FIDEL CASTRO EN EL TEATRO COLÓN
Mientras Fidel Castro agonizaba en La Habana, uno de sus peones de las Farc firmaba un documento en el mismo teatro donde Fidel Castro había comenzado su labor desastrosa en la Bogotá ensangrentada del 9 de abril
Fidel Castro en el Teatro Colón
Mientras Fidel Castro agonizaba en La Habana, uno de sus peones de las Farc firmaba un documento en el mismo teatro donde Fidel Castro había comenzado su labor desastrosa en la Bogotá ensangrentada del 9 de abril
Por Eduardo Mackenzie
26 de noviembre de 2016
No he podido saber quien tuvo la idea de llevar a Timochenko al Teatro Colón a que firmara un papel ante unas cámaras de televisión. No creo que haya sido el presidente Santos. La cosa debe venir de más lejos, de alguien que conoce bien cómo explotar, en el campo propagandístico, ciertos trucos de la semiología y de la simbología. Timochenko en el Colón es pura dinamita, es un alegoría explosiva, aunque el papel que hayan firmado él y Santos en ese lugar no tiene valor alguno, ni desde el punto de vista jurídico, ni desde el punto de vista constitucional. Es un papel que compromete, que ata, a dos personas, a Timochenko y a Santos, pero que no obliga a un país. No, la cuestión reside en el hecho de que Timochenko en el Teatro Colón es una forma indirecta de decirnos a todos esto: que fue en ese venerable recinto que comenzó realmente el 9 de abril de 1948. Y que lo que viene tras ese acto grotesco de firma de un papel santista en el Teatro Colón será de envergadura, como lo fue el 9 de abril.
Pues esa tragedia nacional, la del 9 de abril, que para algunos, exagerando no poco, “partió en dos la historia de Colombia”, comenzó con una incursión vocinglera y panfletaria de Fidel Castro en ese mismo teatro, pocos días antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Un Fidel Castro de 21 años, activista y pistolero conocido de autos en la Universidad de La Habana, subió a horcajadas las escaleras del edificio y lanzó, desde el “gallinero”, gritos y unas cuántas hojas volantes de propaganda contra la IX Conferencia Panamericana que se reunía en Bogotá. La policía lo detuvo y frustró lo que él y sus dos cómplices, también cubanos, querían hacer: sabotear ese acto cultural en homenaje a los delegados a la Conferencia Panamericana, al cual asistían, entre otros, el presidente de Colombia Mariano Ospina Pérez y el general George Marshall, secretario de Estado norteamericano. Castro y sus dos comparsas fueron llevados a un cuartel de la policía y dejados libres horas después. Seis días más tarde, Gaitán caía abatido por la espalda en la carrera séptima por dos pistoleros. Sólo uno de ellos fue capturado y linchado en el acto por “gente enardecida”, según la leyenda fabricada a propósito desde entonces. Así comenzó esa semana sangrienta, ese intento de golpe de Estado comunista y esas décadas sangrientas.
La firma de Timochenko en el Teatro Colón fue realizada el 24 de noviembre pasado, un día antes de la muerte de Fidel Castro en Cuba, si la fecha dada por Raúl Castro es cierta. Mientras Fidel Castro agonizaba en La Habana, uno de sus peones de las Farc firmaba un documento en el mismo teatro donde Fidel Castro había comenzado su labor desastrosa en la Bogotá ensangrentada del 9 de abril. El vivo Timochenko firmaba, en ese mismo lugar, con el respaldo del agonizante, un papel con el que algunos quieren atar Colombia a Cuba. ¿Pura coincidencia todo eso? ¿Pura imaginación sin sentido? ¿Qué lazos invisibles pueden haber entre la embestida totalitaria de 1948 y la que se insinúa de nuevo en 2016? El primer intento les fracasó. ¿Con el de ahora ganarán? Pensemos al respecto, y despertemos del letargo. Las coincidencias no existen.
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