EL VECINDARIO

Dilma Rousseff es una comunista que hizo parte de dos de los grupos guerrilleros más importantes de Brasil. Se le acusa de haber sido cerebro de las organizaciones, responsables de la muerte de varios civiles

EL VECINDARIO

Rafael Nieto Loaiza

Por Rafael Nieto Loaiza

 

Está agitado el vecindario. El Teniente Coronel perdió las elecciones pero ganó la mayoría en el Parlamento, una operación que falsea la voluntad popular y que amerita columna exclusiva. Correa convirtió un motín en un golpe de Estado. En Brasil una ex guerrillera llegará al poder. Fidel se lamenta por la muerte de ‘Jojoy’.

Empiezo por Castro, que muestra senilidad avanzada. No lo digo sólo por la antológica reculada sobre el futuro de la revolución cubana, sino por sus declaraciones sobre la muerte del guerrillero. En su columna del 30 de septiembre, se refirió con desprecio a Colombia como “ese país virtualmente ocupado por las tropas yankis (sic)” y agregó que la operación contra el comandante guerrillero “fue un burdo y bochornoso asesinato”. Agregó que “las noticias referidas a la famosa batalla en la que murió el comandante de las Farc y la destitución de Piedad Córdoba, están muy lejos de llevar la paz a Colombia; por el contrario, podrían acelerar los cambios revolucionarios”. No pude sino soltar la carcajada. Hasta ahí la ‘reflexión’ del dinosaurio parecía una tira cómica. Pero confieso que después me indignó su elegía a ‘Tirofijo’: “Fue uno de los más destacados guerrilleros colombianos y latinoamericanos. Cuando muchos nombres de políticos mediocres sean olvidados, el de Marulanda será reconocido como uno de los más dignos y firmes luchadores por el bienestar”. Volvió santo al criminal. Confiemos en que la historia desnude a Fidel, responsable de tanta muerte y destrucción en la Isla y en el Continente.

La comunista Dilma Rousseff y Juan Manuel Santos

Dilma Rousseff es una incógnita. Hija de un comunista búlgaro, en los 60 hizo parte de Colina y de Vanguardia Armada Revolucionaria Palmarés, dos de los grupos guerrilleros más importantes de Brasil. Se le acusa de haber sido cerebro de las organizaciones, responsables de la muerte de varios civiles. Casada primero con un compañero de armas, se separó de éste para establecer una relación sentimental con otro guerrillero. Desde mediados de los 70 está dedicada a la política, aunque nunca ha ocupado un cargo de elección popular. Fue ministra de Energía de Lula y después su jefe de gabinete. Aunque una caída reciente en las encuestas debido a acusaciones de corrupción en su entorno y a su discurso proabortista puede obligar a una segunda vuelta, su triunfo es seguro. Parece claro que su política interna será como la de Lula. Las dudas están en si su política exterior será más radical que la de su padrino, en si Brasil seguirá protegiendo a Chávez (“el mejor presidente de Venezuela en cien años”, según Lula) y si en su afán de liderazgo global seguirán jugando con Ahmadineyad y sus semejantes.

Lo de Ecuador fue tragicómico. Correa había amenazado con disolver la Asamblea Nacional, cuya mayoría controlaba hasta hace poco, la gobernabilidad disminuía a ritmos acelerados y su popularidad venía en picada. De repente los policías, preocupados por un pérdida de beneficios económicos, le dan como regalo un motín, azuzados por el mismo Presidente que fue a provocarlos al cuartel. Con habilidad, Correa transformó la revuelta en un golpe, aunque nadie pretendió tomarse el poder, nunca estuvo incomunicado, no se le retuvo y recibió a quien se le antojó en la clínica en que se recluyó. Ahora se relegitimó en plano internacional y podrá neutralizar la oposición interna. ¿Aprovechará la oportunidad para torcerle el cuello a la Constitución y para cerrar aún más los ya disminuidos espacios democráticos en Ecuador?

Octubre 3 de 2010

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