cuando le estábamos exigiendo la llegada inmediata de aviones de la DEA para que se llevaran a ciertos narcotraficantes, acusados por supuesto de ser paramilitares también, nos decía: “Nunca creímos que recibiríamos una llamada de un ministro del Interior de Colombia a acosarnos en la embajada americana para producir una extradición. Nunca creímos que ese día llegara”. La señora Anne Paterson lo podrá ratificar.

Coronel Alfonso Plazas Vega
Coronel Alfonso Plazas Vega

Había que quitarles los bienes a los narcotraficantes. No era suficiente cortarles el negocio. No era suficiente extraditarlos a los Estados Unidos. Había que quitarles los bienes. Y produjimos una ley de extinción de dominio que se hizo de nuestro puño y letra y que discutimos en el Congreso. Nos decían: esa ley no pasará nunca. Pues pasa y la pasamos. El presidente Uribe se jugó todo su prestigio político para pasar esa ley. Una ley que otros se han encargado de dañarla y de limitarla y disque de meterle “garantismo jurídico” para proteger los bienes de los narcotraficantes. En nuestra época eso funcionó. El coronel Plazas lo puede decir. En un año, en uno,  se le quitaron a los bandidos con sentencias ejecutoriadas, no con esas incautaciones de mentiras que se hacen con personas con fusiles para después devolverles los bienes a los narcotraficantes. No. Con sentencias ejecutoriadas  bienes pasaron al gobierno de la República más de dos billones de pesos, más de 100 mil hectáreas que se le quitaron fundamentalmente a los paramilitares. ¡Ese era el amigo de los paramilitares! ¡Ese era el amigo de los narcotraficantes!

Pero no era suficiente. ¿Por qué había paramilitares en el país? Porque se ofrecían como única forma de Estado, de fuerza. La gente estaba aterrorizada en manos de las Farc. ¿Qué había que hacer? Llevar la fuerza legítima del Estado a todos los rincones de la República. El presidente Uribe encontró  168 municipios del país donde no había un solo policía. Cuando salimos del gobierno, año y medio después de iniciado, teníamos 160 de esos municipios cubiertos con policía y con los soldados campesinos, esa institución maravillosa que diseñó la inteligencia soberbia de la ministra de Defensa  de entonces, Marta Lucía Ramírez de Rincón, y su capacidad de ejecutoria increíble. En todos los municipios de Colombia, en todas las cabeceras municipales,  había por lo menos 70 policías y por lo menos un pelotón de soldados campesinos, es decir 40 soldados, más sus cuadros profesionales.

¿Eso qué produjo como resultado? Que los paramilitares se quedaron sin oficio. Para qué iba la gente a pagarle vacunas [impuestos ilegales] a los paramilitares si ahí estaba el poder del Estado. Ahí estaban sus policías. Ahí estaban sus soldados campesinos. Ahí estaba el Estado de Colombia. Y por eso los paramilitares se tuvieron que rendir. No se rindieron, de ninguna manera, por sus “cercanías con el gobierno”. No. Porque quedaron cercados por una población que los despreciaba. Decían: para qué me ofrecen ustedes una seguridad que me da el glorioso Ejército de Colombia. Y que me da su abnegada Policía. Eso fue lo que se hizo, señores. Recuperar el país de las garras del narcotráfico y de las garras de los paramilitares que no tuvieron más remedio que rendirse.

¿Y qué se hizo con ellos? Someterlos, recibirles sus fusiles. Era una entrega de armas (2). Ahí no había discusión sobre el “orden jurídico” y sobre el “orden político, económico y social del país”, ni había declaraciones que dar. Era el orden del Estado que recibía a unos bandidos alzados en armas que se le entregaban al poder de la República. Terminaron extraditados. Buena forma de protegerlos. El senador comunista Iván Cepeda decía: es que los mandaron a los Estados Unidos para que se callaran. ¡Por Dios, Cepeda no sea farsante!  Usted ha ido a los Estados Unidos a hablar con esos bandidos, con los bandidos narcotraficantes que han resuelto declarar toda clase de barbaridades contra el presidente Uribe. O no se acuerdan ustedes, ciudadanos, cuando en el aeropuerto de Eldorado, camino del avión de la DEA, esos narcotraficantes gritaban: “¡Nos vengaremos!”. Se han vengado con declaraciones infames, idiotas, con testimonios falaces, que protege la Fiscalía General de la Nación, en manos de esos amigos de los que promovieron el debate de ayer.

¡El presidente Uribe acusado de paramilitarismo y acusado de ser condescendiente con las drogas! El hombre que definió que el país  para ser

Atentado al periodista y ex ministro Fernando Londoño Hoyos
Atentado al periodista y ex ministro Fernando Londoño Hoyos

libre, para ser independiente, para ser un país demócrata tenía que vencer las drogas. El hombre que impuso estas medidas que se presentaron y se ejecutaron combinadas para derrotar el narcotráfico. Resultado: los paramilitares se tuvieron que entregar. Las Farc quedaron derrotadas y metidas entre el monte. El narcotráfico iba a ser vencido. Hasta que llegó el presidente Santos a darle nuevo alivio, a darle nuevo impulso y ahí está el crecimiento desbordado de las Bacrim [bandas criminales] y el crecimiento desbordado de las Farc que son lo mismo, esa es la misma historia. Por eso están unidos. ¡Y el presidente Uribe es al que quieren llevar ante los tribunales de justicia por su asociación con los paramilitares!

