LAS FARC APOYAN A GUSTAVO PETRO
El chantaje que consiste en mezclar la destitución de Gustavo Petro al futuro de las negociaciones en La Habana demuestra que los intereses de los bogotanos y de Bogotá, incluidas las capas más pobres, son la última preocupación de la franja izquierdista y de las Farc
Las Farc apoyan a Gustavo Petro
Ante el apoyo dado a Petro por las Farc también es obligatorio repensar los atentados de bajo perfil que han estado sufriendo el Procurador Alejandro Ordóñez y su familia en los últimos meses. No hablo de la campaña difamatoria sistemática, sino de los atentados a bala que el Fiscal Montealegre, como cosa ignominiosa, no se molesta en investigar
Por Eduardo Mackenzie
15 de diciembre de 2013
Bogotá no necesita un agitador respaldado por la mayor organización criminal del continente. Necesita un verdadero alcalde, un ciudadano honorable y competente que saque a la capital de la crisis en que la hundieron los atorrantes alcaldes de izquierda y extrema izquierda que trabajaban para llenarse los bolsillos, para enriquecer a sus amigos y para el proyecto político castro-chavista.
El respaldo dado a Gustavo Petro por las Farc desde Cuba prueba una vez más que la tal “izquierda democrática” no existe en Colombia. Detrás de ese proyecto ilusorio está, como siempre, el brazo armado comunista.
Desde La Habana, las Farc gritan su apoyo a Petro en tono desgarrado. Insultan y amenazan de nuevo al Procurador General de la Nación (sin que el presidente Juan Manuel Santos, quien está obligado a conservar en todo el territorio el orden público, y a proteger la honra de la nación, se atreva a mandarlos callar). En todo caso, la banda narco terrorista no quiere que el caótico funcionario sancionado abandone ese puesto tan estratégico.
Las hienas de La Habana se disfrazan de ovejas. Se contorsionan, posan de “indignados”. Pretenden que los colombianos veamos a los asesinos de Inzá (donde dejaron 7 muertos, 53 heridos, 127 casas afectadas, cientos de personas traumatizadas y 3 mil millones de pesos en pérdidas materiales) como defensores de “la democracia”.
Las gesticulaciones de esa gente confirman que la elección de Gustavo Petro para dirigir a Bogotá hacía parte de un complicado andamiaje en el que las Farc han jugado y están jugando un papel central.
Si los bogotanos eligen ahora un alcalde que no esté bajo esa nefasta influencia, la olla podrida que se fue acumulando durante las últimas administraciones de la ciudad (todas salidas del partido Polo Democrático) será destapada. Pues el corrupto “cartel de la contratación”, de proporciones nunca antes vistas en Bogotá, montado por el también destituido y hoy encarcelado alcalde izquierdista Samuel Moreno Rojas, podría ser sólo la punta del iceberg. ¿O será que tal operación de saqueo de Bogotá se hizo de la noche a la mañana?
Ante el apoyo dado a Petro por las Farc también es obligatorio repensar los atentados de bajo perfil que han estado sufriendo el Procurador Alejandro Ordóñez y su familia en los últimos meses. No hablo de la campaña difamatoria sistemática, sino de los atentados a bala que el Fiscal Montealegre, como cosa ignominiosa, no se molesta en investigar. La bala de alto calibre que, en días pasados, atravesó un ventanal a pocos metros del despacho del Procurador, pudo haber sido disparada por un francotirador formado por la subversión.
Las Farc quieren deshacerse del Procurador General pues él dirige la lucha más acertada y valiente contra la impunidad que esos criminales quieren obtener por medio de las transacciones en La Habana. Ahora se puede pensar que querían asesinarlo antes de que anunciara la destitución del alcalde Petro. Esa banda también quiere atentar contra el ex presidente Álvaro Uribe, según informes de inteligencia revelados hace unos días por el ministro colombiano de Defensa.
La actitud desesperada de Petro y de sus amigos ante la sanción impuesta con toda razón y en plena legalidad por el Procurador Alejandro Ordóñez Maldonado, muestra que es mucho lo que está en juego. Lo más asombroso es que el recién nombrado embajador de los Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, abuse de su posición y repita desde Washington lo mismo que dijeron las Farc: que la destitución de Petro “podría erosionar el proceso de paz”. La administración Obama cada vez está peor y ya nadie sabe en qué va a terminar.
El chantaje que consiste en mezclar la destitución de Gustavo Petro al futuro de las negociaciones en La Habana demuestra que los intereses de los bogotanos y de Bogotá, incluidas las capas más pobres, son la última preocupación de la franja izquierdista y de las Farc. Las ilegales “movilizaciones de masas” que Petro intenta desatar en la capital de la República le caen muy bien a la subversión pues ampliarán el contexto de desorden y violencia que servirán para arrancarle a Santos, lo antes posible, las concesiones que las Farc quieren en materia de narcotráfico, participación política y ocupación de territorios.
La tenaza Petro-Farc dejó de ser una hipótesis. La oposición y las instituciones que no han sucumbido a la corrupción sabrán rodear al Procurador Ordóñez para hacer fracasar los desmanes que están en desarrollo contra él, contra Bogotá y contra Colombia.
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