Nunca conocí un tipo de esos. Los odié con todo el corazón porque estaban poniendo en peligro la vida institucional de la República y los combatí por orden del presidente Álvaro Uribe Vélez, con la compañía inmejorable de esa mujer extraordinaria que es Marta Lucía Ramírez de Rincón, ministra de Defensa en ese momento, y con la compañía de mis otros amigos y colegas de gabinete y con la compañía ineludible e insuperable del comandante de las Fuerzas Militares,  del comandante del Ejército, del comandante de la Armada y del comandante de la Fuerza Aérea de Colombia. ¡Porque esa fue una operación de guerra!  Ese es el hombre que quieren mostrar como “amigo de los paramilitares y de los narcotraficantes”. Y entre los que lo juzgan, unos encubiertos y otros con la cara descubierta, están los mismos que promovieron la vergüenza de que Colombia tuviera un presidente elegido con los dineros del narcotráfico [Ernesto Samper].

Horacio Serpa y sus amigos, los bandidos del ELN
Horacio Serpa y sus amigos, los bandidos del ELN

¡Horacio Serpa acusando a Uribe de narcotraficante! Vaya, por Dios, esto es, sencillamente, grotesco. Juan Fernando Cristo, el del comité de agenda. ¿Usted se acuerda de los comités de agenda, ministro Cristo? Se recuerda cuando usted se reunía con todos estos bandidos, con el presidente Samper a la cabeza, como lo denunció [el ex ministro de Defensa de Ernesto Samper] Fernando Botero Zea por mi intermedio, porque fui el acusador de Ernesto Samper. ¿Ustedes acusando a Álvaro  Uribe de narcotraficante, de amigo de los paramilitares? Por Dios, hasta Claudia López, en toda su beligerancia anti Uribe tuvo que reconocer que el presidente Uribe había hecho mucho por la seguridad de los colombianos. Por el combate contra la droga, doña Claudia, pues la droga es la madre de todos los combates. Y ahí están los resultados: un atentado en mi contra [en Bogotá, el 15 de mayo de 2012], porque me quisieron matar tanto para callarme, como para recordar las viejas heridas que le habíamos dado al narcotráfico.

El coronel Luis Alfonso Plazas Vega está en una cárcel disque por “los desaparecidos del Palacio de Justicia”. Esa es más bien la revancha de los narco traficantes y la revancha de los paramilitares contra un hombre impoluto que libró todas las batallas y que las ganó. Porque no se trataba simplemente de hacer esfuerzos. Lo único que justifica el esfuerzo del Estado es el éxito, es la victoria, la victoria que tuvo el presidente Álvaro Uribe Vélez en su lucha contra los narcotraficantes y los paramilitares. Rindo este testimonio ante la Historia: el presidente Uribe fue el gran luchador contra el paramilitarismo al que derrotó y al que obligó a su vencimiento, a entregar mansamente los fusiles porque se quedaron sin oficio, porque el poder del Estado volvió a todas las regiones de la República.

El presidente Uribe, el hombre que ejecutó estas políticas, hoy es acusado nada menos que por Iván Cepeda, el amigo de las Farc, es decir el amigo de los narcotraficantes de hoy.  ¡Él es el que acusa al presidente Uribe! Definitivamente, esto es dar coces contra el aguijón, son los pájaros tirándoles a las escopetas. Vaya contrasentido el del debate de ayer. Vaya ridiculez la que se quiere escribir contra una historia que se quiere sepultar en el olvido. El presidente Uribe le entregó el país a Juan Manuel Santos, un país próspero, un país sin peligros, un país seguro, con unas Farc arrinconadas, con un narcotráfico vencido al que había que darle el puntillazo final como a los toros que han perdido toda capacidad de lucha en la arena del circo.

Esa fue la verdad y ese es el testimonio que rendimos y que rendimos llenos de admiración por ese hombre extraordinario que es Álvaro Uribe Vélez, que inspiró y dirigió estas políticas. No fuimos nosotros, no. Nosotros fuimos apenas sus ejecutores, de una visión de Colombia libre de paramilitares, libre de narcotráfico, libre de Farc, donde las únicas armas legítimas fueran las armas de la República, donde la única fuerza fuera la fuerza potente del Estado, la coercibilidad del Derecho que aprendimos y enseñamos en todos los cursos de filosofía del Derecho.

A ese hombre extraordinario, impoluto, grandioso, a ese monumento de la Historia colombiana, fue al que le hicieron un debate ayer los narcotraficantes de antier, de ayer y de hoy.  ¡Válganos Dios los contrasentidos de la Historia colombiana !

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*Ex ministro colombiano del Interior y de Justicia, abogado, escritor y periodista. Fernando Londoño es el director del noticiero radial La Hora de la Verdad, de Radio Red, Bogotá.  Fue gravemente herido por un atentado de las Farc en Bogotá, el 15 de mayo de 2012, en el que sus dos guarda espaldas murieron y 30 civiles fueron heridos.

(1).  En Colombia, el ministerio público descansa sobre dos instituciones: la Procuraduría General que se encarga de la vigilancia de la conducta de los funcionarios públicos, y la Defensoría del Pueblo que protege los derechos de los ciudadanos. El poder judicial dispone de una Corte Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo de Estado y del Consejo Superior de la Judicatura, y de la Fiscalía General encargada de investigar y acusar penalmente a los particulares.

(2).  Durante sus dos gobiernos (2002-2010) el presidente Álvaro  Uribe logró la desmovilización de 35 000 paramilitares. 20 176 de ellos fueron atendidos por la Agencia Colombiana de Reintegración. Ver:

http://www.canalrcnmsn.com/noticias/hace_10_a%C3%B1os_empez%C3%B3_el_proceso_de_paz_con_los_paramilitares

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